Domingo Benito
La Voz de Salamanca
3
de Enero de 2010
Minutos antes de comenzar la conferencia de Julio Anguita pensé que el corazón se me iba a salir del pecho. Afortunadamente, Julio entra por la puerta acompañado de Agustina y me dice “por mí no tenéis que preocuparos más, empezamos a la hora que digáis y estaremos aquí charlando hasta que se agoten las preguntas”. Ni el Valium es tan efectivo. De repente, el agobio, la ansiedad y esa sensación de ahogamiento que acompaña a quienes organizan actos a los que no saben si van a venir dos o dos mil desapareció fulminantemente. Tras cinco minutos de rigor, comienzo con la presentación.
¿Y después? Colosal. Anguita en estado puro: sinceridad, claridad, datos y una exposición calmada y educada. El silencio se podía cortar con una cuchilla en la Sala de Conferencias del Palacio de los Águila donde el centenar de butacas estaban ocupadas y había gente agolpándose en las esquinas, sentada en el suelo, apoyada en las paredes y más de uno escuchando desde fuera de la sala, al no poder entrar. Dos horas y media escuchando el resumen de un libro que está en camino y una docena de preguntas “que darían para una tesis” como dice antes de contestar una por una.
Sin ningún tipo de dudas, ha sido un honor poder ejercer de anfitrión, en representación de todos mis compañeros y compañeras, de una de las personalidades políticas más importantes de este país. Mucha gente me está parando por la calle estos días para felicitarme por el éxito del acto y todos coinciden en lo mismo: hemos aprendido una barbaridad. La intención no era otra, no pretendíamos hacer un espectáculo sino ofrecer una alternativa sólida, tranquila, educada, formada y no por ello menos revolucionaria. Una alternativa no impuesta sino que ha de ser construida por todos y todas, de ahí que el carácter de convocatoria. Tras un recorrido histórico por esta historia nuestra, comienza desmontando el mito: la república no es cambiar al jefe del Estado, al menos no sólo. Es “la guinda” como dice, pues el programa republicano llega mucho más lejos. Y ahí comienzan los ejes: los derechos humanos, la radicalidad democrática, la apuesta por la paz, la separación entre Iglesia y Estado, la educación y la austeridad… todo un programa sin siglas ni apriorismos… con la única intención de transformar la sociedad. “El que diga que va a poner en marcha el programa comunista es un imbécil, ponga en marcha estos puntos y verán, verán…”.
Y después una cena de todo menos aburrida, como se imaginarán ustedes. Un momento de reflexión donde sale la luz más humana y donde la coherencia y la posición es más clara. No todos los días tiene uno la oportunidad de pasar unas horas con alguien de quien hay tanto que aprender. Tras el regalo que él nos hizo, quisimos obsequiarle con un libro de fotografías de Ciudad Rodrigo y, llegado el momento, nos dio ánimos para el futuro a la vez que nos pedía algo que todos ya sabíamos.
Dice Gorka que no sabe si algún día llegará la Tercera República, yo creo que el futuro está en nuestras manos y que la sociedad será lo que nosotros queramos que sea. Es por eso que, hoy más que nunca, es la ciudadanía quien tiene que ir apostando por avanzar, a través de su participación, en los ejes republicanos que a grandes rasgos tuvimos la oportunidad de dibujar. El resto, dependerá de si somos conscientes de nuestros derechos y nuestros deberes ciudadanos. Son los ciudadanos y las ciudadanas las que han de hacer La República. En eso estamos y para eso era la convocatoria. Ahora queda saber si hay respuestas.
Feliz 2010.