Lázaro
Cárdenas y su compromiso con la II República española
Teresa
Galeote
30 de
Enero 2005
El Inconformista
Digital.
"Cárdenas,
el Presidente mexicano vio cómo la guerra había prendido en España
después de un intento fallido de golpe de Estado. En aquellos dramáticos
momentos, uno de sus principales pensamientos fueron los niños y por ello
hizo un ofrecimiento al Presidente de la República española:
"Traigan los niños para acá".
Lázaro Cárdenas nació en Jiquipán de Juárez (Michoacán), en 1895.
Tomó parte en la revolución contra Victoriano Huertas y prestó
servicios al gobierno de Obregón. En 1928 fue elegido gobernador
constitucional de su estado natal. Durante su mandato se hizo muy popular
en todo México; cargo que terminó en 1932. Presidente del Partido
Popular Revolucionario, fue elegido Presidente de la República mexicana
en el periodo 1934-1940. Durante su mandato se nacionalizaron las compañías
petroleras extrajeras que se habían instalado en México. Más tarde, Cárdenas
fue secretario de Defensa hasta 1945. Murió en 1970. Los republicanos
españoles siempre estuvieron agradecidos a México y a un Presidente que
supo entender lo que sucedía en España, en esa España que quería
emanciparse del analfabetismo secular que la cubría con manto negro y de
un caciquismo que impedía crecer al pueblo y vivir dignamente.
Cárdenas, el Presidente mexicano vio cómo la guerra había prendido en
España después de un intento fallido de golpe de Estado. En aquellos
dramáticos momentos, uno de sus principales pensamientos fueron los niños
y por ello hizo un ofrecimiento al Presidente de la República española:
"Traigan los niños para acá". Azaña agradeció tan noble
gesto. No sólo Azaña, todos los republicanos lo hicieron. Cárdenas, y
con él México, fueron fieles a la República Española y lo demostraron
en todo momento. A medida que la incivil guerra avanzaba las puertas de México
se fueron abriendo cada vez más para acoger a los republicanos que
quisieran asentarse en aquellas tierras. Lázaro Cárdenas bien sabía el
valor de la República española que plantó cara al caciquismo que
paseaba por España. Él tuvo que hacerlo también en su patria;
arrancarla de las manos que la habían exprimido hasta dejarla seca.
Aquel verano de 1936, España estaba frente a la barbarie fascista que
recorría el continente europeo. El Acuerdo de "No injerencia"
del resto de los países la dejaron sola ante el peligro nazi que ya se
cernía sobre la humanidad; primero España, después Europa y más tarde
por el resto de los continentes.
Ante aquella soledad apareció Cárdenas, el hombre y el presidente que
supo estar al lado de la República española. Llevó el problema a la
Sociedad de Naciones esperando una respuesta que pusiera fin a lo que
ocurría en la madre patria, pero aquel organismo internacional mostraba
ya su debilidad endémica; alegando el Tratado de "No intervención
europeo" se lavaron las manos.
Allí se exilió la República; allí tuvieron cabida los intelectuales.
Tuvieron que expatriarse por pensar; por anteponer la razón al
servilismo. Cárdenas y México abrió los brazos a los españoles que no
pudieron convivir con la imposición y bajo la bota de la dictadura
franquista. Es justo que se rinda homenaje a un hombre que sirvió a su país
con una política puesta al servicio del pueblo y que supo comprender la
causa de la República española.
Cárdenas merece un homenaje que ahonde en lo que significó para la España
vencida, para los intelectuales, para la cultura y la dignidad de los
pueblos. El homenaje es necesario y llega cuando desde las catacumbas del
franquismo hay voces que se alzan para frenar cualquier atisbo de avance
en las libertades civiles, cuando se quiere imponer desde la Iglesia sus
verdades eternas. Esa Iglesia que siempre intentó gobernar nuestra vidas
y conciencias con el más absoluto desprecio a la diferencia.
Lazaro Cárdenas vive en el corazón de muchos hombre y mujeres que
lucharon y siguen luchando para que la justicia y dignidad de los pueblos
no sea una mero adorno estético en las declaraciones de principios, sino
la razón de ser de la humanidad.