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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

A 92 años de la Revolución de Octubre

Unión Proletaria  8 de noviembre de 2009

 

         En el Palacio de Invierno, los relojes se detuvieron a las 2 de la mañana. Aquel 7 de Noviembre una revolución iba a cambiar el rumbo de la historia. Este formidable acontecimiento, hoy, es el faro de la esperanza, en un mundo de relaciones sociales de dominio y explotación como el actual. La clase trabajadora mostró entonces la determinación de transformar la sociedad capitalista.

      Pero fue un trabajo muy duro del proletariado y de su principal herramienta de combate, el Partido Bolchevique, de avances y retrocesos, quienes tras la experiencia de 1905 no cejaron de luchar por una nueva sociedad y un nuevo futuro en la vida de los seres humanos. (1)


 

         En 1848 Marx y Engels señalaban en el Manifiesto del Partido Comunista que “el proletariado se valdrá de su dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible la suma de las fuerzas productivas”. La revolución socialista está llamada a terminar con todas las relaciones existentes económicas y político-sociales basadas en la explotación y opresión de las personas. Por tanto, después de conquistado el poder, a la clase obrera se la plantean las tareas de la transformación socialista de la economía y la creación de la base económica y técnica del comunismo.

           Nos enseñaron Marx y Engels que el proletariado debe realizar la socialización de los medios de producción en primer término, nacionalizando la gran producción capitalista. Despojando a la burguesía de la dirección en la economía, el proletariado dirigirá la transformación socialista de toda la economía.

          Esta transformación radical de la economía bajo principios socialistas, entonces fue una labor singularmente complicada, como veremos a continuación. En los primeros tiempos, el proletariado carecía aún de experiencia para dirigir la economía, no disponía de un aparato capaz de organizarla y, por si fuese poco, las clases explotadoras abatidas por la revolución ofrecían la más encarnizada resistencia.

          Durante los años siguientes después del comienzo de la 1ª Guerra Mundial, los trabajadores realizaban continuas huelgas, los campesinos pedían que terminase la cruel sangría de hombres y los soldados se negaban en muchas unidades a luchar en una guerra entre capitalistas. La influencia del Partido Bolchevique se hacía notar.

           Este acto decidido para acabar con la dictadura burguesa empezó el 23 de febrero (8 de marzo) de 1917, en Petrogrado. Estalló por una huelga revolucionaria en la fábrica de Putilov, la mayor empresa industrial de la capital, apoyándola por millares de obreros de otras empresas. Por la tarde en la avenida Nevski, aparecieron manifestantes, a los que se unieron los estudiantes. El 25 de febrero se extendió la huelga política y, al día siguiente, al lado de los obreros empezaron a pasarse diversas unidades militares. El 27 de febrero casi toda la ciudad estaba ya en manos de los sublevados. La insurrección armada triunfó. Siguiendo la tradición revolucionaria de 1905, ese mismo día en el Palacio de Tauride se constituyeron los soviets de diputados obreros, campesinos y soldados Petrogrado. Debido a que muchos de los dirigentes del Partido bolchevique estaban entonces en la emigración, encarcelados o deportados, los representantes de los partidos pequeñoburgueses, fundamentalmente mencheviques y eseristas, lograron imponerse en la dirección del Soviet. En la noche del 28 de febrero se anunció oficialmente la creación del Comité Provisional de la Duma de Estado. La directiva menchevique-eserista del Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado dejó al Comité Provisional de la Duma la iniciativa de formar gobierno, reservándose sólo el derecho de controlar su política.

         El 2 de marzo se formó el Gobierno provisional burgués. El día 3 Nicolás II firmó el manifiesto de abdicación. El 27 de marzo de 1917 Lenin salía de Suiza, donde había permanecido desde 1914 debido a la persecución del zarismo y regresó a la Rusia para encabezar la lucha revolucionaria.

       Como resultado del triunfo sobre el zarismo en febrero de 1917, se dio como Lenin definió una “dualidad de poderes”: nominalmente el poder estatal había pasado a manos del Gobierno provisional burgués, pero las masas populares, que habían realizado la revolución, crearon sus propios órganos de poder, los Soviets de diputados obreros y soldados.

