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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

 

Ley de Punto Final

 

Víctor Díaz Cardiel 25 de Junio de 2005

La noticia, aparecida en todos los medios de comunicación (prensa, radio y televisión), el pasado 15 de junio de 2005, acerca de que en Argentina, se han anulado las leyes de obediencia debida y punto final, por la corte suprema del país ponen, una vez más, con toda fuerza, también en nuestro país, España, el problema de las anulaciones de los juicios militares, extraordinarios, de 1939 a 1963, fecha en que se sustituyeron los tribunales militares por el Tribunal del Orden Público, y desde 1963 a 1975, fecha en que se suspendió este tribunal especial.

 Las leyes del olvido y punto final se hicieron en un momento político determinado. Obedecieron a unas circunstancias políticas muy determinadas.

 ¡Ojala!, en España, apareciera un titular, en los medios, mañana mismo que dijera:

España anula la ley de Amnistía, que es un equivalente a la ley de punto final.

La ley de Amnistía de 1977, en España amnistió a la B.P.S., a jueces y fiscales, a militares que habían sido los verdugos.

 La transición, en España, se hizo en unas circunstancias políticas muy determinadas, muy concretas: No se pudo hacer otra cosa, dijeron.

 Las figuras políticas más importantes, más representativas de la época que se ha dado en llamar transición – Suárez, Fraga, Felipe González, Santiago Carrillo, Juan Carlos I- se comprometieron, y esto, al cabo de los años se conoce, es notorio, a no exigirse recíprocamente responsabilidades políticas de sus respectivos pasados; y, asimismo, a mantener a todos los niveles del Estado a todos los funcionarios que hubieran participado en los aparatos represivos: B.P.s., jueces, fiscales, militares…

 Todavía hoy (12/10/04) la equiparación entre fascistas y antifascistas, y tras haber estado, ni más ni menos que catorce años en el gobierno el partido de Felipe González, que recibió en números redondos 10 millones de votos, con la esperanza de hacer de España un país que no lo conociera ni la madre que lo parió, seguimos todavía hoy (12/10/2004), equiparando fascistas y antifascistas y la interpretación de la guerra civil, del golpe-subversivo de 1936, más la interminable dictadura, y la ya larga transición. Son problemas no bien resueltos por esta.

  El modelo de transición llevado a cabo por el P.S.O.E. en el gobierno durante 14 años, fue el de no mirar atrás, sin tener en cuenta, olvidando/pensando, quizás, en estar, en el gobierno, por ejemplo, 25 años, que cuando el presente está atado por el pasado no hay posibilidad de cambio real.

 La reconciliación basada en el olvido ha sido no sólo un gran error político de las izquierdas en nuestro país, sino también una gran injusticia para todos aquellos, los vencidos de la guerra civil y los luchadores antifranquistas.

 Las figuras políticas de la izquierda, explicaron una y otra vez, hasta el empacho, el agotamiento, “qué había que eliminar las referencias testimoniales del pasado” (Santiago Carrillo); el hoy adalid de la recuperación de la memoria histórica (Alfonso Guerra), mantenía en los años 80 que “para él, la guerra civil, la posguerra y sus protagonistas eran pura arqueología, restos del pasado que había que traspasar a toda prisa.

 Así del pacto de silencio, de la política del olvido y de la suspensión de la memoria que definieron el periodo 19977-1996, resurgió el viejo mito franquista, nunca muerto del todo y, lo peor, si cabe, como no fue contrarrestado por un verdadero ejercicio democrático de la memoria, que fascistas, tipo Carlos Dávila, llamando al “cuerpo humano dividido en dos partes simétricas”, o sea que las atrocidades son iguales: entre los sublevados y la legitimidad-legalidad republicana, entre una dictadura feroz y despiadada y los vencidos: derrotados, en campos de concentración, fusilados, encarcelados igual fascistas que antifascistas.

 Esto es: las mentiras convincentes de las que hablaba el Catedrático de Historia contemporánea Julián Casanova.

 La asignatura pendiente en la democracia sigue siendo:

La revisión de las condenas impuestas por los tribunales de excepción de la dictadura franquista a los opositores políticos y demás víctimas del régimen franquista.

 El gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero ha recalcado su fuerte compromiso, que no tuvo el primer gobierno del P.S.O.E. de Felipe González, en la recuperación de la memoria histórica. Pero lo cierto es que pasa el tiempo, y pasa a que por ejemplo, el Fiscal del Estado pidiera hace un par de meses informes acerca de esos juicios ante los tribunales militares, y el informe de Herrero Tejedor, es negativo a la anulación.

 Pero no hay reconciliación sin justicia.

 El ministro de justicia, por su parte, dice que “Lo que no se hará es abrir un cauce judicial para la anulación de los fallos con valor de cosa juzgada, porque es contrario a la seguridad jurídica”.

 Aunque, ciertamente, la cosa juzgada no es la verdad, pero se la considera como verdad. Sencillamente: un escarnio puro y duro.

