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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   

 Documentos UCR Manifiesto Fundacional de UCR Afiliación  Criterios Republicanos 

 

 

 Miércoles, 6 de Diciembre de 2006

Manifestación en Madrid

12 horas. Cibeles- Sol 

Suscriben el Manifiesto: Asociación Manuel Azaña; Fundación Luis Bello; Fundación Santiago Casares Quiroga; Izquierda Republicana; SOCIEDADE GALEGA POLA REPÚBLICA, Unión de Juventudes Comunistas de España; Unidad Cívica por la República.  

Para adherirse al manifiesto 

Construir la República                           

             Sin lugar a dudas 2006, año en el que se  acaban de cumplir el 75 Aniversario de la proclamación de la II República ha sido un año pródigo en celebraciones conmemorativas de aquel período de nuestra historia que supuso para España y para la ciudadanía avances democráticos muy significativos en cuanto a libertades y derechos sociales. Hoy, 6 de diciembre de 2006, setenta y cinco años después de aquel 14 de Abril de 1931 en el que la mayoría del pueblo español, con entusiasmo y responsabilidad, proclamaba la Segunda República Española y expulsaba del país a la nefasta monarquía borbónica, los republicanos de toda condición, comprometidos con los valores democráticos de Libertad, Igualdad, Justicia y Solidaridad que dieron sentido al inmenso contenido social y emancipador que supuso la Constitución de la Segunda República, nos reafirmarnos en la vigencia de aquellos valores con el compromiso de perseverar en nuestros esfuerzos, defendiendo e impulsando el modelo de estado republicano democrático, federalista, laico y solidario hasta la abolición de la vigente monarquía y la consecución de la III República.

 

           En estos últimos años, y en especial, desde las movilizaciones contra la guerra que inundaron nuestras calles de banderas republicanas, apreciamos, con nitidez y con no menos esperanza, un imparable auge del movimiento republicano. Así, si ya la instauración de la manifestación anual contra la monarquía y por la III República, el 6 de diciembre supuso un  impulso del movimiento republicano, con la incesante constitución de ateneos, asociaciones y colectivos republicanos a todo lo largo y ancho del Estado, o mediante la proliferación de medios digitales de información de índole republicana, así como por los innumerables actos y convocatorias que con motivo del 75 aniversario de la II República se han realizado en todo el Estado, además de la encomiable labor que vienen desarrollando las organizaciones republicanas en cuanto a la recuperación de la memoria son, en suma, ejemplos incuestionables de que el movimiento republicano avanza.

            Pero para que la República sea una realidad, de manera natural y democrática, es preceptivo que todos aquellos que propugnamos la República, seamos más; que haya más republicanas y más republicanos, que exista una masa social republicana fuerte y activa que incida en todos los ámbitos de la sociedad, en lo político, en lo social y en lo cultural, que la vaya impregnado de los valores que han significado el modelo republicano y que, en la medida de su fortaleza y razón democrática, sean asumidos por los partidos políticos de raíz republicana rompiendo, sin ambages y con valentía, las ataduras y silencios mediáticos que impuso la transición. Al respecto, el movimiento republicano, desde la independencia y la diversidad que le caracteriza, tiene una labor importante a desarrollar en adelante: CONSTRUIR LA REPUBLICA. Labor ingente, sin duda, pero a todas luces gratificante.  

         Construir la República significa intensificar nuestra denuncia de la monarquía impuesta por el franquismo y de la constitución de 1978 que la sustenta, dado que, por simple razón democrática, es toda una contradicción con la República que demandamos y con la misma Democracia.  

         En este sentido, manifestamos nuestro rechazo a la vigente constitución de 1978 porque otorga al soberano y a la institución monárquica, privilegios tales que conculcan la Declaración Universal de los Derechos Humanos de NN. UU. de 1948 y 1966 -suscrita por España- y los más elementales ordenamientos jurídicos y democráticos en todo lo referente a la igualdad y no discriminación ante la Ley; ya en el caso de la sucesión a la Jefatura del Estado, ya al considerar a la monarquía como “inviolable”, por encima de toda Ley; ya asignándola -vía Presupuestos del Estado- una cantidad que distribuye libremente y sin obligación de declarar IRPF ni patrimonio (art. 65); ya al declarar al rey no responsable de sus actos), es decir, que no puede ser juzgado en caso de delito (art. 56.3). Constitución que, a su vez, confiere a la monarquía poderes anacrónicos y antidemocráticos como son el “hacer guardar” la propia Constitución (art. 61); el de ejercer el “mando supremo” de las Fuerzas Armadas (art. 62 h) y que, al tiempo, tienen la no menos preocupante misión de “defender el ordenamiento constitucional” y de “defender la integridad territorial de España ” (art. 8). Aspectos, éstos que se utilizan como espantajo ante las demandas de un mayor autogobierno por parte de las nacionalidades del Estado Español.

         De ahí que ante la reforma constitucional que nos vienen anunciando, la posición de los republicanos no puede ser otra que la de superar el actual régimen monárquico, mediante la exigencia de la convocatoria de un referéndum entre Monarquía y República que propicie la ruptura democrática y el inicio de un proceso constituyente.

        Construir la República es, asimismo, promover las iniciativas necesarias que sirvan para reparar la injusticia del olvido de nuestro pasado. A los treinta años de la muerte del dictador, la democracia española está en la obligación de avanzar en la reconciliación que obligatoriamente conlleva el agradecimiento, el reconocimiento oficial y la reparación moral y jurídica por los daños sufridos a todos aquellos que, defendiendo la legalidad republicana, la democracia, la libertad y el progreso en España, fueron por ello represaliados durante la guerra civil, sufrieron el exilio, el expolio o padecieron la represión durante la larga noche del franquismo. 

