Dos
periodistas de la televisión sueca ruedan "Mari Carmen de España" una
road movie documental que investiga la ubicación de las fosas comunes
donde se lanzaron los cadáveres de los militantes republicanos
españoles.
El
documental nauguró
Docúpolis en Barcelona.
Entrevista
"Por
favor, señor sueco ¡baje usted de la parra, baje usted del cielo!", le
dice el Padre Abad Don Anselmo Álvarez del Monasterio del Escorial al
periodista Martin Jönsson cuando éste le hace algunas preguntas acerca
de los fallecidos durante la guerra civil española mientras Pontus
Hjórthen sostiene la cámara y graba las imágenes.
Estos dos informadores televisivos de Suecia tuvieron la osadía de venir
a trabajar a España para intentar "no hacerse los suecos". En su
documental afirman que en un mundo que persigue la decencia y los
derechos humanos, en el cual dictadores pueden ser llevados ante los
tribunales, donde las atrocidades cometidas por ellos pueden ser
condenadas y donde sus víctimas pueden reclamar justicia, "el ejemplo
español es de interés universal". Se refieren a que en ningún otro lugar
del mundo con problemas parecidos estos temas se han obviado tanto.
"Mari
Carmen España, el final del silencio" es un documento periodístico que
ya ha sido difundido por televisoras de Suecia, Noruega y Alemania. En
él se afirma que es una película sobre lo que pasa cuando un país
intenta callar su historia.
En Septiembre de 1975 Martin Jönsson tenía 8 años de edad y asistió a la
primera manifestación de su vida, una protesta porque el general Franco
había firmado las sentencias de muerte de cinco jóvenes activistas
políticos. "Por televisión -dice el periodista- nuestro primer ministro
Olof Palme llamó a Franco y a sus colaboradores "Asesinos del Diablo".
Decía que caerían en la más profunda vergüenza y humillación, y
pronosticó un juicio histórico muy duro". Sin embargo, 33 años después,
nada de eso ha ocurrido.
Martin
y Pontus decidieron alquilar un auto y recorrer diferentes lugares de
España donde creían que podrían encontrar testimonios seguros sobre las
fosas comunes en las que fueron enterrados los militantes del bando
republicano, muchas de las cuales no se conoce todavía su paradero. En
febrero de 2006 se encuentran ante un vertedero de escombros en el
cementerio de la Puebla de Cazalla, y Mª Carmen está furiosa. Hace medio
año que ella supo lo que le pasó a su abuelo paterno hace setenta años.
Ahora ella está decidida a recuperar su historia.
Entrevista con Martin Jönsson
- ¿Cómo pudo ser que Mari Carmen se haya enterado 70 años después de lo
que le pasó a su abuelo?
"Es
una pregunta que se puede responder de dos maneras. Una es cómo ha
llegado a saber que su abuelo estaba allí enterrado, pero lo más
interesante es lo que pasa en España ahora con los nietos que se
interesan ahora por esto.
A nosotros lo que nos ha extrañado mucho es que en España se encuentran
muchísimas familias que son de hecho familias traumatizadas,
aterrorizadas por lo que pasó en los años 30 y son familias que han
pagado muchas veces por lo que pasó en aquella época.
Los nietos son la primera generación que han llegado a adultos después
de la dictadura y el miedo que tenían sus padres no les afecta tanto.
Por eso pienso yo que tienen otra mentalidad y ahora son quienes
plantean las preguntas y no aceptan que no se hable de lo que pasó a sus
abuelos y les extraña mucho que no se pueda hablar de esto, pero todavía
pueden ver la pena que han sufrido sus padres al ser hijos de fusilados
y ese es el resultado de estas familias traumatizadas.
Lo
que pasó en los años 30 y 40 con los fusilamientos en masa es solamente
la primera vez que han pagado estas familias. Después de esto han pagado
durante la dictadura de 40 años y, cuando por fin Franco murió, han
pagado otra vez con su silencio y estas familias son los que han pagado
por la democracia en España. No son los políticos quienes han firmado
los pactos de silencio o cualquier otro pacto en Madrid, son estas
familias quienes han pagado de hecho y yo pienso que lo que pasa ahora
es que los nietos en estas familias dicen que ¡ya está, no queremos
pagar más!"
- En muchos lugares de España existen todavía monumentos en sus
calles que representan a la parte victoriosa de esa contienda política y
militar y eso no ocurre en ningún otro país del mundo que haya padecido
cualquier tipo de guerra, ¿eso cómo lo veis vosotros desde afuera?
