La
Memoria contra el pensamiento unipolar
José
Mª Pedreño.
Presidente
de Foro por la Memoria - 7-12-2003
"Nuestro
conocimiento del pasado lo han creado para nosotros los ganadores de la
historia. Las voces de los perdedores, si es que se oyen, se transmiten a través
de una cuidadosa red de filtros'. John Gager
Cuando desde la izquierda nos empeñamos en rescatar del olvido a tantos y
tantos luchadores antifascistas perseguidos, encerrados, torturados y
asesinados, hay quien nos acusa de mirar nostálgicamente al pasado buscando
referentes perdidos tras la caída del muro de Berlín. No se equivocan esos
adalides del pensamiento unipolar neoliberal al acusarnos de ello; la nostalgia
y la pérdida de referentes forman parte de las razones que nos impulsan a
trabajar en lo que llamamos Memoria Histórica, pero no son las únicas, ni
pueden entenderse por separado del resto. Ellos lo plantean así, de forma
aislada, porque sirve a sus intereses, pero lo que afirman es una verdad a
medias y, por tanto, una mentira completa. Quizás el término 'Recuperación de
la Memoria Histórica' no sea el más adecuado y puede que se preste a
confusiones, incluso entre los nuestros. En 'Definición y objeto de la
Recuperación de la Memoria Histórica' apuntábamos cuales eran los contenidos
de este concepto, posiblemente deberíamos haber usado términos de su definición
o, tal vez, para ser más específicos, haberlo llamado 'movimiento para la
investigación y divulgación de la historia real de la izquierda española
asesinada y perseguida por el franquismo, obligada a combatir contra el fascismo
dentro y fuera de nuestras fronteras...'. El nombre sería demasiado largo, por
eso lo hemos llamado sólo 'Recuperación de la Memoria Histórica'. Es más fácil
llamarlo así, no sólo por eso, sino también porque, además, el término hace
referencia a algo olvidado o mejor, a algo que nunca ha sido conocido por
nuestro pueblo, ni se enseña en los colegios e institutos: la historia de la
lucha antifranquista. Además, también ellos utilizan términos y conceptos de
múltiples definiciones que adecuan a sus intereses, si es así ¿por qué no
vamos a poder nosotros hacerlo? Por ejemplo, llaman democracia a una nueva forma
de fascismo disfrazada de elecciones cada cuatro años y llaman neoliberalismo
al capitalismo salvaje. Lo importante no es como llamamos a las cosas, sino la
definición que damos a los conceptos y cual es su utilidad práctica. Cuando
ellos hablan de democracia no se refieren a lo mismo a lo que nos referimos
nosotros cuando utilizamos el mismo término. Para ellos, democracia, es
legitimar con el ejercicio del voto su ejercicio del poder, para nosotros, sin
embargo, democracia supone la plena participación del pueblo en todos los
asuntos públicos, tanto políticos, como económicos y culturales. De hecho,
para poder diferenciar los contenidos que unos y otros queremos dar al término,
ellos la adjetivan llamándola 'democracia representativa' y nosotros
'democracia participativa'. Ocurre con numerosos términos y conceptos y, lógicamente,
con el término Memoria Histórica ocurre lo mismo. Para ellos es algo
inexistente, porque de existir rompe sus cadenas de dominación cultural, para
nosotros es real y forma parte de nuestra cultura y de nuestra lucha por la
emancipación de los pueblos. Forma parte de la lucha cultural. La Memoria histórica,
en este sentido, combate directamente el pensamiento unipolar, se contrapone
frontalmente al mismo porque derriba tópicos que sirven a las estructuras de
dominio de las clases dirigentes de las que emana. En muchos escritos hemos
apuntado numerosas razones para realizar este ejercicio humanitario, cultural y
político, llamado Recuperación de la Memoria Histórica, pero hay una de ellas
con un sentido ideológico claro y conciso que no deja lugar a dudas: la
reconstrucción de la historia de una derrota, la de la clase trabajadora de
este país. Son varias las cuestiones que podemos plantearnos respecto a la
situación actual en que vivimos y que nos llevan a hacernos preguntas concretas
cuyas respuestas se encuentran en esa investigación histórica que el
desarrollo de este movimiento social (ya podemos llamarlo así) nos permite.
¿Por qué casi la totalidad de los cuerpos que se encuentran en las fosas
comunes perdidas que se están abriendo pertenecían a personas de izquierdas
asesinadas por el franquismo?
¿Cómo se acumularon muchas de las grandes fortunas de este país y se
incrementaron otras?
¿Existe relación entre las matanzas de personas de izquierdas y la acumulación
de capital en nuestro país?
¿Qué papel jugó el franquismo en la formación de esas fortunas?
