III
República
Raúl del
Pozo
El Mundo
17 de Abril de 2009
Llamaron a la Puerta del Sol y
alguien preguntó desde dentro:
-¿Quién llama?
-La República.
Así me cuenta Antonio Romero la II
República mientras prepara la
Tercera desde una Andalucía sin
trabuco, con hoz y el galgo.«Cuando
25 municipios se adhieran a la III
República, iremos a las Cortes para
exigir un referéndum. La República
siempre tuvo una raíz municipalista;
ahora la tendrá también». Los
parados republicanos ensayan,
después de las saetas, el himno de
Riego y La marsellesa; La
Internacional ya se la sabían. Como
anticipó el poeta, en la boca del
león muerto hacen panal las abejas;
si Europa despierta, tal vez las
monarquías se conviertan en parques
temáticos, así que no es un
disparate una República española
para acabar con la inmensa quiebra
autonómica. Yo lo sentiría por Doña
Letizia; por el Rey menos, porque el
otro día me dijo en Lucio que lleva
un cuchillo en la boca, seguramente
porque escribí que sube a las
alcobas en la cabra.
Pla no cuenta la historia como
Romero. Según el de Palafrugell,
alquilaron un taxi en el que iba
también Azaña. Maura ordenó: «A la
Gobernación». Azaña, asustado, dijo:
«Es usted un insensato; nos van a
ametrallar». «Si nos ametrallan, nos
ametrallan». En la Puerta del Sol
apareció un oficial de la Guardia
Civil.
-¿Desean los señores?
-Somos el Gobierno provisional de la
Republica.
La guardia formó. Azaña estaba
pálido como un muerto. A la misma
hora, Machado izaba la tricolor en
Segovia.
Ahora la Monarquía tiene el apoyo
del partido republicano que
gobierna. Pero hay movida. Anteayer,
en la Complutense, Julio Anguita,
espartaco de ludistas, y Cayo Lara
protagonizaron un mitin republicano.
Dicen los viejos comunistas que Cayo
tiene un discurso que entra como un
cuchillo en la mantequilla y que es
modesto, austero y lúcido.
Diecisiete municipios andaluces se
han adherido a la Red por la
República. Creen que a la tercera va
la vencida. La batalla parece
desigual pero las proezas nunca se
deciden por la masa sino por el
poder de las ideas. De ese parecer
es Felipe Alcaraz, que estuvo en
Asturias: «Propuse elecciones para
jefe de Estado, a las que también se
puede presentar Juan Carlos».
Habría que cambiar los rótulos de
los hospitales, los hoteles y los
aeropuertos, pero seguiría la
depresión. Si es por añoranza, bien,
pero hay que recordar que la Primera
acabó con el caballo de Pavía y el
de Martínez Campos después de los 52
estados; la Segunda, con una guerra
entre curas y maestros. Cuando
Ortega dijo: «Españoles, vuestro
Estado no existe: reconstruidlo»,
tal vez no estaba tan desbaratado
como ahora y «advino» la República,
como piensa Trevijano. La República,
como el descubrimiento de América,
llega por azar.
Las hazañas en España las hacen
personajes homéricos sin saberlo.