"Yo pienso que el ejemplo de España tiene un interés universal, porque
es la prueba de que no puede cortarse la historia, que no se puede
amputar lo pasado y eso es lo que pueden aprender los otros países, el
como no hacer las cosas.
Yo
no quiero juzgar y tengo que emplear una actitud muy modesta porque no
se debe juzgar lo que han hecho otros países. Yo soy un sueco, de un
país que no ha tenido una guerra en los últimos doscientos años y yo que
sé. Pero todavía pienso que el ejemplo de España tiene mucho interés
porque ahora mismo la discusión es cómo hacer un orden en la comunidad
mundial donde los dictadores tengan que pagar por lo que han hecho y lo
que se puede aprender del ejemplo español es que, si se intenta callar
lo pasado, ese pasado puede volver de nuevo de otras formas, ya sea como
nietos enfadados o de muchas otras maneras porque, aunque ya han pasado
30 años después de la dictadura, este asunto no se ha terminado.
Por
ejemplo, la diferencia con Alemania es muy grande, porque allí hubieron
miles y miles de procesos legales durante los años 50 y 60 y también en
la cultura y en la literatura se ha tratado muchísimo esto.
Los alemanes han trabajado mucho con su pasado, hay que decirlo, y yo
pienso que el resultado de esto es que en Alemania hay muchísimas
familias que han perdido a alguien en Rusia, en Francia o en cualquier
sitio en el mundo pero para esta gente el que tiene la culpa de lo que
pasó no es Winston Churchill o Eisenhower ni Stalin sino de Adolf Hitler
y los nazis y eso está claro para la inmensa mayoría de los alemanes.
Pero
en España hay muchísima gente que tienen alguien que fue matado por el
bando del gobierno republicano, y para esta gente no está claro que la
culpa de lo que pasó en los años 30 la tienen Franco y los golpistas,
que por su golpe de Estado han creado la situación donde el gobierno no
podía controlar nada y una matanza horrible empezó en los dos lados. La
culpa de esto, claramente, la tienen quienes hicieron el golpe. Pero eso
todavía no está claro en España porque pienso que casi la mitad de la
población tiene un punto de vista muy diferente".
- ¿Crees que en España puede haber miedo oculto y disimulado a tratar
este tema?
"¿Un
miedo de qué?, ¿hoy día qué hay que es peligroso de esta manera en
España?, ¿qué peligros hay?; me parece que todavía hay un miedo pero yo
no sé exactamente de qué. La Falange es un grupo muy pequeño, la derecha
del Partido Popular tiene mucha fuerza pero no es peligrosa de esta
manera.
Sí que hay miedo pero yo no puedo decir exactamente si tiene razones de
existir en la España actual. Eso me extraña.
A lo mejor el miedo simplemente es una herencia o una huella del
franquismo y nada más, pero lo que creo que se debería de hacer en
España es investigar cuáles son las huellas que ha dejado el franquismo
en la mentalidad de los españoles, porque habéis tenido 40 años de
fascismo, más o menos y debería de haber dejado algo en la mentalidad de
la gente. Yo no sé si hay proyectos que están investigando esto pero es
muy interesante".
- Permíteme entonces la ironía, pero qué curioso que hayáis tenido
que ser dos periodistas de Suecia quienes viajéis a trabajar a España
para "no haceros los suecos".
(Risas). "Nos hemos hecho los suecos muchas veces durante este
viaje. Pienso que ser sueco es una ventaja porque nosotros somos suecos
y podemos preguntar cualquier cosa y yo pienso que a los españoles esto
les está siendo más complicado.
En
esta road-movie documental viajamos por toda España y conocimos a un
alcalde conservador con dificultades para explicar qué se debe olvidar y
qué se debe recordar de la historia y a otro alcalde, socialista, que
admira a Olof Palme y que quiere levantar un monumento sobre los
fusilados, pero que se niega ni tan siquiera a hablar con Mª Carmen y
los familiares afectados sobre una exhumación.
También a un catedrático de medicina forense que dedica sus vacaciones a
ayudar a familiares de desaparecidos, un dictador muerto que descansa en
un monumental santuario negro de culto fascista, financiado y gestionado
por el Estado español, católicos que veneran a su Dios al lado de la
tumba del dictador, el tuerto Felipe de 74 años que se ahoga en sus
propias lágrimas cuando intenta hablar de su padre y el hijo de un
carpintero liberal asesinado, que piensa que la iglesia y la derecha
deberían pedir perdón".