¿Qué hizo la izquierda de este país, qué fuerza tenía en aquellos momentos,
para que decidieran eliminarla físicamente?
¿Cómo se articulaban las luchas populares durante la II República?
¿Qué papel jugó el capitalismo internacional en la ayuda y mantenimiento del
régimen franquista?
¿Qué era la izquierda de entonces? ¿Qué diferencia a la izquierda actual de
la de aquella época ?
¿En situaciones históricas similares, como la de Chile, que doctrinas económicas
se impusieron por la fuerza tras la represión contra la izquierda? ¿Qué
doctrina económica se impuso tras la victoria del franquismo? ¿Qué doctrina
económica preside nuestra vida actual?
¿Qué efectos tuvo todo esto en el proceso de la transición y en nuestra
actual democracia?
Son preguntas cargadas de contenido ideológico, preguntas no contestadas aún
por la investigación histórica y, sin embargo, preguntas que nos afectan día
a día. Ninguna de estas preguntas ni sus respuestas pueden considerarse de
forma aislada, su contemplación de forma relacionada nos dan la visión general
de un problema no resuelto. Hay cientos de preguntas más que han quedado sin
contestación. Se ha hecho un relato de los acontecimientos tan desprovisto de
contenido ideológico (incluso desde la izquierda) que se ha creado una historia
de los vencedores (la de los tópicos franquistas) y una historia de la
democracia formal contra el franquismo (aceptada oficialmente por una gran parte
de la izquierda de este país), pero nunca nos han mostrado realmente los
conflictos de clase en toda su realidad y extensión a través del proceso histórico.
La historia relatada como lucha entre democracia y fascismo se ha transformado
en una extensión de la primera, para legitimar la situación política actual,
transformándose ambas en una extensión de la dominación en forma cultural. Lo
que estamos haciendo es escribir y divulgar la historia de la lucha de las
clases populares por conseguir una vida mejor y como las clases dirigentes
iniciaron una guerra y practicaron la represión para impedirlo. Con ello se
reconstruye la historia de las clases subalternas frente a la historia de las
clases dirigentes, tanto de las herederas del franquismo como de las que
detentan parte del poder del estado burgués en la actualidad y no se sienten
herederas del régimen anterior.
El desconocimiento, ya no de la historia real, sino incluso de la historia
oficial nos hace caer constantemente en incongruencias y contradicciones que nos
llevan a ser partidarios de lo que las clases dirigentes nos dictan. Por
ejemplo, desde la historia oficial, nadie se atrevería a llamar terrorismo al
acuchillamiento de soldados franceses en la Puerta del Sol durante el 2 de mayo
de 1808. Sin embargo, nuestros antepasados lo hacían mientras daban 'vivas' al
rey más absolutista que haya gobernado nuestro país, nos referimos a Fernando
VII (tatarabuelo del actual) y las tropas napoleónicas nos traían la
democracia burguesa emanada de la Revolución Francesa. Eran invasores que
llevaban en sus mochilas las nuevas ideas de Libertad, Igualdad y Fraternidad,
pero lo hacían por afán expansionista y por consideraciones geoestratéticas
del 'Gran Corso' que quería aislar a Gran Bretaña del resto de Europa en la
disputa por la hegemonía mundial que se mantenía en aquellos momentos.
Nosotros olvidamos nuestra propia historia oficial (y digo oficial porque habría
mucho que discutir sobre los tópicos históricos tejidos alrededor de esa mal
llamada guerra de independencia) y nos permitimos la libertad de llamar
terrorismo a los actos de resistencia del pueblo iraquí, cuando realmente
estamos allí para obtener nuestra parte en el botín y defender los intereses
económicos y geoestratégicos del imperialismo estadounidense. Los siete espías
españoles (y vamos a empezar a llamar a las cosas por su nombre), tristemente
muertos en Iraq, no lo han sido como consecuencia de un atentado terrorista,
sino de una acción legítima de guerra defensiva realizada por la -también legítima-
resistencia iraquí, frente a la ocupación de su territorio por fuerzas
militares de países extranjeros que, al igual que Bonaparte quería hacer con
nosotros, trata de imponerles la democracia representativa burguesa, al estilo
occidental, por la fuerza, como excusa para quedarse con su petróleo y
controlar militarmente la zona. Bajo el prisma del conocimiento de nuestra
propia historia oficial es legítimo que los iraquíes acuchillen en sus calles
soldados americanos, británicos, españoles o de cualquier otra nacionalidad
ocupante; de no hacerlo así, estaríamos legitimando la invasión napoleónica.
