La memoria
histórica del PP y la ocupación de Iraq
José Mª
Pedreño
En
estas últimas semanas se han acumulando una serie de noticias que tienen mucho
que ver -y sirve- para dar explicación sobre el objeto de la Recuperación de
la Memoria Histórica.
Hace más de un año que las tropas españolas ponían la gran bandera patria
nacional- constitucionalista en el lugar más alto de la Isla del Perejil. Para
más escarnio, las pobres cabras que normalmente pacían allí, a partir del 18
de julio de 2002 (significativa fecha ¿no?) tuvieron que practicar un ayuno
forzado, por que esa mezcla de airgamboy y cura, que disfrutamos como ministro
de defensa, deseaba lanzar el grito de "viva España", con los ojos bañados
en lágrimas de emoción, para emular a su abuelo cuando ordenaba matar a
marineros leales a la bandera tricolor. Muchos pensaron que se habían parado en
el Perejil, sin embargo se han metido de lleno en el ajo y no están dispuestos
a parar hasta haber hecho un buen ali-oli, porque esa fecha -no elegida al azar-
era señal de movilizar la fuerza colonial y prepararla para unirse al gran
golpe de estado mundial, capitaneado por el gran canciller nacional-petrolista
George Bush hijo (hijo de su padre). Para más perplejidad, nuestr o pequeño
gran general, animando el cotarro, firmaba con una empresa alemana la recuperación
y repatriación de soldados españoles que cayeron combatiendo, en Leningrado,
encuadrados en la división 150 de la Wermacht, también conocida por Azul,
debido a la camisa falangista que lucían sus componentes bajo la guerrera del
ejercito nazi. Ni que decir tiene que se olvidó de que en la misma batalla, de
los alrededores de Leningrado, donde cayeron muchos de aquellos falangistas,
también murieron unos doscientos españoles exiliados, que combatían en las
filas del Ejercito Rojo. Pero ahí no terminaba la cosa, recientemente firmaba,
con el gobierno de Marruecos, un acuerdo para el cuidado de los cementerios
militares españoles, en aquel país, donde yacen miles de soldaditos caídos en
aquellas maravillosas guerras imperiales de Don Alfonso XIII, abuelo de nuestro
excelso rey, afianzado en su trono -al igual que su nieto- golpe a golpe, para
seguir viviendo sin dar ni golpe. Un nuevo proyecto circula por los despachos
del Ministerio dirigido por el Sr. Trillo: la recuperación de soldados caídos
en esa guerra de Cuba que todavía llegamos a oír contar -algunos- en boca de
nuestros abuelos; no sabemos las cifras que se barajan, pero tarde o temprano,
también se hará público. Con estos actos, estos muchachos del PP, tan democráticos
y centrados, nos recuerdan que sus padres y abuelos eran igual de demócratas y
centrados, hasta que llegó el Frente Popular y decidieron descentrarse y matar
a todo bicho viviente que se les puso por delante. Nos recuerdan un golpe de
estado que sus abuelos dieron y en el que practicaron la guerra colonial contra
los trabajadores de este país al grito de "a mí la Legión".
Rememoran otras guerras del mismo tipo, a las que el ejercito español siempre
ha sido tan aficionado (sólo ha servido para practicar la guerra colonial
contra pueblos desarmados, incluso contra su propio pueblo), tergiversando la
historia para ayudar en la justificación de lo injustificable. Recientemente
hemos sabido que, nuevamente, esa gran entidad, valedora de la reserva
espiritual de occidente, la Fundación Francisco Franco, ha recibido
subvenciones millonarias para perpetuar la memoria del que consideran padre de
nuestra democracia, esa democracia de los vencedores, que no del pueblo llano,
al que ni siquiera se ha dado la oportunidad de poder enterrar dignamente a sus
muertos.
Cuando se participa de un golpe de estado mundial, transformando a todas las
instancias internacionales en marionetas del imperialismo, es decir, ocupando
mediante la amenaza y el chantaje las instituciones democráticas mundiales, se
practica la guerra colonial para poder participar del chapapotero botín de oro
negro y, de paso, recordarnos a todos que si no nos plegamos a sus deseos -y los
de su amo- podrían llegar a exterminar a los pocos bichos vivientes que aún
quedamos, recuperan la memoria de otras ocasiones en que se hizo lo mismo.
El enemigo siempre nos da lecciones que debemos aprender. Nos asustamos cuando
nos recuerdan el terror rojo y agachamos la cabeza, tratando de pasar de largo,
cuando debemos decir, bien alto y bien claro, que Paracuellos y las checas
fueron un acto de resistencia antifascista, mientras lo que las clases
dominantes españolas pusieron en marcha, el 18 de julio de 1936, fue un acto de
agresión, un autentico crimen contra la humanidad, organizado con meses de
antelación, practicado con nocturnidad y alevosía que, al final les salió
bien, a pesar de que en algunas ocasiones intentamos ser tan malos como ellos
-sin llegar a serlo- para poder vencerles. Los aliados destruyeron varias
ciudades alemanas con sus bombardeos, ocasionando cientos de miles de muertes
entre los civiles alemanes, sin embargo, a nadie se le ocurre constituir la
Fundación Adolfo Hitler y poner una estatua de este individuo en el centro de
Berlín y, mucho menos, decir que es el padre de la democracia alemana. Seguimos llamando ataques terroristas a los actos de resistencia de los iraquíes,
los palestinos y otros pueblos sojuzgados por el imperialismo, olvidándonos de
que Franco llamaba terroristas a nuestros guerrilleros, los nazis y la Francia
de Vichy hacían lo propio con la resistencia francesa y los fascistas italianos
con los partisanos. Ponemos a la resistencia Palestina al mismo nivel que los
sionistas israelíes, sin recordar que hubo un "Comité de no intervención"
que puso al mismo nivel de la balanza al pueblo leal antifascista y a los
militares golpistas, durante nuestra guerra civil, ayudando a la implantación
del régimen de terror del que tuvimos la oportunidad de disfrutar durante
cuarenta años, con propina de otros veintiocho, bajo unas urnas controladas por
los dineros acumulados durante el tiempo que duró ese inmenso paredón al que,
los abuelos y padres de estos señores del PP, llamaron La Victoria.
Cuando nos percatamos de esta situación, nos damos cuenta de que recuperar
nuestra memoria es un acto de lucha que no puede ser desligado de la acción política
concreta. Hacerlo sin tener la mirada puesta en lo que está ocurriendo en el
mundo, no evitará la reproducción de las agresiones históricas que la gente
humilde padece cuando los poderosos deciden aplastar sus ansias de justicia. Por
eso politizamos la Recuperación de la Memoria Histórica, las jornadas de
divulgación, las excavaciones, los actos que organizamos, porque pensamos que
son acciones de resistencia antifascista, en unos momentos en que el fascismo se
ha hecho más fuerte que nunca disfrazándose de una democracia que, desde
luego, no lo es.
* José Mª Pedreño Gómez es el Presidente de Foro por la Memoria