Una memoria
histórica atada y bien atada
Vázquez de Sola
Insurgente
1 de
Agosto de 2006
No se hagan ilusiones
quienes rechazan al caudillín –con la boca chica- mientras aceptan el
franquismo con todas sus consecuencias. Ellos, que están y han estado siempre
en las filas de los vencedores, no pueden imponernos, por decreto, y con el
nombre de Memoria, el Olvido Histórico. Ni hablar.
No les dejaremos hacer un revoltillo con víctimas y verdugos.
En un momento de nuestra historia –aún tenemos memoria- los presos y
exiliados hablábamos de reconciliación nacional, de forma excesivamente
ilusoria y condicionada a cuando, vencidos y humillados, los exvencedores
mostraran dolor de corazón por sus fechorías, propósito de enmienda y, tras
amanda honorable, recibieran nuestro perdón. No de otra forma. ¡Ah!, y
devolvieran el botín de guerra.
Pero, seamos comprensivos ¿qué puede este régimen, heredero de aquel, históricamente
ilegal, por muy buen talante que pretenda mostrar?
Para ellos, los vencidos siguen siendo vencidos y los vencedores siguen
medrando, refocilándose en la charca de la sempiterna corrupción.
Los retazos de “Memoria Histórica” auspiciada por los pepesoeces
necesitan la amnesia histórica de quienes hemos vivido la Historia con mayúscula
y conocemos las trágicas, sórdidas, terribles pequeñas historias
personales, familiares y vecinales, acaecidas durante los casi cuarenta años
de terror franquista.
Quienes saludaban, a la diestra del dios padrino, brazo en alto, desde el balcón
del Palacio de Oriente, festejando la ejecución a garrote vil de los
oponentes al fascismo ¿conservan SU memoria histórica?
Quienes falsificaron y siguen falsificando, enseñaron y siguen enseñando la
Historia ¿qué pretenden memorizar? Cuantos juraron fidelidad a los
Principios de la Traición y del Genocidio Nacional –y cuantos juran,
o prometen, fidelidad a cuantos la juraron- ¿de qué memoria hablan?
Los “demócratas”, entre comillas, que hoy se insurgen ante la posibilidad
de lograr una paz honrosa en el País Vasco con quienes aún continúan
luchando, con razón o sin ella, por lo mismo que daban su vida en tiempos de
Franco ¿por qué no comienzan a dar ejemplo del mismo buen talante que
predican, aplicándoles el borbón y cuenta nueva?
La Iglesia, que sacó a pasear bajo palio al enano sádico, que pignoró sus
bienes para patrocinar la Santa Cruzada, aún no se ha pronunciado –siempre
prudente- en cuanto a si este pelillos a la mar zapateril sería aplicable
ante el tribunal celestial, rescatando de los infiernos a los
intrínsicamente perversos, condenados por el brazo secular, para hacerlos
acceder a la Gloria Eterna, junto a los Justos. Amén.
Me viene a la memoria una vieja historia: La hermosa y generosa idea de reunir
en un abrazo fraterno a fachas y rojos, a verdugos y víctimas, a demócratas
(de la alpargata, decían ellos entonces) y a traidores perjuros, no es nueva:
ya la defendió el caudillísimo, edificando su faraónica Necroteca Nacional:
el Valle de los Caídos, donde quiso reunir, catalogar, coleccionar a todos
SUS muertos de ambos bandos. Por lo tanto, nihil novum sub sole.
Si alguien quisiera, efectivamente, poner rabillos de pasas en su Memoria Histórica,
debería empezar por preguntarse con palabras bíblicas:
–¿Quién te hizo rey?
Y sin esperar respuesta:
–¿Gracias a quién y a quiénes sois ministros, alcaldes, concejales,
ricos, poderosos, influyentes, corruptos e hipócritas, sin que nadie ose
reprochároslo?
Presos y exiliados, allá por los años sesenta, cometieron el error –¡cuán
comprensible en aquellos momentos!- de pedir amnistía a carceleros y
verdugos. Hoy, en lo que nos concierne, se la pueden meter donde les quepa.
Nuestra memoria, no la de ellos, sigue atada y bien atada.
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