Hemos de recordar que el PP, todos los años rememora aquel 2 de mayo a 'bombo y
platillo' y rinde homenaje a los caídos en las calles de Madrid luchando contra
la francesada o arcabuceados el 3 de mayo en la Moncloa, en la Montaña del Príncipe
Pío o en el Paseo del Prado. Si consideramos terroristas a la resistencia iraquí
también deberíamos hacer lo mismo con los españoles que se resistieron con
las armas a la invasión francesa.
Otra importante razón para realizar este ejercicio, tan nostálgico según
algunos, es mejorar y perfeccionar nuestra democracia que, sin hundir sus raíces
en la historia de la lucha contra el franquismo y tomar como referentes a los
que lucharon por ella, queda desnaturalizada. Nuestra constitución no hunde sus
raíces en la historia y, por lo tanto, tan sólo sirve a los intereses de las
clases dominantes en el momento que se promulgó. Es una constitución
deshistorizada y por lo tanto, las 'reglas del juego' que marca no sirven para
progresar, sino para mantener las estructuras de dominación económica y política
que existían anteriormente. Basta ver la situación a que hemos llegado en la
que el único derecho que se ha desarrollado plenamente es el de la propiedad
privada, retrocediendo todos los demás, y como el conservadurismo político se
ha adueñado de toda la sociedad. Nuestra actual carta magna sirvió, en su
momento, para salir del paso de forma coyuntural, para crear un marco que
hiciese posible la convivencia en momentos muy delicados y difíciles, de ahí
vino su aceptación por la mayoría de nosotros, fue un tímido avance, pero
poco más. Su propia deshistorización ha impedido su desarrollo al responder en
un momento dado a una situación determinada, no a un proceso histórico. Al no
hacer mención a los largos años de lucha, se obviaba la historia real ocurrida
para que olvidásemos los orígenes del dominio establecido. Es la constitución
de una clase, la dirigente, aceptada por todos responsablemente para impedir
nuevos baños de sangre pero, al mismo tiempo, un auténtico corsé para las
clases subalternas. Por ejemplo, si dijésemos que la familia Borbón está
deslegitimada para ser adalid de la democracia por su historia de corruptelas,
absolutismos, trata de esclavos, apoyos económicos y políticos al franquismo
y, además, posiblemente mantiene extraños y oscuros negocios cuya historia hará
que en el futuro se lleven las manos a la cabeza nuestros nietos, inmediatamente
seríamos tildados de antidemocrátas, traidores, terroristas... incluso, con
este párrafo estoy, posiblemente, poniéndome yo mismo en peligro, haciéndome
acreedor a posibles denuncias y represalias. Porque hay muchas formas de
silenciar a alguien cuando se tiene el poder económico y político. Todos
conocemos personas -cuando no lo hemos experimentado nosotros mismos- que
sufrieron, en su momento, una persecución de estas características que les
costó el puesto de trabajo (forma muy sutil y difícil de probar para callar a
una persona). Sin embargo, la falta de respeto a derechos fundamentales como el
del trabajo y la vivienda dignos, no ha llevado a ninguno de nuestros
gobernantes a los tribunales ni han sido tildados de antidemócratas, ni de
terroristas, ni nada por el estilo. Se nos dice a menudo que la constitución y
la monarquía dan estabilidad al país, sin embargo, al deshistorizar las
relaciones de poder no nos percatamos que la estabilidad nos la da nuestro
propio sentido de la responsabilidad como pueblo, porque no fue la monarquía la
que luchó por la democracia, sino el pueblo, las personas que combatieron
contra el fascismo dentro y fuera, los que cayeron en los frentes de batalla,
ante los piquetes de fusilamiento, los que sufrieron privación de libertad...
Es una Constitución que sólo sirve al mantenimiento del poder por parte de una
minoría y deja pocas expectativas de avance a las clases populares, porque una
constitución que legitima la monarquía y la propiedad privada mientras relega
al olvido a los que lucharon por la democracia no es una constitución de todos.
Son varios puntos los que deberían ser modificados en nuestra constitución,
pero nada de lo que se cambie en un futuro servirá si en ella no se hace mención
a los que lucharon por la democracia y no se reconoce y repara a todos los que
sufrieron como consecuencia de ello.