 Sin embargo, no vemos sino pasar el tiempo y echamos de menos la anulación jurídica de los consejos de guerra, y los del T.O.P., por cuanto, al parecer, y de la misma forma que, en Argentina, requiere un dictamen jurídico que, al parecer, tendría que pasar el tribunal Supremo y también el Tribunal Constitucional.

 ¡Cuánta estulticia por no tener el valor político suficiente, en su momento, hace ya tanto tiempo, y proponer una ley que aprobará el poder político y el legislativo!

 Declarar ilegal, ilegítima la sublevación militar, significa poner las cosas patas arriba, es declarar ilegal los 40 años de historia de la dictadura que, a su vez, pondría en tela de juicio la propia legitimidad de la monarquía. 

Y sin embargo para que desaparezca la injusticia de la memoria histórica la única salida coherente es la nulidad de todas las sentencias dictadas por los tribunales militares. 

¿Aquí, en España, no hay un juez con plena conciencia democrática capaz de redactar un informe que ponga fin a tanta impunidad? 

La dictadura en Argentina duró entre 1976-1983. la dictadura en España, que no se pasa por alto, que no se olvida, es la consecuencia de una sublevación militar (1936), una guerra civil (1936-1939) y una dictadura (01/04/1939-1975)

 La recuperación plena de la memoria es un acto de responsabilidad, al cual se está dedicando un esfuerzo importante. El proceso de recuperación de la memoria se ha desarrollado en estos últimos años intensamente. Basta leer la aparición de libros, biografías de héroes anónimos de la guerra civil y el franquismo, películas, artículos, actos públicos, homenajes a quienes participaron en la larga lucha antifranquista para observar que esto es así.

 Por lo demás, lo que está ocurriendo en los últimos años, es el entrar a fondo en comos e hizo la transición, en historiadores jóvenes, que creen que ésta metió bajo la alfombra lo sucedido en los 40 años anteriores.

 La Universidad de Barcelona celebró, en octubre de 2002, un congreso sobre los campos de concentración y el mundo penitenciario en España durante la Guerra Civil y el franquismo. O sea, hay información acerca de estos temas, información que ciertamente, se ha ampliado, y se sigue ampliando.

La misma Universidad catalana va a celebrar en octubre de este año, 2005, un congreso sobre la TRANSICIÓN. 

 La investigación académica, científica, por un aparte, y las asociaciones sociales, por otra, llevan  tiempo trabajando por restablecer la verdad de lo ocurrido en tan ya largo tiempo.

 Las cosas llevan su ritmo, que a ciencia cierta, no se parará y logrará restablecer, situar la verdad.

 

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CONGRESO SOBRE LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN Y EL MUNDO PENITENCIARIO EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL Y EL FRANQUISMO

 Barcelona, 23 de octubre de 2002

 DECLARACIÓN

 Los historiadores y historiadoras reunidos en el congreso sobre los Campos de concentración y el mundo penitenciario en España durante la guerra civil y el franquismo, que se ha celebrado en Barcelona, declaramos que:

 Los avances en la investigación histórica que se han constatado en este Congreso abren nuevos espacios de conocimiento de las atrocidades cometidas durante la dictadura del General Franco en todos los órdenes de la vida de los ciudadanos. Esta realidad contrasta con la pervivencia de símbolos de la dictadura en edificios públicos (civiles y militares), y de nombres de personas destacadas en la represión franquista, en calles, monumentos, municipios e instituciones privadas de toda España.

 Con esta actitud, los gobiernos de las diferentes administraciones del Estado toleran la exaltación pública de unos valores fascistas, que atentan contra la dignidad democrática del país en general y, en particular, de las personas que sufrieron sus efectos.

 Resulta especialmente aceptable que asestado democrático tolere la existencia de una fundación que lleva el nombre del general Franco y que en sus estatutos explicita el objetivo de legitimar el alzamiento militar del 18 de julio de 1936. la Fundación Francisco Franco no hace una Interpretación de la historia, sino apología política de una dictadura cruenta, y se beneficia del dinero público para mantener secuestrados los documentos de un Jefe de Estado.

 Por todos estos motivos, el Congreso, en sesión plenaria, solicita a las autoridades locales, autonómicas y del Estado:

 1º)         Que sea tipificada como delito la apología de la dictadura franquista.

2º)         La retirada inmediata, tanto de la vía pública como de las diferentes instituciones, de todos los nombres y símbolos de la dictadura.

3º)         Retirar la subvención pública otorgada a la Fundación Francisco Franco y obligar a esta institución a entregar su fondo documental a los archivos públicos, para el libre acceso de los investigadores.

4º)         La resolución definitiva del contencioso del Archivo de Salamanca, de forma que permita superar, en este ámbito, las trágicas consecuencias de al guerra civil.

5º)         La constitución de Memoriales Democráticos que permitan recuperar del olvido la trágica experiencia de la dictadura y sus consecuencias, así como la memoria de los miles de hombres y mujeres que lucharon por la libertad, para que se esta forma se incorporen al conocimiento común de las futuras generaciones. 

 

 

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