Construir
la República
Manifiesto Unidad Cívica por la República
Abril de
2006 |
* Se
permite la reproducción total o parcial y su
utilización en los actos republicanos |
Setenta y cinco años después de
aquel 14 de Abril de 1931 en el que la mayoría del pueblo español,
con entusiasmo y responsabilidad, proclamaba la Segunda República
Española y expulsaba del país a la nefanda monarquía borbónica, los
republicanos de toda condición, comprometidos con los valores
democráticos de Libertad, Igualdad, Justicia y Solidaridad que
dieron sentido al inmenso contenido social y emancipador que supuso
la Constitución de la Segunda República, venimos hoy aquí a
reafirmarnos en la vigencia de aquellos valores con el compromiso de
perseverar en nuestra lucha, defendiendo e impulsando el modelo de
estado republicano democrático, federalista, laico y solidario hasta
la abolición de la vigente monarquía y la consecución de la III
República.
En estos
últimos años, y en especial, desde las movilizaciones contra la
guerra que inundaron nuestras calles de banderas republicanas,
apreciamos, con nitidez y con no menos esperanza, un imparable auge
del movimiento republicano. Así, si ya la instauración de la
manifestación anual contra la monarquía y por la República el 6 de
diciembre supuso un resurgir del movimiento republicano, con la
incesante constitución de ateneos, de asociaciones y de colectivos
republicanos a todo lo largo y ancho del país y la proliferación de
medios digitales de información de índole republicana, así como por
los innumerables actos y convocatorias que con motivo del 75
aniversario de la II República se están programando en todo el
Estado, además de la encomiable labor que vienen desarrollando las
organizaciones republicanas en cuanto a la recuperación de la
memoria son, en suma, un ejemplo incuestionable de que el movimiento
republicano avanza.
Pero para que
la República sea una realidad, de manera natural y democrática, es
preceptivo que todos aquellos que propugnamos la República, seamos
más; que haya más republicanas y más republicanos, que exista una
masa social republicana fuerte y activa que incida en todos los
ámbitos de la sociedad, en lo político, en lo social y en lo
cultural, que la vaya impregnado de los valores que han significado
el modelo republicano y que, en la medida de su fortaleza y razón
democrática, sean asumidos por los partidos políticos de raíz
republicana rompiendo, sin ambages y con valentía, las ataduras que
impuso la transición.
Al respecto,
el movimiento republicano, desde la independencia y la diversidad
que le caracteriza, tiene una labor importante a desarrollar en
adelante. Construir la República. Labor ingente, sin duda, pero a
todas luces gratificante.
Construir la
República significa intensificar nuestra denuncia de la monarquía
impuesta por el franquismo y de la constitución de 1978 que la
sustenta, dado que, por simple razón democrática, es toda una
contradicción con la República que demandamos y con la misma
Democracia.
ºEn este
sentido, es ineludible nuestro rechazo a la vigente constitución de
1978 que otorga al soberano y a la institución monárquica,
privilegios tales que conculcan la Declaración Universal de los
Derechos Humanos de NN. UU. de 1948, suscrita por España, y los más
elementales ordenamientos jurídicos y democráticos en todo lo
referente a la igualdad y no discriminación ante la Ley; ya en el
caso de la sucesión a la Jefatura del Estado; ya al considerar a la
monarquía como “inviolable”, por encima de toda Ley; ya asignándola,
vía Presupuestos del Estado, una cantidad (art. 65) que distribuye
libremente y sin obligación de declarar IRPF ni patrimonio; ya al
declarar al rey no responsable de sus actos (art. 56.3), es decir
que no puede ser juzgado en caso de delito. Constitución que, a su
vez, confiere a la monarquía poderes anacrónicos y antidemocráticos
como son el “hacer guardar” la propia Constitución (art. 61), el de
ejercer el “mando supremo” de las Fuerzas Armadas (art. 62 h), que,
al tiempo, tienen la no menos preocupante misión de defender “el
ordenamiento constitucional” y de “defender la integridad
territorial de España ” (art. 8). Aspectos, éstos que se utilizan
como espantajo ante las demandas de un mayor autogobierno por parte
de las nacionalidades del Estado Español.
De ahí que ante la reforma
constitucional que nos vienen anunciando, la posición de los
republicanos no puede ser otra que la de superar
el actual régimen
monárquico, mediante la
exigencia de la convocatoria de un referéndum entre Monarquía y
República que
propicie la ruptura democrática y el inicio de un proceso
constituyente.
Hacer República es,
asimismo, promover las iniciativas necesarias que sirvan para
reparar la injusticia del olvido de nuestro pasado. A los treinta
años de la muerte del dictador, la democracia española está en la
obligación de avanzar en la reconciliación que obligatoriamente
conlleva el agradecimiento y reconocimiento de los hechos y sobre
todo de las personas que fueron derrotados primero y perseguidos
después, por defender la democracia. El olvido de estos gestos y
estas gestas sigue siendo la continuación de su derrota.
