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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

Más libros: más libres. Los invisibles de Kolda           

Ángel Escarpa      

UCR 13 de Octubre de 2009                               

 

              Acabo en este momento de leer este libro del autor grancanario José Naranjo, publicado por Península, y ante a imposibilidad de recomendárselo a mis clientes y amigos, tal como hiciera en mis tiempos de librero, quiero recomendarlo aquí a todos aquellos que accedan LQS, pero con el ruego de que no lo lean, como yo lo he hecho, de un solo tirón, ya que no se trata de ningún premio Planeta ni de ninguno de esos “bestseller” que se hacinan como las patatas en el súper, disputándose un lugar en la cesta de la compra del cliente, como si de una generosa oferta más se tratara, ya que este es un libro para la reflexión y para armarnos de argumentos. Un libro para arrojárselo a la cara a nuestros gobernantes, a todos aquellos que arman los infranqueables muros para que los hermanos menos afortunados no vengan cuando no son esperados en los campos de fruta de Lérida ni en los tomateros del Sur; o para clavar goles en la “roja”.

     El 23 de abril de 2007, mientras en numerosas ciudades de España se celebraba el Día del Libro; tal vez mientras unos hacíamos planes, con un catalogo de la agencia de viajes sobre la mesa, para ese siempre aplazado viaje a Escocia o a Pirineos; mientras en las ciudades de nuestra geografía se recogía a los niños de los colegios y guarderías, zarpaba de Diogué, un lugar casi desconocido de Senegal, un cayuco con 160 jóvenes a bordo, rumbo a Las Islas Canarias.

      Nunca alcanzaron los jóvenes soñadores estas islas ni se tuvo noticias en otras costas de la suerte que corrieron. Es de suponer que el cayuco y su ilusionada carga nunca alcanzaron tierra firme; que los ateridos cuerpos  de aquellos adolescentes, que tan solo horas antes cuidaban del ganado y recolectaban las hortalizas de Keyes, Elinkine, Farafenni o de cualquiera de esas humildes aldeas del interior de Senegal; las manos de aquellos que tal vez trabajaban las pequeñas obras de arte en madera que se venden en las calles de nuestras ciudades y que más tarde decoran nuestros confortables salones de estar; todos aquellos cuerpos tallados por el viento, el sol y el hambre de África jamás alcanzaron las costas del continente europeo. Tal vez desde entonces buscan, en las profundidades del oscuro Océano, los preciados tesoros que les negamos en los “paraísos prohibidos” de Barcelona, de Bilbao o de Sevilla.

 Que no se alteren los “cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado” ni los “ciudadanos de orden”: estos “negratas de mierda” no se mearán en las aceras de las Ramblas ni competirán con el Corte Inglés con el último graznido de Bisbal o el nuevo y lastimero producto del Bosé ese; la billetera, el cinturón CK o el fular de la señora que regatea un euro, a los pies de aquel del COMPRO ORO, que llegó el jueves pasado desde la Colombia de Uribe. No pasen apuros, amigos, que aquí no llega nadie que previamente no haya sacado entrada para los sanfermines, la Semana Santa o que no venga a ver la exposición de Sorolla, pero con “guita”.

    Pero  estaba hablándoos del libro de este hombre.

      Me atrevería a decir que es un excelente libro. Un libro importante para nuestra formación como ciudadanos que mañana tal vez tendremos que ocultar a algún perseguido por la “justicia”, o tal vez salir a la calle para defenderlos como personas, aunque sean “sin papeles”, que dicen “ellos”. Un libro sólido y con las páginas y la información precisas para que éste no se nos caiga al suelo. Un libro que nos habla de duras realidades que tantas veces se nos ocultan con gripes que asolarán nuestros barrios, con faustas celebraciones, o las entrañables y siempre bienvenidas por el pueblo romerías a la Virgen del Pino, que si bien ya no hace milagros, reconcilia al personal con los chorizos de Teror y con la cerveza, que mañana será otro día.

      Si cabe decirle algo de este joven autor es que, en compañía del fotógrafo que ilustra el libro, se lo ha sudado y merece una buena acogida entre nosotros.

     Bienvenida gente como esta a la profesión de Larra, Carmen Sarmiento, Maruja Torres y Manuel Leguineche. Un libro que, en su presentación en la CASA ÁFRICA y en presencia del alcalde sociata Jerónimo Saavedra, (aquel que dijo un día que no era bueno que al pueblo saharaui se le devolvieran sus tierras porque esto no era bueno para España) al final del acto, ante los desembarcos en África de empresas interesadas en hacer negocios con el sudor de los africanos, nos hizo levantarnos para decir que:  a la vista de la vergüenza en la que nos ha sumido a los españoles la Corona con el asunto del pueblo saharaui, lo único que cabía decir es: ¡¡MANOS BLANCAS, FUERA DE ÁFRICA!!  

Ángel Escarpa Sanz  Islas Canarias  Octubre 2009

 
 

 

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