Política y religión
Emir Sader
Sin Permiso
18
de Enero de 2010
Una de las más importantes conquistas democráticas del
mundo contemporáneo es la separación entre religión y
política. No es que no tengan nada que ver, pero las
relaciones políticas, sociales, cívicas, no pueden ser
orientadas por las opciones religiosas. Los Estados
democráticos son Estados laicos.
Todos debemos ser iguales ante las leyes, sin influencia
de nuestras opciones individuales, religiosas, sexuales,
de diferencias étnicas, etc. Somos diversos en nuestras
opciones de vida, pero debemos ser iguales en nuestros
derechos como ciudadanos.
Los Estados religiosos – sean islámicos, sionistas u
otros – hacen de las diferencias religiosas elementos de
discriminación política. Chiitas y sunitas tienen
derechos distintos, conforme a la tendencia dominante en
los países islámicos. Judíos y árabes son personas con
derechos totalmente distintos en Israel. Para dar apenas
algunos de los ejemplos más conocidos.
Un Estado democrático, republicano, es un Estado laico y
no religioso ni étnico. Que no establece diferencias en
los derechos por las opciones privadas de las personas.
Al contrario, garantiza los derechos a las opciones
privadas de las personas. En estas debe existir la mayor
libertad, con el límite de que no se debe perjudicar la
libertad de los otros que hicieren sus opciones
individuales y colectivas.
Por razones de su religión, las personas pueden optar
por no hacer un aborto, por no divorciarse, por tener
relaciones sexuales sólo para la reproducción, por no
casarse con personas del mismo sexo. Son opciones
individuales, que deben ser respetadas, por más que las
consideremos equivocadas y se las combata en la lucha de
ideas. Pero ninguna religión puede querer imponer sus
concepciones a los otros, sean de otras religiones o
humanistas.
La educación pública debe ser laica, respetando las
diferencias étnicas, religiosas, sexuales, de los otros.
Los que quieren tener educación religiosa pueden tenerla
en las escuelas religiosas, conforme a su credo. Los
recursos públicos deben ser destinados a las escuelas
públicas.
De la misma forma, la salud pública tiene que atender a
todos, conforme sus opciones individuales, sin
perjudicar el derechos de los otros.
La Teología de la Liberación es un importante medio de
despertar conciencia social en los religiosos, como
alternativa a la visión tradicional, que favorece la
resignación (esta vida como “valle de lágrimas”, o de
sufrimiento como vía de la salvación). Pero no puede
intentar imponer visiones religiosas a toda la sociedad
que, democrática, no opta por ninguna religión. Los
religiosos deben orientar a sus fieles, conforme a sus
creencias, pero no pueden intentar imponer a los otros
sus creencias.
Religión y política son cosas diferentes. La opción
religiosa o humanista es una opción individual, de la
misma forma que las identidades sexuales, las de origen
étnico u otras de ese tipo.
Mezclar religión y política, tener Estados religiosos –
Irán, Israel, Vaticano, como ejemplos – desemboca en
visiones dictatoriales, hasta incluso totalitarias. En
la democracia, los derechos individuales y colectivos
tienen que ser garantidos para todos, igualmente. Nadie
puede tener más derechos o ser discriminado, por sus
opciones individuales o colectivas, en cuanto no
perjudique los derechos de los otros.
Que podamos ser diversos, mientras no perjudiquemos a
los otros. Iguales, en los derechos y en las
posibilidades de ser diferentes. Diferentes sí,
desiguales, no.
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Emir Sader
es director ejecutivo de Clacso y miembro del Consejo
Editorial de
SinPermiso
Traducción para www.sinpermiso.info: Carlota
Miranda
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