Así, si la transición
pactada, de la dictadura franquista al régimen actual de libertades,
no restituyó la legalidad y legitimidad de la II República, si la
misma “equiparó” la dictadura con la II República y en la práctica
supuso una “Ley de punto final” para los que golpistas, la
transición no resolvió los derechos de las víctimas y afectados por
el golpe de estado, la guerra y la dictadura, ni tampoco los de los
republicanos reprimidos por los nazis. Todavía más de 35.000
asesinados están en cunetas y campos. Todavía en pueblos y ciudades
nuestro país las denominaciones de miles de calles y plazas hacen
referencia al pasado régimen franquista y a hechos de relevancia
antidemocrática
Por ello, y porque
cuando, precisamente, en este mes de Abril se cumplen 75 años de la
proclamación de la II República y, en julio, 70 desde el inicio de
la Guerra Civil, es un buen momento, en todos los actos y
celebraciones que se lleven a efecto, para que los republicanos
recuperemos el tiempo perdido redoblando las demandas para que,
definitivamente, se restaure la memoria y se solucionen las
numerosas injusticias pendientes. Consecuentemente, desde las
organizaciones republicanas continuaremos presionando para que el
Gobierno y el Parlamento resuelvan de una vez por todas, los
derechos de las víctimas y afectados por la represión franquista y
fascista, así como por la definitiva supresión de esa toponimia
preconstitucional y contraria a los valores de respeto y convivencia
en libertad. Toda una muestra del deber moral e higiene democrática
que los republicanos demandamos.
Pero para la consecución
democrática de la República no basta con la legítima recuperación de
la memoria ni consiste en el cambio en la Jefatura del Estado del
monarca por un presidente de la República, sino mediante un proceso
político y social que vaya cimentando la arquitectura de la III
República que propugnamos
En este sentido, construir
hoy la República es contribuir a la lucha por la paz. El precedente
del artículo 6º de la Constitución republicana de 1.931 debe ser
para los republicanos una referencia de carácter imperativo. Nuestro
compromiso en la defensa de los Derechos Humanos, por la Justicia,
por una cooperación justa que favorezca el desarrollo sostenible y
el bienestar social, reivindicando un futuro en
PAZ, COOPERACIÓN y SOLIDARIDAD con todos los países del mundo
así como la desvinculación de nuestro país de la OTAN son los ejes
que los republicanos demandamos en cuanto a las relaciones
internacionales.
Contribuir a la Paz, es,
asimismo, mostrar nuestra satisfacción a ante el alto el fuego
permanente determinado por ETA y manifestar nuestro apoyo a la
apertura de las vías de diálogo oportunas que posibiliten la
adopción de medidas políticas que superen, definitivamente, el
estado de violencia que hemos padecido y el marco político y
judicial que, de la misma manera, ha impedido la expresión política
de un amplio sector de la sociedad vasca.
En el marco del Estado
Federal que propugnamos, construir la República significa
reivindicar mayores cotas de autogobierno de las comunidades y
nacionalidades superando el actual marco estatutario y las
constantes tensiones que esta cuestión históricamente ha producido.
Siempre bajo el respeto al principio de subsidiariedad y desde el
reconocimiento del derecho a la libre determinación
La Laicidad
del Estado y de las Instituciones es fundamental en la construcción
del Estado republicano. De ahí que la separación de las Iglesias y
el Estado, la derogación del concordato con el
Vaticano de 1953, la enseñanza de la religión en la Escuela Pública,
las subvenciones a la enseñanza religiosa, el sostenimiento de su
profesorado, del clero y sus instituciones son retos a combatir por
todos los republicanos y una meta a superar con el establecimiento
de la III República.
Pero no habrá República sin
reconocimiento de los derechos sociales. La lucha, por una sociedad
más justa, de pleno empleo, que erradique la precariedad laboral, la
discriminación y el racismo; que facilite el acceso a la vivienda
digna y, en especial, a los jóvenes, que proteja el medio ambiente y
combata la especulación inmobiliaria y financiera; que mediante la
protección social plena salvaguarde las pensiones; que garantice una
enseñanza laica,
no discriminatoria, pública, de calidad y gratuita a todos los
niveles; que dignifique la Cultura y sea accesible a toda la
sociedad; que potencie la empresa pública y los servicios públicos
esenciales con especial atención a la Sanidad y al Transporte, son
retos que el actual
ordenamiento constitucional ha sido incapaz de resolver y que,
en suma, los republicanos no podemos eludir, debiendo estar
presentes en nuestra lucha cotidiana por la consecución de la III
República.
Con estas pautas de
trabajo, con el propósito y convencimiento que el conjunto del
movimiento republicano nos hemos impuesto y por pura razón
democrática, estamos convencidos que la República llegará y será una
realidad más pronto que tarde. A todos los republicanos, sin duda,
nos espera un trabajo ingente, incluso difícil. La República no nos
la regalarán, habrá que conquistarla.
¡Por la convocatoria de un
referéndum Monarquía-República!
¡Por el inicio de un
proceso constituyente!
¡Por la República!
¡Viva la III República!
Abril 2006