La Losa (Segovia). Banderas contra el miedo
José
Mª Pedreño
En la excavación que Foro por la Memoria realizó, en el término
municipal de La Losa, para rescatar los cuerpos de Pedro Aparicio, Pedro Sebastián,
Julián Martín, Abel de Pablos y Miguel Durán, todos ellos miembros de la
junta directiva de la Casa del Pueblo de Otero de Herreros (Segovia), cientos de
emociones y razones se agolparon en nuestras mentes y corazones. Quizás fue el
esfuerzo realizado por todos, la calidad humana del colectivo que estaba
realizando la labor, no sé...tal vez el dolor, la rabia...Eran militantes de
izquierda, asesinados en plena juventud (el mayor tenía 36 años). Por respeto
a las familias no habíamos izado la bandera tricolor. Bueno- para no mentir- la
habíamos izado pero, al llegar los familiares, la quitamos...Les pedimos
permiso y nos dijeron que debíamos ponerla de nuevo, que no debíamos haberla
quitado... era la bandera de los caídos, es la bandera que está en nuestros
corazones.
En algunas ocasiones las familias se han opuesto al uso de las banderas. Es una
lástima, sobre todo cuando se rescata el cuerpo de un militante (la mayoría lo
eran); y digo que es una lástima por que, en definitiva, es lo que querían los
verdugos: hacer desparecer todas nuestras banderas. Practicaron un terror
calculado, con premeditación, listas negras y alevosía, para que nuestra
sociedad fuese lo que hoy es: una sociedad despolitizada que ha asumido los tópicos
franquistas, impuestos mediante la dialéctica de las pistolas y las palizas.
Nos han dejado bien gravado en las mentes que estas muertes fueron ocasionadas
por "envidias", "malas querencias" o cualquier otra causa
que no tuviese que ver con la política. Es la forma que el enemigo usa para
hacernos olvidar que, un día, asesinaron a nuestros compañeros por que estaban
construyendo una sociedad moderna, solidaria, participativa, libre e
igualitaria. Esos principios son los que llenaban de contenido la bandera
tricolor y son los principios que impulsan nuestro compromiso con esta causa.
La necesidad de ser rigurosos pasa por que las familias, y todo nuestro pueblo,
conozcan la verdad de los hechos, por sacar de nuestra cabeza la red de mentiras
que el franquismo ha ido tejiendo durante años, porque las victimas fuimos
todos. A estos cinco compañeros se les acusó de impulsar y apoyar una huelga
general contra el golpe de estado fascista. Como si fuese un delito vergonzante
promover la huelga general frente a un golpe de estado contra las instituciones
legalmente establecidas.¡Qué bien ha trabajado el miedo todos estos años! El
rigor pasa por explicar que el delito fue alzarse en armas contra el gobierno de
la república, la huelga frente a este hecho se transformaba en un derecho y un
deber de los ciudadanos honrados.
Promover una huelga no transformó en delincuentes a estos cinco compañeros,
sino en héroes de la democracia y ciudadanos ejemplares.
Cuando uno ve los restos mortales de un militante asesinado por el fascismo, se
imagina así mismo en las mismas circunstancias, es inevitable pensar en ello.
"Si esto me hubiera ocurrido a mí ¿cómo me hubiera gustado que
rescatasen mi cuerpo? ¿Cómo me hubiera gustado ser enterrado? ¿Cómo me
hubiera gustado ser recordado?" Sin embargo ¿Por qué muchos de los
familiares de las personas asesinadas por el fascismo no piensan así? ¿Cuál
fue el nivel y el alcance del terror? El trabajo riguroso para desentrañar la
verdad nos dará la respuesta.