       El Partido Bolchevique denunció al gobierno provisional afirmando que era contrarrevolucionario. Previno a los trabajadores denunciando que ese gobierno burgués no daría a los trabajadores y campesinos, ni paz, ni tierra, ni un régimen estatal democrático y exhortaban al proletariado y a su aliado, el campesinado, a seguir desarrollando la revolución. Por tanto, lanzó la consigna ¡Todo el poder a los Soviets!

           En la noche del 3 de abril llegó Lenin a Petrogrado. En la plaza de la estación de Finlandia, subido en un blindado, pronunció un breve discurso ante la multitud de obreros, soldados y marineros revolucionarios que habían acudido a recibirle. Les expuso las tesis fundamentales de su programa, que pasó a la historia con el nombre de Tesis de Abril. Allí indicó la consigna de ¡Todo el poder a los Soviets! En las condiciones de entonces significaba un llamamiento a continuar la revolución, o sea, a terminar con la dualidad de poderes a favor de los Soviets y a pasar de la etapa democrático-burguesa de la lucha revolucionaria a la etapa socialista.

          Las Tesis de Abril de Lenin fueron discutidas y aprobadas en la VII Conferencia de toda Rusia del Partido bolchevique, llamada Conferencia de Abril. Mientras tanto con el apoyo de los mencheviques y los socialistas revolucionarios (eseristas) el Gobierno provisional preparó una nueva ofensiva en el frente, que fue un fracaso. Como consecuencia, creció la influencia de los bolcheviques entre las masas. Entonces los dirigentes de los partidos conciliadores dieron el visto bueno al Gobierno provisional para disparar sobre una manifestación que tuvo lugar el 4 de julio, en el centro de Petrogrado, bajo la consigna ¡Todo el poder a los Soviets!

          Esa fecha fue decisiva; en el país se había acabado la dualidad de poderes, pero a favor de la burguesía. El Gobierno provisional dio la orden de detener a Lenin, quien tuvo que pasar por última vez a la clandestinidad, que duró ciento doce días.

       En clandestinidad el VI Congreso del Partido Bolchevique, a propuesta de Lenin, señaló la orientación hacia la insurrección armada, indicando que “el nuevo auge de la revolución rusa pondrá en el poder a los obreros y campesinos pobres antes del triunfo de la revolución en los países capitalistas de occidente”. (2)

       En respuesta a la intentona de la burguesía de establecer en el país una dictadura militar, los obreros de Petrogrado empuñaron las armas y fueron apoyados por unidades de la guarnición de la capital. A la cabeza de las masas revolucionarias iban los bolcheviques. Bajo su dirección inmediata fue aplastado el pronunciamiento reaccionario del general Kornilov. El prestigio de los bolcheviques creció. Comenzó un período de rápida bolchevización de los Soviets.

           El 31 de agosto el Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado aprobó una resolución bolchevique que incluía reivindicaciones programáticas como la paz, la tierra y el control obrero sobre la producción. Unos días después el Soviet de Moscú aprobó una resolución idéntica.

           Para no perder definitivamente la confianza de las masas, los dirigentes mencheviques y eseristas se negaron a entrar en un nuevo gobierno de los kadetes (demócratas constitucionalistas). Entonces Lenin les propuso romper el bloque con la burguesía y formar inmediatamente un gobierno responsable ante los Soviets.

          Lenin apoyaba la libertad de propaganda y la inmediata aplicación de los principios de la democracia en las próximas elecciones a los Soviets y en el funcionamiento de los propios Soviets, así se conseguiría asegurar el avance hacia la revolución, el paso del poder a los Soviets.

          Pero los mencheviques y eseristas, con frases diletantes como que “la unificación de todas las fuerzas y la entrega de todo el poder a los Soviets” sería una traición a la revolución, obstaculizaron las medidas de los Soviets. Es más, levantaron una nueva charca para empantanar en discusiones a los Soviets. Convocaron una Conferencia Democrática e invitaron a participar en ella a los representantes de las organizaciones de la burguesía y de los grandes terratenientes, de los municipios reaccionarios y los ayuntamientos urbanos, para un mínimo número de puestos a los Soviets, los comités de fábrica y los sindicatos. Esa Conferencia constituyó el llamado consejo provisional de la república, o anteparlamento.