Historizar la política, contar la historia de como los ricos se opusieron
fuertemente a la democracia durante la II República y vencieron al pueblo con
la fuerza de las armas y por la imposición del terror, no es bien visto por las
clases dirigentes. Por eso el PP no apoyó el homenaje a las víctimas del
franquismo, porque era un intento de historizar la democracia y llenar de
contenido histórico nuestra constitución. Si continuamos por este camino
quedarán al descubierto muchos tópicos y deslegitimadas muchas de las
estructuras de poder existentes. No esperemos que el PP lo acepte. Según Michel
Parenti 'no hay mistificación más fundamental para el capitalismo que el
silencio que se mantiene sobre sus orígenes', por eso, cualquier contenido
ideológico que queramos dar a lo que llamamos Recuperación de la Memoria Histórica
será atacado por ellos. La reflexiones que realicemos en ese sentido ponen en
evidencia demasiadas cosas como para que puedan admitirlo. No están callados,
cada día lanzan más fuertes sus exabruptos. El homenaje de todas las fuerzas
parlamentarias democráticas (el PP con su ausencia y negativa al homenaje ha
demostrado que no lo es) a las víctimas del franquismo es un nuevo gesto, pero
un gesto que quedará baldío si no sirve para que inmediatamente se tomen
medidas legislativas al respecto y haya continuidad en el tiempo.
Nos atacan diciendo que somos neoantifascistas. En verdad, debemos
enorgullecernos de serlo, porque ante el neoliberalismo -que no es otra cosa que
el neofascismo-, sólo queda ser eso, antifascista o, si lo prefieren nuestros
enemigos, neoantifascista. Porque la extrema derecha no es débil como se nos
quiere hacer creer, es más fuerte que nunca, dirige el mundo a través de los
partidos mayoritarios en EEUU y lo hace también en España a través del PP.
Siguen gobernando y dominando todas las superestructuras, tienen controladas
todas las instituciones del estado y, a través de ellas, dominan también las
estructuras, ejercen un control sobre todo lo que ocurre en la sociedad. Nunca
dejaron de controlarlas y sólo han cambiado de nombre su ideología porque sus
objetivos poco han variado. No necesitan recordar a Franco porque su pensamiento
vive permanentemente en ellos, por eso nos dedicamos a recordárselo nosotros.
El neoliberalismo persigue los mismos objetivos que el fascismo y no desdeña
del uso de la violencia para conseguirlos. Cuando dos ideologías persiguen lo
mismo y son capaces de usar los mismos medios violentos y la misma clase de
manipulación mediática las transforma en dos matices de lo mismo: el
capitalismo salvaje impuesto como sea y a fuerza de lo que sea. No olvidemos que
en Chile el baño de sangre contra la izquierda sirvió para imponer las tesis
neoliberales de Milton Fiedman y sus 'Chicago Boys'. Como esta nueva forma de
imponerse, basada en la corbata de seda italiana, trata, en los países
occidentales, de tomar formas democráticas (matizadas siempre por sus
defensores como 'representativas', ya que ni hablar quieren de la 'democracia
participativa'), lo hemos llamado fascismo de terciopelo, aunque ya han
demostrado que, bajo esas apariencias civilizadas, llevan un uniforme militar
que se ponen en cuanto nace algún ápice de resistencia a sus intereses económicos
y, aunque sus camisas no sean negras, pardas o azules, se uniforman y se arman
hasta los dientes para matar y encerrar sin ninguna clase de garantía legal, ni
contemplación, acusando de terrorismo, a cualquier menor de edad que arroje una
piedra a un tanque. ¿Qué harán cuando el resistente usa un AK-47 y es un
mayor de edad? Qué poco se habla de Guantánamo.
Cuando nos acercamos a los problemas que estamos tratando con la Memoria Histórica
y hablamos de Derechos Humanos y legislación internacional, también estamos
combatiendo el pensamiento unipolar. Aunque la Declaración Universal de los
Derechos Humanos de 1948 es sistemáticamente pisoteada, supone uno de los
restos de las conquistas conseguidas cuando el mundo era bipolar. Constantemente
están intentando dejarla sin contenidos, sin embargo está ahí y aún no ha
sido tocada en su redacción, aunque es constantemente vulnerada obviando su
existencia. Algunos nos aferramos a ella como una gran conquista de la
humanidad, alumbrada a la luz de la existencia de los dos grandes bloques, al
igual que ocurre con los restos del estado del bienestar (los pocos que quedan).
Por mucho que quieran hacernos creer que existe un mundo unipolar y un
pensamiento único, algunos somos conscientes que no es así, porque muchos nos
sentimos herederos de ese mundo bipolar y vamos a defender las conquistas que se
realizaron en aquella época que aún no nos hayan arrebatado totalmente. Existe
un pensamiento múltiple enfrentado al pensamiento único de las clases
dominantes política y económicamente y, si existe un pensamiento múltiple y
distinto al que nos quieren imponer, pueden construirse realidades múltiples y
distintas a las existentes. La Memoria Histórica hace referencia a la historia
del pensamiento múltiple y, por tanto, sirve para construir esas nuevas
realidades alternativas al mundo uniformado bajo un sólo pensamiento que tratan
de imponernos.
José Mª Pedreño
7 de diciembre de 2003