La
otra historia de México y la República española
Jesús
Alejo
8 de Diciembre de 2005
La
relación del gobierno de Lázaro Cárdenas con la República española superó
la ayuda humanitaria.
La
intención de Mario Ojeda es reconocer la importancia de la participación del
gobierno de Lázaro Cárdenas en un momento en que se abandonó a la República
española. Foto: René Soto
Del compromiso de México con la República española en su enfrentamiento con
el franquismo, durante la Guerra Civil, se conocían los pasajes referentes a
la diplomacia o la apertura de Lázaro Cárdenas para la llegada de un amplio
número de exiliados a nuestro país, pero poco se había hurgado en la
vertiente de la ayuda militar.
Si
bien se sabía que la relación de México con la causa republicana incluyó
el envío de armas, la documentación al respecto no resultaba tan importante;
había que investigarla y a esa tarea se dedicó Mario Ojeda, autor del libro
México y la Guerra Civil española (Turner, 2005).
“La
Guerra Civil española es, quizá, el episodio del siglo XX que más
bibliografía ha generado, porque sigue siendo muy controvertido, muy polémico;
y en todas las grandes historias generales del tema se aludía a la ayuda
militar, pero de manera muy somera. Tuve la oportunidad de consultar los
archivos de la SRE, donde encontré documentación que hablaba de que la ayuda
era mucho más grande de lo que se había supuesto hasta ahora”.
El
investigador, doctor en Ciencias Políticas por la London School of Economics,
también trabajó en archivos británicos y franceses, donde se encontró con
historias verdaderamente increíbles de los envíos de armas, sobre todo
porque el México de aquella época era mucho más pobre, sin industrializar,
y que se haya involucrado de esa manera resultó impresionante.
“Este
país no era -ni es- una potencia militar. Pero quisiera decir que la ayuda
fue más que simbólica y testimonial, porque sí se mandó mucho más, aunque
tampoco México podía competir con la Alemania Nazi o con la Unión Soviética
o los Estados Unidos; aquí no había una industria armamentista equiparable,
pero se envió cuanto se pudo y hasta el final”.
Se mandaron aviones
De su acercamiento a las
fuentes, Ojeda recupera que la ayuda de México no sólo era testimonial,
sino buscaba subrayar el derecho de la República española a comprar armas,
frente a una insurrección militar que luego se convirtió en una intervención
extranjera por el apoyo de otros países europeos a Franco.
“Se enviaron en un
monto mucho mayor del que se ha hablado hasta ahora. Siempre se han
mencionado 20 mil fusiles y dos millones de municiones, y fue mucho más que
eso, al grado de que se mandaron cañones, metralletas, hasta aviones, un
aspecto desconocido que pudimos documentar”.
Roberto Fierro
Villalobos, jefe de la Fuerza Aérea Mexicana, organizaba compras de aviones
civiles en Estados Unidos, que se volaban de noche a través de la frontera
con México hasta el aeropuerto de Tejería, en Veracruz, donde se
desmontaban y empaquetaban en cajas para enviarse a España.
“Fueron alrededor de 40
aviones y se lograron enviar 13, porque el gobierno de Franklin D. Roosevelt
presionó a México para que cesara los envíos”, especifica Ojeda.
“Nosotros no sólo no
nos adherimos a esa política de no intervención de los gobiernos democráticos,
sino que mandamos lo que pudimos, con la esperanza de que los demás
hicieran lo mismo; pero no fue así, le dieron la espalda a la República.
Está documentado que el presidente Roosevelt lamentó no haberlos apoyado,
pese a que el general Cárdenas se lo pidió varias veces”.
La ayuda no sólo fue
militar, sino también económica, señala Ojeda, quien explica que en un
informe de la cancillería británica se habla de la entrega de lingotes de
oro a la República española; pero fue un dato que no pudo documentar en
los archivos mexicanos, lo que sí logró en el caso de las armas o los
aviones llevados a España.
Un momento estelar
Mario Ojeda acepta la
existencia de libros sobre la llegada del exilio español a México, pero a
su parecer hace falta reflexionar en torno a su papel durante la Guerra
Civil, del cual el exilio es la secuela o el corolario de una política de
apoyo a un gobierno legítimo y a una causa justa.
La República española fue gobierno progresista, electo en las urnas y que
enfrentó una asonada militar, explica, la cual se convirtió en una
intervención extranjera, “la del eje Berlín-Roma: Mussolini y Hitler
mandaron grandes contingentes.”
“Me parece que es uno
de los momentos estelares de la historia de México en el siglo XX, sobre
todo porque hemos sido un país introvertido, replegado sobre sí mismo, y
que Lázaro Cárdenas haya embarcado al país en una aventura del otro lado
del océano, me parece uno de los grandes hitos de la historia contemporánea
mexicana”.
Mario Ojeda recuerda que
los detractores de Lázaro Cárdenas —tanto mexicanos como españoles—
lo acusaron de haber violado la Doctrina Estrada. Desde su perspectiva, sin
embargo, se trata de un alegato falso, y plantea que el conflicto no se
solucionó en la lucha entre la asonada golpista de Franco contra el
gobierno de la República, en la cual no hubiera podido ganar Franco, quien
obtuvo la victoria gracias a la ayuda de Italia y Alemania y a la omisión
de las democracias de la época —Inglaterra, Francia y Estados Unidos—,
que le negaron a la República su legítimo derecho a comprar armas y a
resistir el embate.
“Por las presiones de
las grandes potencias, esa ayuda se dio de manera furtiva, incluso
clandestina; tampoco fue algo que se hiciera con bombo y platillo.” Pero México
la brindó siempre a la República española.
Jesús Alejo, Ciudad de México
*Fuente:
Milenio.com, 7 de diciembre de 2005