Sobre la muerte de Mariano Constante (1920-2010)
En la
muerte del revolucionario comunista, el preso número
4.584 en el campo de exterminio en Mauthausen.
Salvador López Arnal
UCR
8 de Febrero de 2010
Aragonés de Capdesaso (Huesca), un pueblo cercano a
Peralta de Alcofea (de donde eran mis padres, mi tío, un
soldado republicano muerto en la batalla del Ebro, y mi
abuelo, un campesino fusilado por la guarda civil
caminera en el Camp de la Bota de Barcelona en
octubre-noviembre de 1939), militante del Partido
Comunista de España, combatiente en la resistencia
popular contra el golpismo franquista en la 43ª División
del Ejército republicano español, la división de la
"Bolsa de Bielsa", militante también de las Juventudes
Socialistas Unificadas (JSU), las juventudes del PSUC
[1], Mariano Constante Campo falleció el pasado
miércoles 3 de febrero cuando estaba a punto de cumplir
90 años. Había nacido en 1920.
Exiliado en Francia desde febrero de 1939, formó parte
de una Compañía de Trabajadores Extranjeros al servicio
del Ejército francés, cayendo prisionero en junio de
1940. Fue deportado a Mauthausen por su militancia
antifascista hasta su liberación en mayo de 1945. Más de
cuatro años en el infierno. Viviendo, combatiendo. De
los 841 republicanos aragoneses encarcelados en
Mathausen, murieron 474.
Como otros, como muchos luchadores comunistas, Mariano
Constante no sólo logró subsistir en circunstancias que
apenas logramos pensar sino que, junto a otros, logró
organizar la resistencia en el campo. Fue el preso
número 4.584.
Entre sus publicaciones, merecen destacarse Los que
sí hicimos la guerra, un ensayo que solía recomendar
Manuel Vázquez Montalbán, Los años rojos, Yo
fui ordenanza de los SS y Republicanos Aragoneses
en los campos nazis.
Mariano Constante seguía siendo militante del Partido
Comunista de España y era miembro de Izquierda Unida.
Un escritor, un profesor, un
comunista catalán, Francesc Xavier Pardo, ha acuñado
bien una moneda de la lucha antifranquista en su
memoria: “Mariano Constante (al igual que Joan Pagès),
fue de los primeros que en los años 70 hablaron
abiertamente sobre el campo de concentración nazi de
Mauthasuen ligándolo a su experiencia personal, en dicho
campo, como cautivos republicanos españoles hasta la
liberación en mayo de 1945. Muchos os acordaréis de sus
materiales precariamente filmados en "super 8", montados
en "Ayxelà", y de la película de Alain Resnais, "Nuit et
brouillard" [Noche y Niebla], con la que ilustraban sus
charlas clandestinas... Y ellos dos, hace tres y cuatro
décadas, fueron de los primeros, también, en ir a dar
conferencias sobre su experiencia concentracionaria a
algunos institutos públicos de Barcelona (e incluso a la
"Escuela de Ingenieros" de Barcelona en 1974), del bajo
Besós y del Bajo Llobregat [zonas próximas a Barcelona].
Fuimos muchos los que quedamos, para siempre, atrapados
por esta historia entonces desconocida, y por su
historia…” [2]
Yo fui también uno de los jóvenes
estudiantes-trabajadores que se quedó atrapado por su
historia, totalmente desconocida para nosotros entonces
como apunta Xavier. Atrapados para siempre desde luego.
Hasta la victoria siempre, viviendo tenazmente en el
sendero de la no claudicación, camarada, compañero. No
es necesario recordártelo, nunca lo has olvidado, pero
recordémoslo todos [3]:
Recuérdalo tú y recuérdalo a otros,
cuando asqueados de la bajeza humana,
cuando iracundos de la dureza humana:
Este hombre solo, este acto solo, esta fe sola.
Recuérdalo tú y recuérdalo a otros.
[…]
Que aquella causa aparezca perdida,
nada importa;
Que tantos otros, pretendiendo fe en ella
sólo atendieran a ellos mismos,
importa menos.
Lo que importa y nos basta es la fe de uno.
Por eso otra vez hoy la causa te aparece
como en aquellos días:
noble y tan digna de luchar por ella.
Y su fe, la fe aquella, él la ha mantenido
a través de los años, la derrota,
cuando todo parece traicionarla.
Mas esa fe, te dices, es lo que sólo importa.
Gracias, compañero, gracias
por el ejemplo. Gracias por que me dices
que el hombre es noble.
Nada importa que tan pocos lo sean:
Uno, uno tan sólo basta
como testigo irrefutable
de toda la nobleza humana.
Pero no fue tan sólo uno. Fueron, siguen siendo,
muchos más de los que ellos, como cantaba Raimon, dicen
y piensan.
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