Correo

Alameda, 5. 2º Izda. Madrid   28014 Teléfono:  91 420 13 88 Fax: 91 420 20 04     

 

No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

La memoria histórica del PP y la ocupación de Iraq

José Mª Pedreño

 

En estas últimas semanas se han acumulando una serie de noticias que tienen mucho que ver -y sirve- para dar explicación sobre el objeto de la Recuperación de la Memoria Histórica.

Hace más de un año que las tropas españolas ponían la gran bandera patria nacional- constitucionalista en el lugar más alto de la Isla del Perejil. Para más escarnio, las pobres cabras que normalmente pacían allí, a partir del 18 de julio de 2002 (significativa fecha ¿no?) tuvieron que practicar un ayuno forzado, por que esa mezcla de airgamboy y cura, que disfrutamos como ministro de defensa, deseaba lanzar el grito de "viva España", con los ojos bañados en lágrimas de emoción, para emular a su abuelo cuando ordenaba matar a marineros leales a la bandera tricolor. Muchos pensaron que se habían parado en el Perejil, sin embargo se han metido de lleno en el ajo y no están dispuestos a parar hasta haber hecho un buen ali-oli, porque esa fecha -no elegida al azar- era señal de movilizar la fuerza colonial y prepararla para unirse al gran golpe de estado mundial, capitaneado por el gran canciller nacional-petrolista George Bush hijo (hijo de su padre). Para más perplejidad, nuestr o pequeño gran general, animando el cotarro, firmaba con una empresa alemana la recuperación y repatriación de soldados españoles que cayeron combatiendo, en Leningrado, encuadrados en la división 150 de la Wermacht, también conocida por Azul, debido a la camisa falangista que lucían sus componentes bajo la guerrera del ejercito nazi. Ni que decir tiene que se olvidó de que en la misma batalla, de los alrededores de Leningrado, donde cayeron muchos de aquellos falangistas, también murieron unos doscientos españoles exiliados, que combatían en las filas del Ejercito Rojo. Pero ahí no terminaba la cosa, recientemente firmaba, con el gobierno de Marruecos, un acuerdo para el cuidado de los cementerios militares españoles, en aquel país, donde yacen miles de soldaditos caídos en aquellas maravillosas guerras imperiales de Don Alfonso XIII, abuelo de nuestro excelso rey, afianzado en su trono -al igual que su nieto- golpe a golpe, para seguir viviendo sin dar ni golpe. Un nuevo proyecto circula por los despachos del Ministerio dirigido por el Sr. Trillo: la recuperación de soldados caídos en esa guerra de Cuba que todavía llegamos a oír contar -algunos- en boca de nuestros abuelos; no sabemos las cifras que se barajan, pero tarde o temprano, también se hará público. Con estos actos, estos muchachos del PP, tan democráticos y centrados, nos recuerdan que sus padres y abuelos eran igual de demócratas y centrados, hasta que llegó el Frente Popular y decidieron descentrarse y matar a todo bicho viviente que se les puso por delante. Nos recuerdan un golpe de estado que sus abuelos dieron y en el que practicaron la guerra colonial contra los trabajadores de este país al grito de "a mí la Legión". Rememoran otras guerras del mismo tipo, a las que el ejercito español siempre ha sido tan aficionado (sólo ha servido para practicar la guerra colonial contra pueblos desarmados, incluso contra su propio pueblo), tergiversando la historia para ayudar en la justificación de lo injustificable. Recientemente hemos sabido que, nuevamente, esa gran entidad, valedora de la reserva espiritual de occidente, la Fundación Francisco Franco, ha recibido subvenciones millonarias para perpetuar la memoria del que consideran padre de nuestra democracia, esa democracia de los vencedores, que no del pueblo llano, al que ni siquiera se ha dado la oportunidad de poder enterrar dignamente a sus muertos.

Cuando se participa de un golpe de estado mundial, transformando a todas las instancias internacionales en marionetas del imperialismo, es decir, ocupando mediante la amenaza y el chantaje las instituciones democráticas mundiales, se practica la guerra colonial para poder participar del chapapotero botín de oro negro y, de paso, recordarnos a todos que si no nos plegamos a sus deseos -y los de su amo- podrían llegar a exterminar a los pocos bichos vivientes que aún quedamos, recuperan la memoria de otras ocasiones en que se hizo lo mismo.

El enemigo siempre nos da lecciones que debemos aprender. Nos asustamos cuando nos recuerdan el terror rojo y agachamos la cabeza, tratando de pasar de largo, cuando debemos decir, bien alto y bien claro, que Paracuellos y las checas fueron un acto de resistencia antifascista, mientras lo que las clases dominantes españolas pusieron en marcha, el 18 de julio de 1936, fue un acto de agresión, un autentico crimen contra la humanidad, organizado con meses de antelación, practicado con nocturnidad y alevosía que, al final les salió bien, a pesar de que en algunas ocasiones intentamos ser tan malos como ellos -sin llegar a serlo- para poder vencerles. Los aliados destruyeron varias ciudades alemanas con sus bombardeos, ocasionando cientos de miles de muertes entre los civiles alemanes, sin embargo, a nadie se le ocurre constituir la Fundación Adolfo Hitler y poner una estatua de este individuo en el centro de Berlín y, mucho menos, decir que es el padre de la democracia alemana. Seguimos llamando ataques terroristas a los actos de resistencia de los iraquíes, los palestinos y otros pueblos sojuzgados por el imperialismo, olvidándonos de que Franco llamaba terroristas a nuestros guerrilleros, los nazis y la Francia de Vichy hacían lo propio con la resistencia francesa y los fascistas italianos con los partisanos. Ponemos a la resistencia Palestina al mismo nivel que los sionistas israelíes, sin recordar que hubo un "Comité de no intervención" que puso al mismo nivel de la balanza al pueblo leal antifascista y a los militares golpistas, durante nuestra guerra civil, ayudando a la implantación del régimen de terror del que tuvimos la oportunidad de disfrutar durante cuarenta años, con propina de otros veintiocho, bajo unas urnas controladas por los dineros acumulados durante el tiempo que duró ese inmenso paredón al que, los abuelos y padres de estos señores del PP, llamaron La Victoria.

Cuando nos percatamos de esta situación, nos damos cuenta de que recuperar nuestra memoria es un acto de lucha que no puede ser desligado de la acción política concreta. Hacerlo sin tener la mirada puesta en lo que está ocurriendo en el mundo, no evitará la reproducción de las agresiones históricas que la gente humilde padece cuando los poderosos deciden aplastar sus ansias de justicia. Por eso politizamos la Recuperación de la Memoria Histórica, las jornadas de divulgación, las excavaciones, los actos que organizamos, porque pensamos que son acciones de resistencia antifascista, en unos momentos en que el fascismo se ha hecho más fuerte que nunca disfrazándose de una democracia que, desde luego, no lo es.

* José Mª Pedreño Gómez es el Presidente de Foro por la Memoria

 

 

  Página de inicio