        Así, si la transición pactada, de la dictadura franquista al régimen actual de libertades, no restituyó la legalidad y legitimidad de la II República, si, al tiempo,“equiparó” la dictadura con la II República y si en la práctica supuso una “Ley de punto final” para los golpistas no resolviendo los derechos de las víctimas y afectados por el golpe de estado, la guerra y la dictadura, ni tampoco a los de los republicanos reprimidos por los nazis. Si aún hoy más de 35.000 asesinados se encuentran enterrados en cunetas y campos; si todavía en pueblos y ciudades de nuestro país las denominaciones de miles de calles y plazas hacen referencia al pasado régimen franquista y a hechos de relevancia antidemocrática, es por lo que los republicanos, cuando por fin el Gobierno ha enviado al  Parlamento el tan esperado Proyecto de ley :” por el que se reconocen y amplían derechos y establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura–título inadecuado, incorrecto, injusto e insuficiente- hacemos un llamamiento para una amplia movilización ciudadana, social y política para que en el trámite parlamentario se plateen las modificaciones necesarias que permitan la aprobación de una Ley de Memoria Histórica Integral que recoja las propuestas que, a instancias de organizaciones políticas y sociales republicanas, fueron presentadas recientemente: “Los trece puntos mínimos” y que se concretan en: la condena del régimen franquista, en la nulidad de todos los procesamientos, sentencias, condenas y/o sanciones…; en la imprescriptibilidad, en el derecho a saber, el derecho a la Justicia, el derecho a la reparación..., a la obligación administrativa a todos los niveles en las labores de localización, identificación de las fosas o enterramientos de las víctimas del franquismo, así como la retirada de menciones y de toda la simbología franquista en monumentos, calles, museos, libros de texto, etc. 

        No obstante, para la consecución democrática de la República, no basta con la legítima recuperación de la memoria ni consiste ésta en un mero cambio en la Jefatura del Estado, del Borbón por un presidente de la República, sino mediante un proceso político y social que vaya cimentando la arquitectura de la III República que propugnamos. 

        En este sentido, construir hoy la República es contribuir a la lucha por la paz. El precedente del artículo 6º de la Constitución Republicana de 1931: “España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional”, debe ser para los republicanos una referencia de carácter imperativo. Nuestro compromiso en la defensa de los Derechos Humanos, por la Justicia, por una cooperación justa que favorezca el desarrollo sin agresiones ecológicas y el bienestar económico y social, reivindicando un futuro en Paz, Cooperación y Solidaridad con todos los países del mundo así como la desvinculación de nuestro país de la OTAN y la supresión de las base militares extranjeras, son los ejes que los republicanos demandamos en cuanto a las relaciones internacionales.

           Contribuir a la Paz, es, asimismo, mostrar nuestra satisfacción ante el alto el fuego permanente determinado por ETA manifestando nuestro apoyo a la apertura de las vías de diálogo oportunas para que esta oportunidad no se malogre y reclamando, al tiempo, las medidas que posibiliten la adopción de normas políticas y jurídicas que, como el acercamiento de presos y la derogación de la Ley de Partidos, entre otras, posibiliten la superación definitiva del estado de violencia que hemos padecido y que ha impedido la expresión política de un amplio sector de la sociedad vasca.

           En el marco del Estado Federal que propugnamos, construir la República, significa reivindicar mayores cotas de autogobierno de las comunidades y nacionalidades superando el actual marco estatutario y las constantes tensiones que esta cuestión históricamente ha producido. Siempre bajo el respeto al principio de subsidiariedad y desde el reconocimiento del derecho a la libre determinación  

          La Laicidad del Estado y de las instituciones es fundamental en la construcción del Estado Republicano. De ahí que la separación de las Iglesias y el Estado, la derogación de los acuerdos  con el Vaticano de  1976 y 1979, que la religión salga fuera del currículo escolar común, que ninguna simbología religiosa tenga presencia institucional en los centros escolares; y que con dinero publico no se pague el adoctrinamiento religioso ni se faciliten por la administración privilegios financieros, fiscales, económicos y culturales para las Iglesias,  son retos  para  todos los republicanos que debemos combatir y una meta a superar con el establecimiento de la III República. 

         Pero no habrá República sin reconocimiento de los derechos sociales. La lucha por una sociedad más justa, de pleno empleo, que erradique la precariedad laboral, la discriminación y el racismo; que facilite el acceso a la vivienda digna y, en especial, a los jóvenes; que proteja el medio ambiente y combata la especulación inmobiliaria y financiera; que mediante la protección social plena salvaguarde las pensiones; que garantice una enseñanza laica, no discriminatoria, pública, de calidad y gratuita a todos los niveles; que recupere, extienda y dignifique la Cultura como derecho esencial  que es; y, en definitiva, que se preserven y mejoren los servicios públicos, en vez de privatizarlos. Todos ellos, son  retos que el actual ordenamiento constitucional y las políticas neoconservadoras propiciadas por todos los gobiernos desde la transición reformista han sido incapaces de resolver y que, en suma, los republicanos no podemos eludir, debiendo también tenerlos presentes en nuestra actividad y esfuerzos cotidianos por la consecución de la III República. 

Con estas pautas de trabajo, con el propósito y convencimiento que el conjunto del movimiento republicano nos hemos impuesto y por pura razón democrática, estamos convencidos que la República llegará y será una realidad más pronto que tarde. A todos los republicanos, sin duda, nos espera un trabajo ingente, incluso difícil. La República no nos la regalarán, habrá que conquistarla.

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¡Por la convocatoria de un referéndum Monarquía-República!

¡Por el inicio de un proceso constituyente!

¡Por la Recuperación de la Memoria y de la Historia!

¡No a la constitución monárquica !    

 

 

 

¡Viva la III República!

 

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