         Ante ese ataque contra el organismo representativo de las masas trabajadoras, éstas se pusieron decididamente al lado de los bolcheviques. Lenin explicó ante el Comité Central del Partido bolchevique: “El descontento, la indignación y la exasperación reinantes en el ejército, entre los campesinos y entre los obreros van en aumento. La coalición de los eseristas y mencheviques con la burguesía, coalición que lo promete todo y no cumple nada, enerva a las masas, les abre los ojos y les subleva”.

     El 7 de octubre Lenin regresó clandestinamente de Finlandia a Petrogrado. Tres días después se celebró una histórica sesión del Comité Central del Partido Bolchevique. En la resolución redactada por Lenin y aprobada por el Comité Central, decía:

         “El Comité Central reconoce que tanto la situación internacional de la revolución rusa (insurrección de la flota alemana, signo agudo de la marcha ascendente de la revolución socialista mundial en toda Europa, luego la amenaza de una paz entre imperialistas con el fin de estrangular la revolución en Rusia), como la situación militar (decisión indudable de la burguesía rusa y de Kerenski y compañía de entregar Petrogrado a los alemanes) y la conquista por el Partido proletario de la mayoría dentro de los Soviets; unido todo ello a la insurrección campesina y al viraje de la confianza del pueblo hacia nuestro Partido (elecciones de Moscú); y, finalmente, la preparación manifiesta de una segunda kornilovada (evacuación de tropas de Petrogrado, concentración de cosacos en esta capital, cerco de Minsk por los cosacos, etc.), pone a la orden del día la insurrección armada.

      Reconociendo, pues, que la insurrección armada es inevitable y se halla plenamente madura, el Comité Central insta a todas las organizaciones del Partido a guiarse por esto y a examinar y resolver desde este punto de vista todos los problemas prácticos (Congreso de los Soviets de la región Norte, salida de tropas de Petrogrado, acciones en Moscú y Minsk, etc.)”.

         Kamenev y Zinoviev intervinieron y votaron en contra de la resolución. Defendían una República parlamentaria burguesa, afirmando que la clase obrera no estaba preparada para la revolución socialista. Trotski presentó una enmienda para que no comenzase la insurrección hasta la apertura del II Congreso de los Soviets, lo que equivalía a fijar de antemano el día en que había de estallar, poniendo en guardia al Gobierno Provisional.

        Se enviaron delegados con plenos poderes al Donetz, al Ural, a Helsingfors, a Cronstadt, al frente suroccidental, a Tomks, a Irkutsk, etc., para informar y organizar todos los comités bolcheviques, informándoles de la inevitabilidad de la insurrección, estimulandolos a preparar y movilizar sus fuerzas para ayudar al movimiento en Petrogrado. HOY, es un ejemplo difícilmente superable de Centralismo Democrático para todos los comunistas.

       Se creó, por mandato del Comité Central, el Comité Militar Revolucionario adscrito al Sovíet de Petrogrado, que había de asumir las funciones de Estado Mayor de la insurrección.

     El Gobierno de Kerenski propuso su traslado de Petrogrado a Moscú porque esperaba la entrega de Petrogrado a los alemanes para atajar la insurrección en la capital. Pero la protesta de los obreros y soldados de Petrogrado obligó al Gobierno provisional a permanecer allí.

        El 16 de octubre, se celebró una sesión ampliada del Comité Central del Partido bolchevique que eligió un Centro del Partido encargado de dirigir la revolución, con Stalin a la cabeza. Este Centro era el núcleo dirigente del Comité Militar Revolucionario adscrito al Soviet de Petrogrado y fue el que dirigió prácticamente toda la insurrección.

        En esta sesión del Comité Central, Zínoviev y Kamenev volvieron a pronunciarse contra la insurrección y combatieron abiertamente desde la prensa a la insurrección y al Partido. El 18 de octubre, el periódico Novaia Zhin (Vida Nueva) publicó una declaración suya manifestando que los bolcheviques preparaban una insurrección y que ellos la consideraban como una aventura. Con ello, ponían en conocimiento de los enemigos la decisión acerca del movimiento y de su organización para una fecha de la insurrección inmediata. Este acto era una traición. Lenin escribió: “Kamenev y Zinoviev han delatado a Rodzianko y a Kerenski el acuerdo del Comité Central de su Partido sobre la insurrección armada”, planteando ante el Comité Central la expulsión de ambos del Partido.

