Ponencia para Santa Cruz de Moya 2005
Por Antonio Cruz González (noviembre 2005)
En estos momentos de
recuperación de la Memoria Histórica conviene aclarar las diferentes formas
de trabajo que se van realizando.
Por recuperar la
Memoria, desde nuestro punto de vista, se debe entender que consiste en buscar
todo tipo de testimonios, documentos, actitudes, libros, archivos, que
enriquezcan el vacío producido por el franquismo que con una capacidad
demoledora ocultó toda la verdad de los hechos, que como vamos viendo, son de
tal naturaleza que desmontan la bondad oficial en que los voceros del
franquismo querían, a toda costa, que se reconociera. Es decir, que aquí había
una España en paz, que se desarrollaba, que luchaba en la guerra fría a
favor del mundo occidental, permitiendo bases militares del país mas poderoso
de la tierra, permitiendo la entrada masiva de extranjeros que visitaban
nuestras playas, nuestro sol, permitiendo la salida masiva de españolitos
emigrantes, que retornaban sus dineros incrementando el ahorro del estado, y
que mediante unas mínimas leyes, Fuero del Trabajo, Fuero de los Españoles,
Ley para la Reforma política, que eran papel mojado, que eran declaratorias,
pero no exijían su cumplimiento a los poderes fácticos, se daba una mano de
pintura; mano de pintura que tapaba los fusilamientos, los campos de
concentración, los miles de exilados, los perseguidos en el monte y en el
llano, los represaliados en cárceles y comisarías, los trabajos forzados en
obras de canales, carreteras, abadías, etc. La ausencia de una democracia
plena. La burla con unas elecciones de un tercio del país, o de unos referéndums
con más votos que habitantes. Todo ello con la fuerza de la propaganda
oficial que encubría que existían los maquis (¡eran bandoleros!), que
hubiera huelgas (¡en Asturias hay paz!), las manifestaciones (¡hay policía
en la universidad para proteger a los ciudadanos!), el paro (¡era descanso
obrero!), etc. etc.
Toda esta mentira
oficial en doble sentido: propaganda y ocultación de problemas, hace que con
la desaparición oficial del dictador, sea necesario conseguir esos datos.
Ahora bien la recuperación
de ciertos datos, no quiere decir recuperación Histórica. Y eso ¿por qué?.
Como nos indica Paloma Aguilar Fernández en su excelente libro: “Memoria y
olvido de la Guerra Civil española” (Alianza Editorial. Madrid 1.996) : La
memoria colectiva no está compuesta sólo de recuerdos sino también de
reconstrucciones. Es decir, tenemos que distinguir la memoría, a veces
llamada impropiamente histórica, de la propia Historia. Porque hasta que el
historiador no comienza a elaborar los datos, estos no serán considerados
Historia. Y la elaboración de esos datos por un profesional implica
contrastar las fuentes de dónde procede dicha Historia. Algunos estudiosos
indican que deben de existir al menos tres fuentes para narrar un solo hecho.
Y citando otra vez a Paloma Aguilar: “No se considera memoria histórica
todo acontecimiento del pasado que, de una u otra forma, haya quedado
registrado en los múltiples recipientes de la memoria, sino sólo aquel que
tenga una relevancia inmediata y algún tipo de influencia sobre el
presente”.
Por eso en el régimen
franquista se intenta influir en la memoria social y se utiliza como recurso
político de vital importancia para el Régimen la construcción de
monumentos, la creación de fiestas nacionales o la celebración de desfiles
militares, fijando una determinada memoria en la sociedad.
El franquismo, queriendo
desviar sus hechos, inculcó, con todos los medios,un miedo feroz, obsesivo y
omnipresente a la repetición de la Guerra Civil, incluso omitiendo en los
libros de texto el que existiera. ¡Así no había que dar explicaciones!
Por lo tanto, tenemos
una memoria individual,o suma de individualidades, que no podemos llamar histórica
y una Historia contrastada, estudiada, conectada con otros hechos, que podemos
llamar Memoria Histórica.
Pondremos un ejemplo.
