¿Es
comprensible que el alcalde de Puerto Real de Izquierda Unida,
José Antonio Barroso, haya sido condenado a una multa por
injurias al Rey –por injurias graves, se señala en la sentencia-
por la que tendrá que pagar 12 meses de sanción a razón de 18
euros al día, es decir, un total de 6.480 euros? No es una
sanción justa pero es netamente comprensible. La sentencia,
emitida al término del juicio celebrado con fecha 2 de junio de
2009 en la Audiencia Nacional, señala que las afirmaciones del
alcalde de Puerto Real en las que llamaba al Jefe del Estado del
Reino de España "corrupto", "hijo de crápula" y "deleznable"
-además de hacer referencia a sus costumbres sexuales y a su
supuesta "vinculación etílica"- superan "la crítica política" y
caen en el "insulto personal". La sentencia muestra bien a las
claras, una vez más, por si fuera necesario, la democracia
demediada en la que nos movemos y refuta cualquier consideración
idílica sobre la Monarquía borbónica española. En España rige un
régimen borbónico protegido y las razones republicanas que
señalan que esta forma de Estado está totalmente periclitada,
surge de donde surge y está constitucionalmente protegida de
forma inadmisible quedan apuntaladas por casos como éste.
¿Es comprensible la afirmación del juez según la cual las
expresiones de José A. Barroso referidas al Rey son
"innecesarias" para defender las ideas republicanas que estaba
exponiendo? La respuesta no es evidente. No se acaba de entender
bien el concepto de necesidad que maneja el juez de la
Audiencia. ¿Cuál es la línea de demarcación entre lo necesario y
lo innecesario en ámbitos como éste?
¿Es comprensible que el ciudadano Barroso a las puertas de la
Audiencia haya señalado que sus declaraciones sobre el
"ciudadano Borbón" son "definiciones políticas" que se concluyen
de la lectura de documentos y libros de escritores e
historiadores? Es comprensible, como lo es que el alcalde de
Puerto Real haya señalado que no se considera "ni un exaltado ni
un lerdo", que tiene capacidad para interpretar "adecuadamente"
lo que sucede a su alrededor y que tampoco es un "lacayo" -por
ello, ha declarado, no se somete a las exigencias dinásticas- ni
un "cortesano" –y por ello no aplaude la "visión edulcorada y
catódica que no se corresponde con el honor que tienen que tener
la Jefatura del Estado".
¿Es comprensible que Cayo Lara haya declarado que el tema se
tendría que resolver "invitando el Rey a Barroso a tomar unas
copas a la Zarzuela" y dándole "una clase de republicanismo para
que el rey se ilustrara"? Pues la verdad, si ha sido así, no, no
resulta comprensible en absoluto. E incluso más: parece
inconsistente con otras declaraciones recientes del Coordinador
General de IU y muestra una forma de coleguismo o amiguismo
político totalmente inapropiado para el caso, que recuerda
además lo peor de la tradición política de estas últimas décadas
del PCE e IU respeto a la Monarquía borbónica. ¿Qué haría un
ciudadano republicano como Barroso en el palacio borbónico?
¿Puede ser ese un lugar de copas adecuado para un combatiente
comunista-republicano?
Por lo demás, los fiscales del Estado deberían tomar nota, por
si fuera necesaria su intervención, que muchos otros ciudadanos
hemos hecho declaraciones similares en otros actos republicanos
y que no tenemos ningún duda sobre la corrección política de
esos comentarios.
Nadie ha probado que las bases de las acusaciones sean falsas.
¿Alguien en su sano e informado juicio político duda de la
corrupción sistemática de la Casa Real durante estos 30 últimos
años? ¿Hay que recordar los casos de Javier de la Rosa y de
otros tantos amigos de la realeza española? ¿No se duda pero no
nos atrevemos? ¿Es necesario vivir con el permiso real? ¿El
resto, nuevamente, tiene que ser silencio?
PS: ¿No deberíamos apoyar entre todos al alcalde de Puerto Real?
¿No han multado a todo el republicanismo hispánico multándole a
él?