       El Gobierno provisional celebró un Consejo de ministros secreto, en el que se acordaron las medidas de represión contra los bolcheviques. El 19 de octubre trajeron tropas del frente a Petrogrado; la “ojrana”, policía zarista, comenzó a merodear por las calles, con patrullas reforzadas; en Moscú la contrarrevolución concentró una gran cantidad de fuerzas. El Gobierno provisional había trazado el plan de atacar y tomar el palacio Smolny, antigua escuela para señoritas, sede del Comité Central del Partido bolchevique, la víspera del día en que habían de abrirse las sesiones del II Congreso de los Soviets y aplastar el Centro dirigente de los bolcheviques.

      Pero los días y las horas de vida del Gobierno Provisional estaban contados. No había ya fuerza capaz de detener la marcha arrolladora de la Revolución socialista. No era extraño que el pueblo no viese ninguna diferencia esencial entre la política del zar y la de la burguesía, y transfiriese al Gobierno provisional su odio contra el zarismo. Mientras los socialistas revolucionarios y menchevique conservaron cierta influencia sobre el pueblo, la burguesía pudo atrincherarse detrás de ellos y mantener en sus manos el poder. Pero, después de desenmascararse como agentes de la burguesía imperialista, perdieron su influencia sobre el pueblo; la burguesía y su Gobierno provisional quedaron en el aire.

       El 21 de octubre, fueron enviados comisarios bolcheviques del Comité Militar Revolucionario a todas las unidades revolucionarias de tropas. Durante los días que precedieron a la ínsurrección, se desarrolló la labor preparatoria de la lucha armada en el seno de las unidades militares y en las fábricas. Se asignaron también misiones concretas a los barcos de guerra, a los cruceros Aurora y Zaria Svobodi (Amanecer de la libertad).

         En la sesión del Soviet de Petrogrado, Trotski se fue de la lengua y delató al enemigo la fecha de la insurrección, el día señalado por los bolchevíques para desencadenar el movimiento. Para no dar al Gobierno de Kerenski la posibilidad de hacer fracasar la insurrección armada, el Comité Central del Partido decidió comenzar y llevar a cabo la insurrección antes de la fecha proyectada, la víspera del día en que habían de abrirse las sesiones del II Congreso de los Soviets.

        Kerenski comenzó a actuar en las primeras horas de la mañana del 24 de octubre (6 de noviembre), ordenando suspender el periódico Rabochi Put (La Senda Obrera), órgano central del Partido Bolchevique, y enviando los blindados de asalto al local de la redacción del períódico y a la imprenta de los bolcheviques. Pero, hacia las 10 de la mañana, siguiendo instrucciones de Stalin, los guardias rojos y los soldados revolucionarios desalojaron a los carros de asalto y reforzaron la guardia de la imprenta y de la redacción del periódico. Hacia las 11, salió La Senda Obrera con un llamamiento para derribar al Gobierno provisional.

         Las fuerzas de la contrarrevolución estaban concentradas en el centro de Petrogrado; cerca del Palacio de Invierno, donde se encontraba el Gobierno provisional, estaban el Estado Mayor de la región militar de Petrogrado y el Almirantazgo.

          En la noche del 24 de octubre, Lenin se trasladó al Smolny, para hacerse cargo personalmente de la dirección del movimiento y trazar los planes concretos para la insurrección: cómo debían utilizarse las unidades militares, la flota y los guardias rojos, qué puntos decisivos era necesario ocupar en la capital para garantizar el éxito de la insurrección, etc. El objetivo era cercar y aislar a Petrogrado, apoderarse de la ciudad mediante un ataque combinado de la escuadra, los obreros y las tropas. La revolución disponía de tres fuerzas de combate principales: los destacamentos de guardias rojos (obreros armados) envolvían el centro de la ciudad por el norte, el este y el sur; las unidades revolucionarias de la guarnición de Petrogrado formaban el segundo semicírculo interior; mientras que del oeste, a la primera llamada del Comité militar revolucionario, entrarían en la desembocadura del Neva las unidades de la armada del Báltico.