Para un habitante de Guernika, llegaron aviones de Franco y bombardearon
terriblemente la población, destrozando sus habitantes y sus casas. Para un
historiador, los aviones pertenecían a la Legión Cóndor, aliada de Franco,
eran del modelo Heinkel o Junker, bombardearon Guernika sabiendo que sólo
existía población civil, ensayando una nueva táctica guerrera que luego se
continuó en la Guerra Mundial, que consistía en bombardear ciudades para
crear el terror y la miseria del bando enemigo. Proseguirá el historiador
desvelando la mentira que se quería hacer constarque era la de bombardear
objetivos militares, cuando resultó que la única fábrica de armas que había
en Guernika no sufrió daños en los bombardeos.
Es decir entre el
testimonio ocular del ciudadano y el científico del historiador está la
mayor objetividad y el mayor estudio, influyendo la documentación que a lo
largo de los tiempos va apareciendo, en los diferentes países, en la
desclasificación de los archivos secretos, en otros autores, etc.
Entonces, en este periódo
histórico, tenemos que recomponer la Memoria a través de tres veredas: 1)
Las mentiras oficiales, 2) Los testimonios orales y 3) Los archivos que poco a
poco van apareciendo.
Historiografía
franquista.- Lo he
llamado las “mentiras oficiales”. Se trata de la Historia que nos han
contado o que han permitido que nos la cuenten personas que sin estar “en”
el franquismo han participado con él. Me permiten que no les haga propaganda
y que no cite tal bazofia. Sólo citaré a los que a su vez, verídicos
historiadores los han nombrado desenmascarando su propaganda.
Tomamos a Herbert R.
Southworth, fallecido en 1999, conocido hispanista que dedicó su vida a
investigar sobre la guerra civil española, desmontando la propaganda del regímen
del general Franco. Colaboró con Ruedo Ibérico, editando en esa casa “El
mito de la Cruzada de Franco” en 1963, “Antifalange” en 1967 y “La
destrucción de Guernica” en 1975. También se publicó en 2000, Editorial
Crítica, ya en España, “El lavado de cerebro de Francisco Franco”.
Este autor es muy
respetado por los cronistas del Régimen. Así Paul Preston en el prólogo del
último libro citado nos recuerda: “Ricardo de la Cierva consideraba a
Southworth como un oponente temible. Se conocieron en Madrid…En el libro
titulado “Cien libros básicos sobre la Guerra de España” de 1966, de la
Cierva escribió: Southworth es, sin disputa, el gran experto en la bibliografía
de nuestra guerra valorada desde el lado republicano…Su biblioteca es la
primera del mundo entre las privadas: más de 7.000 títulos. Estoy casi
seguro de que se ha leído los 7.000. Y conserva, en (sic) una tremenda
memoria fotográfica, todos los datos importantes y todas las relaciones
mutuas de estos libros”.
Cito a este autor y
estos libros porque es precisamente en ellos dónde se ha desmontado de una
forma digna, verídica y audaz, las mentiras históricas que nos pretenden
justificar un régimen tan sangriento. El libro sobre el lavado de cerebro de
Franco se dedica a desmontar, principalmente, los llamados “documentos
secretos del complot comunista”. Con la existencia de estosdocumentos, se
pretendía justificar el levantamiento militar para salvar la República. En
los primeros días de la Guerra tanto Franco como Mola declararon haber
conocido de antemano el “complot comunista”.
“El alzamiento
nacional era necesario con el fin de anticiparse a una dictadura soviética
que ya estaba preparada”, estas frases las envió el cónsul alemán en Tetuán
a su gobierno comunicándoles lo que Franco le había dicho en el comienzo del
golpe de Estado).
Sin embargo Ricardo de
la Cierva, en “Historia de la Guerra Civil española”, ya en 1969,
reconoce que el autor de los Documentos, posiblemente de todos (eran tres),
fue el escritor Tomás Borrás quién los redactó en su domicilio de Madrid y
los distribuyó por los medios falangistas y militares tras reproducirlos con
la ayuda de una mecanógrafa que trabajaba precisamente en el Ministerio de la
Guerra republicano. (cita de Southworth en pág. 159).
Pero no sólo las
mentiras de estos documentos corrieron como la pólvora, sino que además se
utilizaron historiadores proclives al Régimen como Bolloten, y otros no
tanto, como Hugth Thomas o Madariaga,que difundieron estos documentos con
mayores o menores críticas. Las de Bolloten, que aceptaba la tesis de los
“documentos” sin poner en duda su autenticidad, si bien él se basaba en
que no podía ser cierto lo que allí se decía, debido a un análisis de la
política exterior soviética, digamos ¡por reducción al absurdo!, pero sin
entrar en lo profundo de la cuestión, si eran rematadamente falsos o no.
