Logo Página de inicio  Correo  

Alameda, 5. 2º Izda. Madrid   28014 Teléfono:  91 420 13 88 Fax: 91 420 20 04    LOGO UCR 

Logo por la III República

No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   

 Documentos UCR Manifiesto Fundacional de UCR Estatutos Afiliación  Criterios Republicanos

 

Por la III República

Manifiesto convocatoria 14 de abril de 2004

 La conmemoración de la II República no es un acto nostálgico de recuerdo del pasado. Es un acto de lucha para el presente que se proyecta hacia un futuro preñado de promesas. Creemos que el mejor homenaje a los que dieron su vida por la causa de la legalidad democrática republicana es continuar con su lucha hasta la consecución de la III República. Democrática, laica y federal. Enraizada en nuestra más sólida esperanza de libertad, igualdad y fraternidad. Hoy siguen vigentes los valores y principios republicanos: la ética civil, la igualdad social, la fraternidad entre gentes y pueblos, la dignidad ciudadana y la libertad política. 

Hace un año, el Gobierno del PP despreció vergonzosamente el clamor popular contra la guerra. El Gobierno de Aznar y los demás estamentos monárquicos, con el rey a la cabeza, colaboraron en el criminal atropello de la soberanía nacional del pueblo iraquí y se negaron a escuchar las voces de millones de personas que condenaban la agresión imperialista que aún continúa. Han ingresado por derecho propio en la historia universal de la infamia. 

Un año después, el contraste entre el Estado español oficial y la España de los pueblos es evidente. Los Borbones preparan la boda del “heredero” con un lujo y un derroche insultante y provocador - pagado con fondos públicos -, buscando una fácil emoción populachera y procurando una sucesión sin futuro. Mientras tanto, la banca y las grandes empresas obtienen continuas ventajas que afianzan sus enormes beneficios. Y millones de ciudadanos, singularmente jóvenes y mujeres, viven acuciados por el paro y el trabajo en precario. Y miles de familias se endeudan en un mercado inmobiliario que es el paraíso de los especuladores. Corruptos y corruptores son sus grandes beneficiarios. 

La actitud insultante de los poderes públicos y de las principales instituciones del Estado ante las demandas populares ha demostrado que el régimen monárquico es una caricatura de la democracia. El sistema tiene las raíces podridas y todas sus ramas están podridas. Hay que refundar el Estado a través de una República independiente, que renuncie a cualquier tipo de intervención militar y a la OTAN, progresista y honesta que responda limpiamente a las exigencias de la soberanía popular. De una República en la que no sean posibles los gravísimos atentados contra la libertad de expresión, opinión y crítica ni el amordazamiento de la conciencia pública a través de la servidumbre de los medios de comunicación.

 Tras los acontecimientos de estos últimos meses, en los que la movilización de millones de personas, que representan la opinión de la mayoría de los ciudadanos, no ha bastado para imponer la lógica de la paz frente a la guerra, ni para evitar la degradación del clima social y político frente a los intereses del capital financiero que arrasa los derechos económicos y sociales de las clases trabajadoras, millones de ciudadanos, en su mayoría jóvenes, han salido a la calle enarbolando banderas republicanas como símbolo de rebeldía y de futuro frente al oscurantismo del régimen monárquico. Ciudadanos conscientes de que sus ilusiones han sido sistemáticamente defraudadas y no tendrán solución en el marco de la monarquía; y convencidos de que la República es la única ruptura posible con el sistema actual, que nos condena al paro, la precariedad, la carestía de la vivienda, la deslocalización de las empresas, la criminalización de los inmigrantes, la degradación de la educación y de la atención sanitaria y la privatización de lo público para ponerlo al servicio de la especulación.

 Los jóvenes de hoy, que mayoritariamente viven entre la precariedad y el paro y que no vivieron la Transición, no aceptan ser rehenes de un proceso político en el que no participaron. Tal y como se estableció en el artículo 28 de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1793: “Un pueblo tiene siempre el derecho de revisar, reformar y cambiar su Constitución. Una generación no puede someter a sus leyes a las generaciones futuras”.

 En el transcurso de estos 25 años se ha hecho evidente que la Constitución de 1978 no ha servido en absoluto, ni para resolver el problema nacional de los pueblos del Estado español, ni tampoco para suavizar los aspectos más brutales del neolibewralismo salvaje. 

En este momento político del mundo, es absolutamente ilusorio construir un futuro de emancipación sin cuestionar radicalmente la globalización capitalista. En cualquier caso, la reivindicación de la democracia directa y la participación popular en las decisiones que nos afectan, está ya en la calle como uno de los elementos clave de nuestra lucha. El ejercicio del derecho de autodeterminación es una expresión irrenunciable de la soberanía popular de los pueblos y naciones del Estado.

 Cada vez más ciudadanos son conscientes de que hoy no es posible avanzar sin acometer al mismo tiempo la superación del régimen monárquico que, al cabo de estos años, se ha mostrado como el principal obstáculo para romper definitivamente con el franquismo. No es posible un programa ambicioso de mejoras sociales sin asegurar mínimas conquistas políticas que garanticen un marco democrático de respeto a la soberanía popular. Sin una sólida plataforma de igualdad no hay libertad que merezca la pena.

 Éste es el objetivo que nos anima. Queremos una República de los pueblos que garantice los derechos sociales y las libertades políticas. Rechazamos por ello la falsa Constitución de la Europa del capital y de la guerra, que no es sino la legitimación jurídica y formal del imperialismo europeo. Reclamamos una Europa de los derechos sociales y de los pueblos.

 Cuando la barbarie se instaura en la vida cotidiana, cuando cualquier atisbo de humanidad es aplastado por la lógica del poder económico y militar, la reivindicación de la paz, de la palabra y de los valores de los trabajadores y los pueblos es una necesidad acuciante. Cada uno de nosotros tenemos una parte de responsabilidad en lo que ocurre. Reconstruir nuestra historia colectiva, actualizar y retomar lo mejor de la lucha de quienes nos precedieron en el intento de conquistar una sociedad diferente es imprescindible para encontrar la energía necesaria que nos permita resistir y afirmar que otro mundo es posible. 

Sin República no hay democracia.

No a la Constitución monárquica de 1978.

Por el derecho de autodeterminación de los pueblos.

¡Por la democracia y el futuro, por la III República!

14 de abril de 2004

 

 


 
Página de inicio 

 

Webstats4U - Web site estadísticas gratuito El contador para sitios web particulares