Si se calla el
cantor…
Ángel Escarpa Sanz
UCR 6
de Septiembre de 2009
Cuando realmente
apreciamos que envejecemos es cuando oímos, más que escuchamos, lo
que se cocina actualmente en los estudios de grabación para
embrutecer a los jóvenes y menos jóvenes de hoy.
Los veo en los grandes
recitales de los “monstruos” salidos de las “cocinas” de los
estudios de televisión, tanto da si de teleuno, telecuatro
o telecinco, en las discotecas, y no puedo por menos
que acordarme de esas películas de zombis en las que éstos vagan sin
sentido por paisajes desoladores, como movidos por extraños resortes
o estimulados por anodinas músicas. No puedo por menos que
preguntarme qué fue de los Franco Battiato, a qué lejanas regiones
huyeron los Lluis Llach y Raimon de ayer, los Labordeta, Rosa León,
Luís Pastor, que nos movilizaban contra los últimos coletazos del
franquismo, por la legalización del Partido y en favor del NO en el
referéndum de la OTAN; los Carbonell, La Bullonera, que nos hizo
vibrar durante dos brevísimas horas en aquel convento de la Calle
Francos Rodríguez donde se fundó el 5º Regimiento en los lejanos
tiempos de la revolución; qué fue de Gerena, Meneses, de Carlos
Puebla y los Tradicionales, que nos trajeron lo mejor de Cuba en
aquellas horas inolvidables del Cine Monumental. Silvio, Pablo
Milanés, Pi de la Serra, dónde están hoy Pablo Guerrero, el Paco
Ibáñez del Olimpia, el Adolfo Celdrán que nos descubrió a Brecht,
los cantautores que nos descubrieron en los años sesenta y setenta a
Miguel Hernández, a Rosalía, a León Felipe, a Pablo Neruda y a
Machado. Qué fue de los Carlos Cano, de Quintín Cabrera, de Carlos
Cano, que desaparecieron un aciago día sin dejar descendencia; donde
el Horacio Guaraní de aquellas memorables horas del San Juan
Evangelista.
Evidentemente, la
ausencia de compromiso es manifiesta, empezando por los jóvenes
valores como son Rosana o Bebe, por no alargar la lista de
cantautores. Causa auténtico vómito escuchar las letras de toda esa
peña de vividores que le echan una y otra vez carnaza al personal,
tanto da adolescentes como el curtido personal que se deja el sudor
en los curros: tanto da si es en la construcción como si es delante
de un ordenador. Y lo peor es que uno acaba apagando la radio: con
lo que ésta representó en los no tan lejanos años de CARAVANA DE
HORMIGAS, Ferreras y todos aquellos profesionales que lograban
contactar con los oyentes, hasta el punto de vernos obligados a
llamar a la emisora ( RNE) para participar con nuestros comentarios
y denuncias. Pero a los zagales de Ferraz (que ya está bien de
denostar solo contra los de Génova) esta situación no le resultaba
nada cómoda, por lo que decidieron intervenir. Y así estamos.
Es francamente desolador
encender la radio en estos días de alegre domesticidad ideológica.
La radio del “extinto” no nos puede servir como referencia: dado su
elevado servilismo, que más les hacía parecer inofensivos
funcionarios al servicio del “régimen” que periodistas de verdad,
sobre todo en este país: un país de radioescuchas por excelencia, ya
que ésta siempre fue más barata que comprar todos los días la prensa
del “movimiento”.
Y lo más doloroso es
que, por mucho que nos esforcemos, olvídate de oír un día a Mark
Knopfler, a Sting, Badalamenti, a Violeta Parra, a Víctor Jara, a
Olga Manzano y Manuel Picón, que tal parece que nunca existieron.
Evidentemente, hemos envejecido mucho, y no solo eso, si no que cada
día entierran un poco de todo aquello que en el pasado fuimos. Si a
todo esto sumamos la inercia y el servilismo de los partidos y los
sindicatos de izquierda, por no hablar aquí de la infamia de
determinada organización que se dice marxista leninista… Pero ni las
traiciones de unos ni el mercadillo en el que otros convirtieron la
política lograrán reducir nuestra rebeldía de siempre.
¡¡VIVA LA REPÚBLICA!!
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Ángel Escarpa Sanz Islas Canarias 1-9- 09