Southworth llama a
Bolloten enemigo de la República, calificativo que él trataba de ocultar;
sin embargo, de la Cierva define a Bolloten en 1980, para disimular, como
“el primer historiador de la zona republicana y le alaba por su magistral
investigación de la revolución española”. Digamos que es hijo adoptivo de
la derecha española, como el citado de la Cierva y también Fraga Iribarne,
quién por cierto obligado por los libros de Southwort destapando las mentiras
franquistas, tuvo que crear una “Sección de Estudios de la Historia de España”
para contrarrestar el impacto intelectual y moral que supuso en todo el mundo
la publicación del libro “El mito de la Cruzada de Franco”, en 1963, del
referido autor inglés Southworth.
Bien, como muestra basta
un botón, con las referencias citadas y las que actualmente están siendo
financiadas por fundaciones y grupos y personas ultraderechistas, en las que,
ya sin ningún pudor, se utiliza un lenguaje agresivo contra todo lo
republicano, se citan párrafos de revistas, publicaciones y periódicos, que
nunca vieron la luz, es evidente que esta parte citada tiene una importancia
esencial, pues de lo que se trata es de desmontarla, ya que sirve
principalmente como argumento para la política de los vencedores.
Memoria
Oral.- Las fuentes
orales de los protagonistas de los hechos o de sus familiares y descendientes
nos ayudan mucho en la investigación histórica. Digamos que el Historiador,
así como todos los investigadores con militancia de recuperación de la
Memoria, deben recomponer esos testimonios, ya que muchos de ellos, vienen
revestidos de una gran subjetividad, pero que nos son muy valiosos porque añaden
lo que no suelen añadir los datos estadísticos, es decir el sentimiento, la
humanidad, la fuerza que aporta el testimonio vivido.
Esta Historia Oral,
citada por Allan Nevis y por Fernanda Romeu, es imprescindible en nuestra
investigación. Nos va a aportar los hechos que faltan, los detalles íntimos,
esa vida privada, esa relación individuo-sociedad, que muchos historiadores
desprecian por su nimiedad.
Es verdad que en esa
Memoria Oral, habrá que tamizar los hechos y los momentos
en que los hechos son referidos. Así las mismas personas o grupos de
personas, contarán una historia, “su” historia, de una forma u otra, según
el momento en que se solicite su testimonio o según las personas que les
escuchen. Esto que se viene haciendo desde hace XX siglos, es razón de más
para dudar de la entera veracidad de lo que nos narran en el presente. Aquí
por lo tanto aparece la figura del investigador.
Éste recopilará los
testimonios, los cotejará, contactará con otros investigadores, con
Asociaciones, Archivos, o Comunidades, etc., para esclarecer lo más
objetivamente posible los hechos históricos.
Porque la Memoria Oral
adolece de una verdad subjetiva, pero a veces única y no podemos ni debemos
dejar pasar los relatos que nos llegan aún con el riesgo de que no fueran del
todo fieles.
Memoria y
Memoria Histórica.-
Aquí me quiero referir a la conjunción de variables que deben existir al
recuperar la Memoria. Observo, primero con entusiasmo, pero también con espíritu
crítico, que en estas horas que nos tocan de la Segunda Transición, se
habla, se recupera, se escribe sobre hechos que hasta hora no habían salido a
la luz. Esa es mi emoción. Pero también se argumentan opciones que siendo
reales son incompletas. Esa es mi crítica.
La República, la guerra
civil y el franquismo, no se dan en esferas aisladas, en territorios aislados,
en personas aisladas. Han tenido unas causas y tienen todavía unas causas y
hay que proceder a un análisis concreto si queremos llegar a las últimas
consecuencias históricas. Así vemos republicanos sacados de las cunetas y
enterrados en cementerios católicos con cura, golpe de hisopo y bandera monárquica
cubriendo el féretro. Vemos exhumaciones sin proceder a la denuncia oficial
ante una autoridad política o jurídica. Vemos documentos filmícos, orales,
escritos, que pasan de puntillas sobre los causantes de tales desmanes. Vemos
que se evitan palabras como genocidio, lucha de clases, revolución, reparto
de la tierra, asesinato, etc. etc.