Lenin dijo en este día clave:

         “La insurrección, para poder triunfar, no debe apoyarse en una conjura, en un partido, sino en la clase de vanguardia. Esto, en primer lugar. En segundo lugar, debe apoyarse en el entusiasmo revolucionario del pueblo. Y en tercer lugar, debe apoyarse en el momento crítico de la historia de la creciente revolución en que sea mayor la actividad de la vanguardia del pueblo, en que sean mayores las vacilaciones en las filas de los enemigos y en las filas de los amigos débiles, inconsecuentes e indecisos de la revolución.”

         Esta tarea se cumplió en los días 24 y 25 de octubre (6 y 7 de noviembre) de 1917.

El estruendo de los cañones del crucero Aurora el (25 de Octubre del antiguo calendario), 7 de Noviembre actual, anunció la revolución socialista. Al Smolny llegaron los destacamentos de Guardia Roja, enviándolos al centro de la ciudad, a cercar el Palacio de Invierno, donde se había atrincherado el Gobierno provisional, bajo la protección de los kadetes y de los batallones de choque. Aquella noche los obreros, soldados y marinos revolucionarios tomaron por asalto el Palacio de Invierno y detuvieron al Gobierno provisional. También se apoderaron de las estaciones de ferrocarril, las centrales de Correos y Telégrafos, los Ministerios y el Banco del Estado. Se disolvió el anteparlamento.

La Gran Revolución de Octubre fue uno de los hechos más relevantes y trascendentales del Siglo XX, fue una verdadera revolución que estremeció al mundo, donde sobresalió el genial papel dirigente de Lenin y su concepción genuinamente marxista que dio origen al Partido Bolchevique.

Como dijo Lenin en sus tesis de abril de 1917: "Nosotros queremos transformar el mundo. Queremos poner término a la guerra imperialista mundial, en la que se ven envueltos centenares de millones de hombres [...] y a la que no se podrá poner fin con una paz verdaderamente democrática sin la más grandiosa revolución que conoce la historia de la humanidad: la revolución proletaria".

El 25 de octubre se publicó un llamamiento del Partido Bolchevique A los ciudadanos de Rusia. En él se decía que el Gobierno provisional burgués había sido derribado y que el poder había pasado a manos de los Soviets.

En los primeros días de la Revolución de Octubre, Lenin redactó el proyecto de decreto sobre el control obrero. El control obrero, indicaba el decreto, es necesario para ir regulando sistemáticamente la economía. Los órganos de control estaban obligados a establecer una norma mínima de producción para las empresas, interesarse en el coste de la producción y comprobar el estado de sus finanzas. “Queda abolido el secreto comercial. Los propietarios quedan obligados a presentar a los órganos de control obrero todos los libros y cuentas”, decía el decreto. La ley incluía también puntos relacionados con los consejos locales de control obrero. Los miembros de las comisiones de control, junto con los propietarios de fábricas y empresas, se hacían “responsables ante el Estado del riguroso mantenimiento del orden, de la disciplina y de la conservación de los bienes”. En Petrogrado se instituyó el Consejo de Control Obrero de toda Rusia.

En manos de la clase obrera, el decreto se transformó en un medio para adueñarse de la industria, en un instrumento que además de aplastar el sabotaje contribuía a incorporar a los trabajadores a la formación de nuevas relaciones sociales. El decreto fue utilizado inmediatamente por los obreros de todas las ramas de la industria y de todas las zonas del país.

El II Congreso de los Soviets de toda Rusia abrió sus sesiones en el Smolny a las 10’45 minutos de aquella misma noche, cuando se hallaba en todo su apogeo la insurrección triunfante en Petrogrado, y el poder, en la capital, había pasado ya de hecho a manos del Soviet de la ciudad.

Los bolcheviques obtuvieron en este Congreso una aplastante mayoría. Los mencheviques, los delegados del Bund y los socialistas revolucionaríos de derecha, viendo que ya no tenían nada que hacer allí, se retiraron del Congreso, no sin antes declarar que renunciaban a tomar parte en sus tareas. En esta declaración calificaban como una conspiración militar la Revolución de Octubre. El Congreso puso en la picota a los menchevíques y socialistas revolucionaríos, manifestando que no sólo no lamentaba su retirada, sino que se alegraba de ella, ya que, gracias a su retirada, el Congreso se convertía en un verdadero Congreso revolucionario de diputados obreros y soldados.

