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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

Ike y el olvido republicano  

 
 
 
Miguel Bernardo

La Nueva España   16 de Enero de 2009

 

     Se acaba de cumplir el 50.º aniversario de la visita a la España franquista del trigésimo cuarto presidente americano «Ike» Eisenhower. Aquella fría tarde del 21 de diciembre de 1959 se le adelantó un día «el Gordo» al general Franco cuando el mandatario americano descendió de la escalinata del Boeing 407 en la base de Torrejón después de una gira de 35.000 kilómetros por once países.

      Las relaciones bilaterales con «el amigo americano» iniciadas ya en 1953 y que dieron lugar a las bases americanas de Torrejón, Rota, Morón y Zaragoza culminaban cuando Ike ponía pie en tierra firme americana (Torrejón de Ardoz). Ironías de la vida, o mejor dicho intereses estratégicos puros y duros, el que fuera máximo estratega del desembarco de Normandía en la II Guerra Mundial daba el espaldarazo definitivo al que hiciera tan buenas migas con Hitler y Mussolini.

     El aparato franquista, al más puro estilo «Berlanguiano» y seis años después del rodaje de la extraordinaria película, ponía en escenario real y no de ficción la recepción de aquel «plan Marshall» impulsado por EE UU para reconstruir la Europa de la posguerra y del que España quedó al margen: 60.000 banderas, 20.000 retratos de ambos mandatarios, 1.000.0000 de bombillas, 360 proyectores de iluminación y centenares de arcos del triunfo florales se utilizaron en el apartado decorativo, a lo que hay que sumar el millón de «extras» que ovacionaban a los protagonistas al paso del coche descubierto. Como regalos del anfitrión al visitante: el título de alcalde honorífico de Marbella y el del miembro de honor de la Federación de Béisbol.

       La otra cara de la moneda la ponía aquel Gobierno de la República en el exilio encabezado por Félix Gordón Ordás, decepcionado ya por la no intervención aliada tras la II Guerra Mundial, pero tímidamente esperanzado por la condena que en 1945 la ONU hizo de la España del dictador. Una esperanza que se desvaneció cuando esta organización miró para otro lado en diciembre de 1955 tras la bendición de la democracia americana a la dictadura. Aquella visita, cuatro años más tarde, supuso rubricar aquel hecho y para los republicanos, el exilio del exilio, el más duro quizás, el camino del ostracismo definitivo: el olvido.

     Cincuenta años después, los republicanos siguen olvidados y siguen en su exilio particular. El hecho de no dejar que ninguna fuerza netamente republicana se presentase en las primeras elecciones del 77 exilió por tercera vez, con el beneplácito del PSOE y del PCE, a los liberales republicanos. Republicanos en esencia como dicen en Galicia, «haberlos haylos»: unos están cansados, otros esperando en sus tribunas el gran torrente republicano, los menos se atreven a clamar en el desierto de esta partitocrática democracia y otros dicen serlo mientras se cobijan en el posibilismo de partidos que rinden pleitesía monárquica. Mientras tanto, el exilio continúa y el 50.º aniversario de la visita de Ike Eisenhower, nos lo recuerda.

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Miguel Bernardo es Secretario General de Izquierda Republicana
 

 

 

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