También observamos en
algunos testigos que confunden personas de una ideología con otra diferente
(comunistas con monárquicos). No se le dá importancia a tener una estatua o
quitarla, cambiar el nombre de una calle o dejarla. Todo quizás con el miedo
a quienes, por otra parte, se dice combatir.
A todos estos hechos yo
le llamo Memoria. Es también Memoria. Es correcto abrir una fosa común y
querer enterrar a un familiar en un sitio decente, en un cementerio. Es
comprensible, después de tanto sufrimiento, no querer recordar que el asesino
de mi familia vive en mi mismo pueblo, y le tengo que ver todos los días. Es
humano que haya familias, rotas por la represión, que no hayan querido, o
hayan temido, hablar durante mucho tiempo. Y ahora dicen algo. Esto es Memoria
y esto tiene que irse dando y se está dando.
Pero no es Memoria Histórica.
Esos hechos no se dan por odio al vecino, por envidia, por robar o expropiar
una finca. Esas son explicaciones individualistas, pero tienen una pátina de
temor que no nos aclaran las causas del conflicto.
Por eso tenemos que
recuperar la Memoria Histórica. La Historia viene a explicar
porque se mató en las cunetas, porqué se acabó de forma planificada y no
accidental con maestros, catedráticos, novelistas, poetas, médicos, porqué
se terminó con el 10% de las poblaciones dónde entraban los militares
rebeldes. Se explica también la razón de crear campos de concentración, de
bombardear poblaciones civiles, de refundir a los rivales en el poder creando
El Glorioso Movimiento, de ir exultantes bajo el manto de la Iglesia. Todo con
un único objetivo histórico: perpetuarse en un poder personal y oligárquico,
que demostraba a las claras los programas de la lucha de clases contra el
proletariado y el campesinado, utilizando la represión, el miedo, la sumisión,
el amiguismo, y la violencia de las armas, basado todo ello en las doctrinas
fascistas y nazis.
No hubo ni un solo hecho
de la guerra civil y de la represión posterior, represión que llegó hasta
la misma cama de muerte del dictador, que no fuera motivado por la explotación
del hombre y por la imperiosa necesidad de triunfar sobre las clases
desfavorecidas y trabajadoras.
Se puede argumentar que
la persecución no fue en todas partes igual. Se persiguió más a los maquis,
que a la oposición ciudadana. Se persiguió más al obrero que al
universitario. Pero cuando las cosas se encrespaban, morían maquis, obreros y
universitarios, y no temblaba la mano del dictador, mientras desayunaba,
firmando sentencias de muerte.
Esto lo sabemos por la
Memoria
Histórica. Suma de hechos ocurridos entre las gentes y su entorno y
compendiados por los investigadores, cotejados y narrados.
No quiero terminar con
un poso de amargura. La Historia es dolorosa. Curiosamente cualquier otra
asignatura, Medicina, Biología, Tecnologías de la Información, de Astronaútica
y el Espacio, etc. son prácticas que producen alegrías. El nuevo
descubrimiento, es objeto de expansión, se publica, se conceden premios, se
puede llegar al Premio Nobel, o a producir grandes beneficios a la Humanidad:
la penicilina de Fleming, las células madre actuales, los descubrimientos
geográficos de pasados siglos, la llegada a la Luna, la investigación en
otros planetas. Sin embargo, en cuanto a la Historia de nuestra República, de
nuestra Guerra civil, de la dictadura, cualquier archivo, cualquier
descubrimiento nuevo que aportar a los datos existentes produce un
desgarramiento, un dolor tremendo. El enfrentamiento con el que se cree
ofendido no es nada agradable, porque la Historia la han escrito los
vencedores, no se olvide, y lo que nosotros estamos recuperando es Historia de
los vencidos y ésto siempre es molesto. Y es molesto, porque se va
demostrando en todo lo nuevo que aparece, la mendacidad de lo que nos han
explicado o nos han ocultado, y se va ganando en objetividad y esto no
interesa a los vencedores. Que lo fueron por un hecho ilícito, ilegal e
inmoral. Su patraña de Guerra de Liberación va quedando al descubierto.
Y aún a pesar del dolor
nos vamos sintiendo cada vez más satisfechos si logramos entrar en un período
de normalización histórico, dónde todo lo ocurrido salga a la luz y
nuestras nuevas generaciones puedan evitar que vuelva a ocurrir, conociendo lo
que sucedió realmente. Como dijo Fidel: ¡La Historia nos juzgará!
Antonio Cruz González.
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