En nombre del Congreso, fue proclamado el paso de todo el poder a manos de los Soviets. En el llamamiento del II Congreso de los Soviets, se decía:

“Apoyándose en la voluntad de la inmensa mayoría de los obreros, soldados y campesinos y en la insurrección triunfante llevada a cabo por los obreros y la guarnición de Petrogrado, el Congreso toma en sus manos el Poder".

En cuatro días, el poder soviético decretó la paz, confiscó las tierras de los grandes terratenientes y las distribuyó entre los campesinos, y reconoció el derecho de las naciones a la autodeterminación.

Su primer acuerdo fue aprobar el Decreto sobre la paz, donde la guerra imperialista se declaraba el mayor crimen contra la humanidad y se hacía una declaración dirigida a todos los países beligerantes y sus gobiernos sobre la decisión del Gobierno soviético de firmar inmediatamente la paz en condiciones justas y equitativas para todos los pueblos, una paz sin anexiones ni tributos. Al tiempo que se dirigía a los gobiernos y a los pueblos de todos los países beligerantes, el Congreso hacía un llamamiento “a los obreros conscientes de las tres naciones más adelantadas de la Humanidad y de los tres Estados más importantes que toman parte en la actual guerra: Inglaterra, Francía y Alemania, instándoles a que ayudasen a llevar rápidamente a término la causa de la paz y con ella, la causa de la liberación de las masas trabajadoras y explotadas de toda esclavitud y de toda explotación”.

Por el segundo decreto del Congreso, toda la tierra pasaba a manos del pueblo, sin indemnización alguna, aboliendo para siempre la propiedad de los terratenientes sobre la tierra, que pasaba a ser sustituida por la propiedad de todo el pueblo, del Estado. Esta ley se aprobó tomando como base un mandato campesino general, redactado con arreglo a los 242 mandatos locales formulados por los campesinos. Las tierras de los terratenientes, de la familia imperial y de la Iglesia fueron entregadas en disfrute gratuito a todos los trabajadores.

Mediante este decreto, la Revolución entregaba a los campesinos más de 150 millones de hectáreas de tierra, que hasta entonces habían estado en manos de los terratenientes, de la burguesía, de la familia real, de los conventos y de la Iglesia. Los campesinos quedaban libres del deber de pagar las rentas a los terratenientes, rentas que ascendían a cerca de 500 millones de rublos de oro al año. Todas las riquezas del subsuelo (el petróleo, el carbón y los minerales, etc.), los bosques y las aguas pasaban también a ser propiedad del pueblo.

Fue elegido el Comité Ejecutivo Central de los Soviets de toda Rusia, órgano supremo del poder soviético entre los congresos de los Soviets, con funciones legislativas, directivas y de control. El 8 (21) de noviembre fue elegido Presidente del Comité Ejecutivo Central de los Soviets, equivalente al de Presidente de la República, el dirigente bolchevique Jacov Sverdlov.

El Congreso también formó el primer Gobierno soviético: el Consejo de Comisarios del Pueblo, encabezado por Lenin.

Los oportunistas emboscados en el Partido, Kamenev, Zinoviev, Rikov, Shliapnikov y otros, comenzaron a exigir la formación de un gobierno socialista homogéneo, con participación de los mencheviques y socialistas revolucionaríos, a quienes la Revolución acababa de derribar. El 15 de noviembre de 1917, el Comité Central del Partido aprobó una resolución, desechando todo compromiso con estos partidos contrarrevolucionarios y declarando a Kamenev y Zínoviev traidores a la revolución. El 17 de noviembre, Kamenev, Zinoviev, Rikov y Miliutin, disconformes con la política del Partido, declararon que dimitían de sus puestos en el Comité Central. El mismo día 17 de noviembre, Noguin, en su nombre y en el de Rikov, Miliutin, Teodorovich, A. Shliapnikov, D. Riazanov, Yurenev y Larin, que habían entrado a formar parte del Consejo de Comisarios del Pueblo, formuló una declaración de desacuerdo con la política del Comité Central del Partido, anunciando que dimitían sus cargos en el Gobierno Soviético.

