Queridos socios y socias de Europa Laica:
Hoy celebramos la fiesta civil de II República, casi único
período que el poder ejecutivo y el poder legislativo se
plantearon, en firme, establecer el Estado Laico. Para los
laicistas ha de ser motivo de recuerdo permanente aquellas
mujeres y hombres que, entre 1931 y 1939, lucharon para
modernizar el territorio español con todos sus pueblos,
comunidades, nacionalidades y países, difundir la educación y la
cultura a todos los rincones, depositar la soberanía en el
pueblo, dotar del voto a las mujeres e intentar repartir la
riqueza, entre otros extraordinarios avances. Fueron, una vez
más, los caciques de toda la vida, la iglesia católica y el
“fascio” que se había establecido en Europa, que junto a un
puñado de militares traidores a la democracia y políticos
corruptos, rompieron, con saña, el proceso, aprovechándose de
vergonzantes intereses y de la hipocresía internacional de uno y
otro lado.
De ese lamentable hecho histórico que ha marcado toda la segunda
mitad del siglo XX y lo que va del siglo XXI, hace que hoy la
tradición católica más ancestral y una parte del poder político
cómplice, nos sitúe, todavía, en un estado confesional católico.
Contra el que tenemos que luchar por dignidad y en defensa de la
democracia y de las libertades. Un estado confesional corre
riesgos de dar pasos atrás en cuanto a libertades cívicas, que
son la base en la que se sustenta la democracia