¿Bush en Haití?, una
bofetada a la tragedia
Vicky Peláez
Cuba Debate
24 de
Enero de 2010
Recurrir a Bill Clinton y a
George W. Bush para que ayuden en la tragedia de Haití
es ignorar el daño que ocasionaron ambos líderes a este
país sufrido y constituye uno de los actos más cínicos
del presidente Barack Obama.
Fue precisamente en 1991 cuando el gobierno
de George Bush (padre) apoyó el golpe de Estado contra
el legítimo presidente populista Jean-Bertrand Arístide
por sus intentos de retornarle a su pueblo la dignidad,
a través de suaves reformas socioeconómicas que fueron
percibidas por Washington como una sublevación contra el
neoliberalismo globalizado.
Sin embargo, la resistencia de los haitianos
obligó al gobierno estadounidense, ya bajo la
presidencia de Bill Clinton, a mandar a sus marines para
reinstalar a Arístide en el poder en 1994. Pero para
castigar su desobediencia al plan económico neoliberal
impuesto por los EE.UU., que los haitianos denominaban
“plan de la muerte”, Clinton declaró el embargo
económico para estrangular al país, donde más de 80% de
la población vivía en la pobreza, de los cuales 54%
sobrevivían con menos de un dólar al día.
George W. Bush (hijo) fue inclusive más lejos
cuando Arístide, que fue reelegido, trató en 2004 de
crear los comités populares y formar un sistema de
Defensa Civil para prevenir las tragedias humanas
durante los desastres nacionales como el terremoto que
ha devastado al país, la semana pasada. Esta iniciativa
fue percibida por los halcones de Bush como un ‘intento
comunista que peligraría los intereses nacionales
norteamericanas’.
Enseguida reactivaron los escuadrones de la
muerte que desestabilizaron al país y dieron un pretexto
a los Estados Unidos para detener y deportar a Arístide,
con el cuento que había renunciado. Tras de esto
impusieron presidentes lacayos y lograron que las
Naciones Unidas mandaran soldados para ocupar y
administrar el país de acuerdo con los intereses de las
trasnacionales.
Las grandes potencias occidentales nunca
perdonaron que Haití haya sido el primer país negro
independiente, ni que haya expulsado a los franceses en
1804, a pesar de la ayuda que les dio Thomas Jefferson,
quien temía que “la rebelión de 500 mil esclavos en
Haití daría estímulo a los esclavos en Norteamérica”.
En venganza de su liberación, los franceses
obligaron a Haití a pagar una indemnización que en el
dinero de hoy sería 28 mil millones de dólares, lo que
llevó a este país, entonces el más rico de América
Latina, al desastre. Al irse los franceses, los
estadounidenses se “interesaron” por la riqueza del
país: el azúcar.
En 1915 lo invadieron y permanecieron allí hasta
1934, tiempo en que se produjo la deforestación y el
desastre medioambiental. En ese tiempo el secretario
naval Franklin D. Roosevelt, el que sería en el futuro
presidente de los Estados Unidos, escribió la
constitución de Haití.
En realidad cada presidente estadounidense hizo algo
para arruinar más a este país. Ronald Reagan favoreció a
los criadores de cochinos estadounidenses y ordenó a
Haití a destruir sus 400 mil cerdos, bajo el pretexto de
la gripe porcina cuya presencia nunca fue comprobada.
Bill Clinton hizo destruir la producción de
arroz y ahora Barack Obama les promete 100 millones de
dólares de los 500 millones embargados por Clinton,
¡como ayuda desinteresada!. Es más, ha enviado 10 mil
marines armados en vez de rescatistas y médicos. El
Fondo Monetario Internacional les promete 100 millones
de dólares de préstamo con intereses.
Hoy Obama se burla de Haití y del mundo,
encargándole la terea de ayuda a George W. Bush, el
presidente que miraba desde un avión, tras el huracán
Katrina, cómo morían los afroamericanos en Nueva
Orleans.
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