En cuanto a los socialistas revolucionarios de izquierda, deseando no perder su influencia entre las masas campesinas, que simpatizaban claramente con los bolcheviques, decidieron no romper con éstos y mantener, por el momento, el frente único con ellos. El Congreso de los Soviets campesinos, celebrado en noviembre, reconoció todas las conquistas de la Revolución Socialista de Octubre y los decretos del poder soviético. Se pactó un acuerdo con los socialistas revolucionarios de izquierda, algunos de los cuales (Kolegaiev, Spiridonova, Proshian y Steinberg) fueron incluidos en el Consejo de Comisarios del Pueblo. Pero este acuerdo sólo se mantuvo en pie hasta la firma de la paz de Brest-Litovsk y la constitución de los Comités de campesinos pobres; la profunda diferenciación de clases que se produjo entonces entre los campesinos, hizo que los socialistas revolucionarios de izquierda, cuya posición reflejaba cada vez más acentuadamente los intereses de los kulaks, desencadenaran una sublevación contra los bolcheviques, siendo aplastados por el poder Soviético.

En las calles de Moscú, donde la contrarrevolución aún disponía de considerables fuerzas de combate (academias militares, escuelas de oficiales y ciertas unidades regulares), se riñeron fuertes combates durante siete días.

El 10 de noviembre de 1917, Kerenski, concentró unidades cosacas enviando al general Krasnov contra Petrogrado. El 11 de noviembre de 1917, la organización contrarrevolucionaria Comité de salvación de la patria y de la revolución, dirigida por socialistas revolucionarios, desencadenó una sublevación de kadetes. Al anochecer, los marinos y guardias rojos liquidaron la sublevación y el 13 de noviembre era derrotado el general Krasnov cerca de las alturas de Pulkovo. Krasnov cayó prisionero y dió su palabra de honor de que no volvería a luchar contra el poder soviético. Se le puso en libertad bajo esta promesa pero, algún tiempo después, traicionó su palabra. Kerenski logró escaparse, disfrazado de mujer. También el general Dujonin intentó promover una sublevación en Moguilev, en el Cuartel General del ejército.

Los delegados del II Congreso de los soviets fueron por todo el país, para propagar el triunfo de la revolución de los Soviets en Petrogrado. Desde octubre de 1917 hasta enero-febrero de 1918, la revolución soviética logró extenderse por toda Rusia.

Para la clase obrera el triunfo de la Revolución de Octubre es el más importante acontecimiento de la historia reciente de la lucha del proletariado por su emancipación. Significa la primera gran victoria sobre el capitalismo, comienza la era de las revoluciones socialistas que continuaran hasta alcanzar el comunismo.

Unión Proletaria no cejará en su empeño de conseguir que los trabajadores creen y construyan una sociedad más avanzada que la actual, que rompa las cadenas de la esclavitud asalariada. Muchos bolcheviques, mujeres y hombres nos precedieron y de nuevo los trabajadores lucharemos por un nuevo “cañonazo de aurora”, de ese amanecer de nuevas Revoluciones Socialistas.

¡VIVA EL 7 DE NOVIEMBRE, DIA DE LA LIBERTAD DEL PROLETARIADO!

¡VIVA EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO!

¡LUCHEMOS POR LA RECONSTITUCIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA!

Notas.-

1.- Según Stalin: "La importancia mundial de la Revolución de Octubre no sólo reside en que es la gran iniciativa de un país que ha abierto una brecha en el sistema del imperialismo y constituye el primer foco de socialismo en medio del océano de los países imperialistas, sino también en que es la primera etapa de la revolución mundial y una base potente para su desenvolvimiento sucesivo. Por eso no sólo yerran quienes, olvidando el carácter internacional de la Revolución de Octubre, afirman que la victoria de la revolución en un solo país es un fenómeno pura y exclusivamente nacional; yerran también quienes, sin olvidar el carácter internacional de la Revolución de Octubre, propenden a considerarla como algo pasivo, sujeto únicamente al apoyo que pueda recibir del exterior. La realidad es que no sólo la Revolución de Octubre necesita del apoyo de la revolución de los otros países, sino que también la revolución de estos países necesita del apoyo de la Revolución de Octubre para acelerar e impulsar el derrocamiento del imperialismo mundial". (La revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos 17-12-1924, J. V. Stalin, Obras. Tomo VI. Ediciones en lenguas extranjeras. Pekín 1977.”).

