Virtud y realidad republicana
Francisco Prendes Quirós
Ateneo Republicano de Asturias 31 de Diciembre de 2009
En
este reino, reina, a más del titular del
reino, el vicio cívico: desigualdad,
insolidaridad, robo, defraudación,
cohecho, son las señales de identidad de
grupos, personas y sociedades. Ni las
más pías organizaciones, ahí esta la
Conferencia de los Obispos, nido de
víboras preparadas para asaltar al
Estado, se libran de esta trágica
identidad.
Son ya muchos los libros que narran la
forma y manera en que los edecanes
regios labraron la fortuna personal de
S.M.
Frente a la FORTUNA ACTUAL, don Gonzalo
Puente Ojea, secretario de la embajada
de España de Atenas, antes, cuando y
después de la boda del aspirante al
trono con la entonces princesa Sofía de
Grecia, recuerda las apuros económicos
del actual monarca, cuando no tenía por
ningún título, ni fortuna familiar, o
otros ingresos que los cuarenta mil
duros que irregularmente le hacia llegar
el general incubador del reino, don
Francisco Franco Bahamonde, al parecer
padre putativo de doña Carmen, del mismo
apellido, que por gracia real ostenta el
título, quizá hasta con grandeza, de
duquesa de Franco…, reconociendo en
ellas la virtudes del dictador y
asesino.
De jugar con trenes eléctricos y pedir
dinero a toda hora, a fortuna grande,
pasando por capítulos tan chuscos y
conocidos, de las cartas árabes con las
que el amigo de una sola mano, pedía
millones a los primos árabes…, para
engrasar los dos carrillos, el político
y el personal: la fortuna.
Si tal es la conducta económica y moral
de la cabeza del Estado, ¿Qué puede
extrañarnos que de ella abajo, todo el
cuerpo social, cuello, pecho, espalda,
cadera, pies y manos, del Presidente
Autonómico al humilde concejal, emplee
sus momentos libres y las oportunidades
de sus conocimientos, en atesorar la
posible “fortunita” personal, que ha de
garantizar la independencia ideológica
del interesado, y hasta residencial,
cuando el “manitas” alcance el dichoso
umbral de la tercera edad.
Al norte, al sur, al este y al oeste, la
vida publica del reino de España “linda”
(parece nombre de vaca) con la
corrupción. Las islas, por afortunadas,
no iban a ser menos.
Tampoco habían de quedar atrás ni la
casta valencia, ni la señorial
Barcelona.
Todo es lodo. Comisión. Obra. Camino.
Puerto.
Ni un solo ciudadano puede sentirse
orgulloso de pertenecer a semejante
camada de lobos hambrientos. Ni la
primera casa puede seguir colocando
hijas/hijos, yernos en puestos inútiles,
pero regiamente retribuidos, por el solo
méritos de “ser vos quien sois”. Resulta
un insulto a las generaciones jóvenes el
que las infantas y "consuertes" perciban
tremendos salarios y se lucren de
influencias y proyectos.
Frente a tanta humillación, sólo queda
la ilusión de la edad de oro. Nunca ha
habido edad de oro, es cierto, pero es
necesario seguir manteniendo su ilusión,
para que lanzándola al futuro, la espera
del mañana honrado pueda sernos
soportable.
No se trata de cambiar cuatro leyes.
Leyes sobran. Y muchas deben cambiarse
también, las electorales y de partidos.
Y la constitución para dar entrada a la
soberanía popular.
Robar y matar está penado en todos los
códigos. De los que, incluso, no están
exentos los reyes. Se trata de cambiar
el talante, el horizonte, la razón de
estar en el, o al, servicio público.
Se trata de clamar por la virtud cívica.
Por la dignidad. Por la cultura y el
orgullo ciudadano.
Cuando despreciemos al rico constructor,
que cementa su fortuna en la necesidad
del techo de los más, y en el empleo de
los peores materiales, y admiremos al
sabio que ofrece su saber y su ejemplo a
la juventud: Habremos progresado. Cuando
seamos capaces de lanzar desde todas las
ventanas todos los televisores a la
calle: Habremos progresado. Cuando
seamos capaces de cerrar, con leyes
justas, la entrada y paso por el país a
los berlusconis del mundo entero:
Habremos progresado. Cuando seamos
capaces de arrancar del pecho de los
españoles la cruz del temor, y de
nuestros cuellos, el yugo de la
conformidad ignorante: Habremos
progresado.
Cuando dejemos de entender y aceptar que
un futbolista, o un tenista, o un
golfista, seguramente golfos los tres,
ganen decenas de millones, y un
científico cien mil euros al año:
Habremos progresado.
Cuando hayamos asumido que no hay más
soberano que el pueblo libre, instruido,
y menos instruido: Habremos dado un
poaso importante para alcanzar la
condición honorífica de ser ciudadanos
de la República Ideal.
Por ahora la República es un Ideal,
frente a la corrupción real: pronto, si
somos capaces de ser libres y
responsables de nuestros actos y
omisiones, la República, con paz y sin
patrones borbones, será espléndida
realidad.
Cuando acaba este año fatal, en que la
juventud ha perdido su trabajo, mientras
la Casa ganó en pluriempleo, es el
momento de lanzar un entusiasta Sursum
Corda, y brindar porque el próximo año
2010 sea el año de la Tercera República
real…
Por la Tercera República.
A los sones de la música de Riego,
¡¡¡Viva la República!!!.
Ateneo Republicano
de Asturias