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Entrevista a Luigi Tosti: "Italia, una página negra para la laicidad"

 

 
Sandra Buxaderas

Público  25 de Enero de 2010

Juez italiano contrario a los crucifijos de los tribunales. Le impiden ejercer por no acatar una circular de Mussolini

      El juez italiano Luigi Tosti acaba de ser apartado de sus funciones por negarse a impartir justicia bajo un crucifijo. Tosti es un Quijote italiano que vela en solitario "por la libertad religiosa y la laicidad del Estado". En vez de molinos, arremete contra las cruces en los tribunales, que cuelgan de las paredes en virtud de una circular de 1926 dictada por el gobierno fascista de Benito Mussolini.

      En 2003, trató de quitar una cruz en un tribunal de Camerino, en la región de Las Marcas, pero se lo impidieron sus superiores. Tosti se negó a impartir justicia si no le reconocían sus derechos y acabó procesado. Desde hace cuatro años, ni ejerce ni recibe un sueldo. El Consejo Superior de la Magistratura (el CGPJ italiano) le apartó ayer de la magistratura. Él mismo había declarado que no quería ejercer hasta que no se retirasen todos los crucifijos de los tribunales de Italia.

El juez Luigi Tosti lleva cuatro años sin poder ejercer ni recibir sueldo.

¿A quién se dirigirá ahora?

Con el derecho en la mano, no me esperaba esta sentencia. Se ha escrito una página negra para la laicidad del Estado italiano. Impugnaré el veredicto ante la Corte de Casación, y ante el Tribunal de Estrasburgo si es necesario.

El Tribunal europeo ya ha dictado que el crucifijo sea retirado de las aulas, pero el Gobierno de Berlusconi ha presentado recurso y dice que no está obligado a cumplir sus sentencias.

El Gobierno debe cumplirlas y los jueces deben aplicar la jurisprudencia europea. La sentencia sobre los colegios es similar a mi argumentación sobre los tribunales.

El órgano rector de los jueces italianos le condena por su "indisciplina".

A nadie se le puede obligar a padecer una violación de los derechos de la persona, y menos en un principio constitucional, el de la laicidad del Estado. Al negarme a impartir justicia bajo un crucifijo, he tutelado la Constitución. No sé cómo han podido condenarme. Es un error jurídico enorme.

Dice que no parará hasta quitar todos los crucifijos de los tribunales. Algunos católicos opinan que se les lesionará un derecho.

Si se pone un crucifijo para complacer a un juez católico, se discrimina a las demás personas presentes. El juez puede exponer el crucifijo en casa o colgárselo del cuello.

Le suelen contestar que el crucifijo no es un símbolo religioso, sino cultural.

Aun así, mi argumento de no imponer culturas es válido, porque el Tribunal Constitucional ha reconocido la igualdad entre culturas, tradiciones, opciones filosóficas.

Los jueces italianos le han dejado solo.

Es grotesco, pero se entiende, porque los jueces que abrazan batallas acaban condenados. Hay miedo. El consejo superior de los jueces no ha querido admitir que mis tesis son exactas y responden a la Constitución y a la Convención de Derechos Humanos.

 

 

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