El verdadero y gran problema. La
Iglesia Católica Apostólica y Vaticanista
Eduardo Calvo García
futurorepublicanismohispano.blogspot.com/
17 de Junio de 2009
Me admira extraordinariamente el
sentido ilusorio que embarga a casi todos los republicanos españoles. Están
empecinados en particularizar sus exigencias, bien sean estas: políticas,
económicas o sociales. Y, basándose únicamente en ellas, intentan alcanzar el
advenimiento de la III República. Un craso error.
Dan la impresión, que nos le preocupa y, de no tienen ni idea, a cerca de la
enorme bestia política y económica, a la que la República, se tendrá que
enfrentar, cuando llegue el momento. La Iglesia Católica, Apostólica y
Vaticanista.
Es un axioma que, en España, se deben solucionar sin demora las deficiencias
históricas que sufre: la política, la económica, la social, la lingüística y la
territorial. Pero, no es menos cierto, que, nada de esto se podrá llevar a cabo,
si antes no se prevén, los combates que se tendrán que librar contra la
verdadera y, principal fuerza antagónica, del republicanismo, con la único
objetivo, de situarla fuera de la esfera pública; de eliminar sus privilegios y,
anular sus injerencias, en todos los campos de la cotidianidad española. La
Iglesia Católica Apostólica y Vaticanista.
Antes de intentar solucionar cualquier deficiencia política, económica o social,
se ha de establecer, debe cristalizarse, el antagonismo entre la jerarquía
católica y el campo republicano. Debe quedar meridianamente claro la naturaleza
misma de ambas instituciones. La de la Iglesia y, la del Estado. La fe y la
Soberanía.
Las personalidades del campo republicano, deberán tener muy claro sí, a la
Iglesia Católica: ¿Se la deberá dejar en total libertad de acción en la vida
cotidiana de los españoles fuera de la esfera religiosa? ¿Las congregaciones
religiosas podrán permanecer en igualdad de condiciones que las asociaciones
civiles? ¿La Iglesia Católica, en su funcionamiento interno y, de acuerdo con
sus propias reglas, podrá negarse a rendir cuentas ante las instituciones de
control financiero de la República; y sí aceptar rendirlas, únicamente, a un
centro de poder exterior como es el Vaticano?¿Se debería cuestionar el Poder que
confiere y, asegura a la Iglesia Católica, su patrimonio financiero-
inmobiliario?
¿La República debería considerar ciudadanos de pleno derecho a los individuos
que ingresan o, permanecen, en el clero regular o, cualquiera orden monástica,
al haber renunciado, voluntariamente, a una parte de sus derechos fundamentales
cuando pronunciaron los votos de obediencia, pobreza y castidad, subordinando su
personalidad individual, en ese acto, a la decisión de un grupo; la Iglesia
Católica, Apostólica y Vaticanista?
A los franceses les hizo falta más de un siglo para entrar plenamente en la
Modernidad. El acto fundador no fue otro que, la Ley de separación de la Iglesia
y el Estado de 9 de diciembre de 1905; que, afianzaba a la República, sobre una
doble base: las reformas sociales y la emancipación de la conciencias. Repito,
les hizo falta más de un siglo, desde la toma de la Bastilla, para obtener el
resultado. Querer hacer desde aquí las cosas sin elevar al primer rango del
debate político, el problema de los abusos e injerencias en la vida cotidiana de
los españoles, por parte de la Iglesia Católica, me parece una temeridad. Una
intento de suicidio político.
A la Iglesia no se la podrá dominar haciéndole cosquillas o, aplicándole paños
calientes; ni mucho menos, con anodinos sermones laicos. A la Iglesia sólo la
podrá dominar el coraje y la sabiduría de unos hombres y mujeres capaces de
poner sobre la mesa, científica e históricamente, el problema que, esta secta
religiosa, ha significado y, significa, para España y el Mundo.
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Eduardo Calvo García
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