A los
Héroes Anónimos de la República
Pelayo García 15 de
Febrero de 2006
Güelo, hoy todos dicen que no reconoces a nadie, que tu enfermedad cubrió con
un tupido manto blanco tu mente. Dices frases incongruentes, dices que Madrid,
Valencia y Catalunya no pueden caer y nadie te entiende. Dices que hay que
detener a los sublevados, que la República no se rinde, que el Ejército
Popular sabrá defenderla, pero nadie te entiende. Dices que el triunfo está
cerca, que los fachas ¡No Pasarán!, Gritas en mitad de la noche: ¡Este es el
Ejército del Pueblo! Y nadie te entiende. Dices que en las montañas asturianas
todavía resisten “los del monte”, que ellos vencerán a Franco, que ni
todos bombarderos alemanes, ni todos los “moros” del caudillo podrán con la
fuerza revolucionaria de los asturianos, pero nadie te entiende. Hablas de
Pasionaria, de Azaña, de Negrín, pero nadie te entiende. Cantas la
Internacional, el Himno de Riego, a las Barricadas, pero nadie te entiende.
Reniegas de curas, de terratenientes, de nobles y de reyes, pero nadie te
entiende.
Hoy muchos dicen que estas loco, pero no es cierto, los locos son ellos. Son los
mismos que aquellos terribles años también te llamaban loco, aquellos que no
te creyeron cuando les hablabas de un mundo mejor, de la libertad de pensamiento
y de la igualdad de los hombres, los que se quedaron en casa aquel 14 de Abril
mientras tu recorrías Avilés con tu bandera tricolor, los mismos que se
quedaron en casa rezando aquel 1934 mientras tú avanzabas hacia Uviéu, los
mismos que permanecieron callados cuando te llevaron preso aquel Octubre Rojo pa
la Vidriera en Avilés. Los mismos que no ayudaron a tu mujer y a tus cuatro
hijos menores de 5 años, mientras permaneciste preso 15 meses. Son los que tras
el 18 de Julio te acusaron de rojo, los que raparon el pelo a la abuela, los que
iban vestidos de negro, mantilla y rosario en la mano todos los días a misa de
siete. Los que se daban golpes de pecho por la mañana y por la noche recorrían
el pueblo pistola en mano “paseando” al prójimo cerca de los muros del
cementerio. Los mismos que silenciaron con tricornios, sotanas, yugos y flechas,
la voz de grandes poetas, escritores, maestros, trabajadores.
Pero Güelo, yo sí creo en ti, sí te entiendo, sí sé que la República no
murió en el 39, sé que muchas personas como tú la conservaron en sus mentes y
en sus corazones, sé que os pudieron quitar la libertad de hablar, que os
pudieron quitar años de vuestra vida en las cárceles, pero nunca, a pesar de
todos sus intentos, consiguieron quitaros el derecho a pensar. Hoy tu mente
falla, pero no tus pensamientos, tus hijos y tus nietos, como los hijos y los
nietos de tus camaradas, sabemos quiénes fuisteis, sabemos todo lo que
sacrificasteis para que hoy gocemos de esta libertad. Por ello, a pesar de que
ese manto blanco cubre tu mente, debes saber que vuestro “Ejército Popular”
sigue en pie, con ánimos renovados, con soldados jóvenes, que utilizamos un
arma que es mucho más poderosa que las bombas o las balas, utilizamos la
PALABRA, defendemos vuestra trinchera con palabras, unidas unas con otras las
voces de los trabajadores por la República. Recuperamos la PALABRA que os fue
robada y ahora forma parte de nuestra bandera, mientras conservemos la palabra y
la capacidad de pensar seremos invencibles. Alcanzaremos por vosotros “El Otro
Mundo Posible”, la libertad y la emancipación de los trabajadores y llegará
para nosotros nuestro 14 de Abril y en ese momento seréis reconocidos como lo
que fuisteis realmente: “Los Héroes Anónimos de la República”.
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