He hablado con numerosas familias en estos dos últimos años. Uno se sorprende
como los hijos de un alcalde del Frente Popular niegan que su padre estuviese
metido en política o que la sobrina de un militante comunista, dirigente de una
casa del pueblo, mantenga que a su tío lo mataron por envidias. Caló tanto el
terror que ha sido fácil para el pensamiento neoliberal individualista,
dirigido desde las actuales clases dominantes, herederas de los asesinos,
introducirse muy bien en el pensamiento de las familias, que se han vuelto
sumisas a fuerza de décadas de represión. Sólo quieren el cuerpo de su
familiar, enterrarlo dignamente, transformar el recuerdo en algo privado, el
olvido colectivo en definitiva, el pensamiento único neoliberal penetrando en
la Memoria Histórica. Las propias familias, sin saberlo -o por miedo- les
asesinan dos veces negando el carácter político de su asesinato. ¡Qué
horror! Si mi cuerpo yaciese acribillado a balazos en un descampado y mi familia
olv idase las ideas que defendía. ¡Qué dolor! Si en mi paso a la eternidad no
fuera amortajado por nuestras viejas banderas. ¡Qué rabia! Si mis asesinos
quedasen impunes incluso para la Historia.
El objetivo de aquella bárbara represión no era otro que obtener una sociedad
totalmente sumisa a los intereses de los poderosos; una sociedad que al llegar
la "democracia" pensase que la libertad era sólo emitir un voto que
no cuestionase los poderes fácticos; una sociedad que mirase para otro lado
ante los abusos de los poderosos, encerrada en sí misma, individualista, poco
dada a las relaciones sociales que no tuviesen una base económica y siempre
sujeta a los dictámenes de las clases dominantes. Se quiere tergiversar la
historia de lo que fueron aquellos años porque eso es lo que perseguían los
asesinos, para que sus descendientes tuvieran más fácil la tarea de mantener
sus privilegios. La pregunta que debemos hacernos es: ¿por qué los fascistas
mataban a los dirigentes de las casas del pueblo, de los ateneos libertarios y
republicanos, a los alcaldes y concejales del Frente Popular, a los
sindicalistas, a los maestros, a los librepensadores, a las juntas directivas de
co operativas obreras y campesinas? Hay historiadores (por llamarles de alguna
forma) que siguen negando la matanza y otros que, cuando ésta se hace evidente,
utilizan los viejos tópicos que nos contaban en el colegio. Ponen como causa de
la muerte la envidia y las "malas querencias" tratando de ocultar las
verdaderas razones: las ordenes de los generales y jerarcas fascistas para
"limpiar" España de "rebeldes", de luchadores por la
justicia, la libertad y la democracia. Tienen miedo a despertar los fantasmas
del pasado ¡Cómo no va a ser así! Basta imaginar que ocurriría en este país
si volviésemos a llenarlo de casas del pueblo y de ateneos, dejando vacíos los
centros comerciales. Tendríamos una sociedad articulada alrededor de valores y
principios sociales y no, tal como está ocurriendo en estos momentos, una
sociedad alienada alrededor del consumo y los intereses económicos. Esos son
los fantasmas que no quieren que despertemos, provocaríamos un renacimiento
cultural que pon dría nuevamente en peligro sus privilegios.
¡Que tristeza! Que difícil recomponer esta sociedad todavía destrozada psíquicamente
después de tantos años, manipulada y alienada por tanta mentira. El
individualismo neoliberal que impregna todas nuestras leyes da la razón a las
familias, pero... ¿Quién da la razón a los muertos? Franco quería eso,
familias impregnadas de terror, transmitiéndose el miedo de generación en
generación, sumisas, dispuestas a olvidar y sepultar a sus muertos en silencio.
Pero son tantos y tantos miles los muertos, hombres y mujeres de izquierdas, que
no pueden ser sólo de las familias, son muertos de todos.
Sólo hay una forma de expulsar el miedo y el terror: haciendo que las viejas
banderas hondeen al viento. Es la mejor forma de respetar y honrar a nuestros caídos.
Si tuviésemos la oportunidad de preguntarles, seguro que nos dirían lo que
cualquier militante piensa: enterradme junto a mis compañeros, bajo la bandera
que defendí y que todo el mundo sepa que mi único delito fue luchar por la
Libertad.