La farsa de la NO intervención. El SOS republicano que nadie atendió

Diego Barcala

Público  1 de Febrero de 2010
 

Europa ignoró en 1937 las reiteradas peticiones de auxilio de la República ante la intervención del Eje Berlín-Roma

     En nombre del Gobierno español tengo la honra de comunicarle que España notifica por el presente telegrama su retirada de la Sociedad [de Naciones] de conformidad con el artículo primero párrafo tercero del pacto. Ministro de Asuntos Exteriores", Ginebra, 9 de mayo de 1939. Este escueto mensaje enviado a Suiza por Ramón Serrano Suñer, titular de Exteriores nombrado por Franco, concluyó la relación diplomática que la Sociedad de Naciones y el Gobierno de la República mantuvieron durante la Guerra Civil. El Ministerio de Cultura ha adquirido la valiosa documentación a la que ha tenido acceso Público, que describe la petición de auxilio desesperada de políticos, artistas e incluso soldados desde el frente antela invasión fascista.

La indignación en Oviedo por los bombardeos de la aviación italiana.

 

      La comunidad internacional hizo oídos sordos al SOS republicano. El peso de Francia, y sobre todo Gran Bretaña, en la Sociedad de Naciones provocó que las denuncias de la República ante la invasión de las tropas fascistas de Mussolini (Italia era un miembro de la organización) fuese en vano. "La intervención extranjera en nuestro país hace correr a la paz europea la amenaza de guerra internacional que se proyectó primero en territorio español extendiéndose a nuestras costas (...) esta situación obliga al pueblo español a levantar ante el mundo la voz de su más encendida protesta por la acción criminal de sus agresores", dice un telegrama firmando por José Giral, como ministro de Estado de España, ante la Sociedad de Naciones el 24 deagosto de 1937.

Ataque de buques italianos

      La misiva de Giral denuncia que los buques italianos están hundiendo los mercantes españoles en el Mediterráneo y que han hecho prisioneros en Guadalajara a "los camisas negras Andrea Cappone y Guiseppe Moretti". Exige la mediación del organismo, creado tras la I Guerra Mundial para mantener la paz en el continente. La República alude al artículo 10 del Pacto que establecía la independencia y no agresión entre los miembros del organismo.

      La desesperación por el avance de los franquistas hizo que llegaran a Ginebra cartas enviadas incluso desde el frente. "Como movilizado por el Gobierno de la República y como ciudadano libre expongo que vista la trágica labor del Comité de No Intervención (...) cuyos resultados son los intensos bombardeos en la retaguardia, pido a toda la humanidad justa que presione a los gobiernos para que cesen tan inhumanos métodos de guerra que solamente emplea el fascismo internacional", pide el 8 de julio de 1938 el soldado Joaquín Sagols Viñas.

"La no intervención fue una farsa", analiza el historiador Julián Casanova

        Desde el "Batallón de Ametralladores de la Base 1ª C. C. número 1", el "combatiente antifranquista" Francisco Álvaro Carralero, lamenta por carta el "abandono moral" de la comunidad internacional ante la invasión en una guerra "donde se ventila la paz de Europa, el sostenimiento de la democracia mundial (...) y el bienestar de los trabajadores". El soldado advierte al secretario general de la Sociedad del error de la no intervención y augura que "verán quién tenía razón cuando vean a sus mujeres e hijos morir", como ha visto él. La fecha de la carta, 20 de mayo de 1938, explica el pesimismo de las tropas republicanas, que confían poco en que tras 20 meses de guerra las democracias occidentales les ayuden.


 

Toneladas de bombas

        "La no intervención fue una farsa", resume el historiador Julián Casanova en República y Guerra (Editorial Crítica). Casanova destaca cómo Italia y Alemania se saltaron desde un primer momento el Acuerdo de no intervención firmado el 9 de septiembre de 1936 en Londres por el que se acordaba no enviar ni una bala a España. "La Alemania nazi arrojó 21 millones de toneladas de bombas" en España y la ayuda de Italia a Franco alcanzó los 73 millones de euros, según los estudios de John F. Coverdale, recogidos por Casanova. La URSS, que intervino dos meses después de iniciarse la contienda, envió 600 aviones.

      "La República estableció relaciones con la URSS siempre con notable independencia. ¿La estrategia diplomática de la República fue un fracaso? Digamos que el devenir de la guerra no ayudó y el triste papel de España como farolillo rojo de la Europa occidental tampoco", reflexiona el historiador Ángel Viñas.

         Los horrores de los golpistas y sus aliados llegaron a Ginebra en telegramas en un francés casi ininteligible. "La destruction de Guernica espiritual peuple basque par imperalisme etranger STOP La Catalonge fraternellement unie peuple basque ressent plus que toute autre nation grande douleur Euscadi STOP ce crime inexpiable, Lluis Companis, President de Catalonge".

       Las quejas ante el organismo llegaron desde todos los ámbitos. Un grupo de artistas y científicos del Comité contra la guerra y el fascismo trasladaron a la Sociedad de Naciones su "emoción" por la masacre de prisioneros en Málaga" y "por la invasión de contingentes extranjeros". Firmaron el telegrama personajes de renombre como André Malraux, John Dos Passos, Heinrich Mann o el profesor Paul Langevin.

         Las peticiones de ayuda llegaron hasta el final de la guerra. El funcionario de la Policía Jaime Vidal Isern se encontraba encerrado en el campo de concentración de Sant Cyprien, en el sur de Francia. "Hace un mes que me encuentro en este campo sin recursos económicos ni ropa que ponerme", describe desesperado. "Es mi deseo conseguir una generosa mediación para mi salida de este campo o por lo menos el mejoramiento de mis condiciones mientras dure mi exilio. (...) Son también mis deseos, amargado por la tragedia española, dirigirme a cualquier país americano", reclama el 11 de marzo de 1939.

       La presión diplomática llegó también a Suiza desde los sublevados que hablan de los "crímenes de los marxistas". El dirigente de Falange Manuel Hedilla se dirige el 23 de febrero de 1937 al presidente de la Sociedad de Naciones para advertirle de que "el Gobierno Soviético de Madrid" está cometiendo "exportaciones fraudulentas de oro" y avisa al organismo de que se va a arrepentir y "va a sentir horror" por haber "permanecido indiferentes ante el cúmulo de violencias y crímenes" cometidos. Hedilla asegura que sentirán "vergüenza ante la tibieza" demostrada. Falange denuncia que los "rojos" están evacuando "en trenes hacinados a niños y mujeres" camino de Rusia.

      Los republicanos se exasperaron por la traición de las democracias occidentales ante el avance del fascismo. Una decepción que muchos republicanos debieron volver a sentir cuando el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció el pasado lunes la condecoración a la Sociedad de Naciones y a varios museos internacionales por su labor en la salvación de las obras de arte del Museo del Prado durante la Guerra Civil. "España salda una deuda histórica", enfatizó.