2.- Es oportuno aquí ver el texto que Stalin escribió con motivo del 10º aniversario de Octubre, que reproducimos a continuación.

El carácter Internacional de la Revolución de Octubre

La Revolución de Octubre no se puede considerar sólo una revolución circunscrita "a un marco nacional". Es, ante todo, una revolución de carácter internacional, de carácter mundial, pues representa un viraje radical en la historia de la humanidad, un viraje del viejo mundo, del mundo capitalista, al mundo nuevo, al mundo socialista.

En el pasado, las revoluciones acababan, generalmente, con la sustitución de un grupo de explotadores por otro grupo de explotadores en el timón del gobierno. Cambiaban los explotadores, pero la explotación continuaba. Así ocurrió en la época de los movimientos libertadores de los esclavos. Así ocurrió en el período de las sublevaciones de los siervos. Así ocurrió en el período de las conocidas "grandes" revoluciones de Inglaterra, de Francia y de Alemania. No me refiero a la Comuna de París, que fue el primer intento del proletariado — glorioso y heroico, pero, con todo, un intento fallido — de volver la historia contra el capitalismo.

La Revolución de Octubre se distingue por principio de estas revoluciones. Se propone como objetivo, no el que una forma de explotación sustituya a otra forma de explotación, que un grupo de explotadores reemplace a otro grupo de explotadores, sino la supresión de toda clase de explotación del hombre por el hombre, la supresión de todos y cada uno de los grupos de explotadores, la instauración de la dictadura del proletariado, la instauración del Poder de la clase más revolucionaria entre todas las clases oprimidas que han existido hasta hoy, la organización de una nueva sociedad, de la sociedad socialista sin clases.

Precisamente por eso, el triunfo de la Revolución de Octubre marca un cambio radical en la historia de la humanidad, un cambio radical en los destinos históricos del capitalismo mundial, un cambio radical en el movimiento de liberación del proletariado mundial, un cambio radical en los métodos de lucha y en las formas de organización, en el modo de vida y en las tradiciones, en la cultura y en la ideología de las masas explotadas del mundo entero.

En esto reside la razón fundamental de que la Revolución de Octubre sea una revolución de carácter internacional, de carácter mundial.

Y en esto radica también la profunda simpatía que sienten las clases oprimidas de todos los países por la Revolución de Octubre, en la cual ven la garantía de su liberación.

Podrían señalarse varias cuestiones fundamentales en las que la Revolución de Octubre influye sobre el desarrollo del movimiento revolucionario del mundo entero.

1. La Revolución de Octubre se caracteriza, ante todo, por haber roto el frente del imperialismo mundial, por haber derribado la burguesía imperialista en uno de los mayores países capitalistas y haber colocado en el Poder al proletariado socialista.

La clase de los asalariados, la clase de los perseguidos, la clase de los oprimidos y de los explotados se elevó por vez primera en la historia de la humanidad a la posición de clase dominante, contagiando con su ejemplo a los proletarios de todos los países.

Esto significa que la Revolución de Octubre inició una nueva época, la época de las revoluciones proletarias en los países del imperialismo.

Esta revolución desposeyó a los terratenientes y capitalistas de los instrumentos y medios de producción, convirtiéndolos en propiedad social y contraponiendo, de este modo, la propiedad socialista a la propiedad burguesa. De esta manera, puso en evidencia la mentira de los capitalistas de que la propiedad burguesa es inviolable, sagrada y eterna.

Esta revolución arrancó el Poder a la burguesía, despojó de los derechos políticos a la burguesía, destruyó la máquina del Estado burgués y entregó el Poder a los Soviets, contraponiendo, de este modo, al parlamentarismo burgués, como democracia capitalista, el Poder socialista de los Soviets, como democracia proletaria. Tenía razón Lafargue al decir, ya en 1887, que, al día siguiente de la revolución, "todos los antiguos capitalistas serían privados de los derechos electorales"[61].

De esta manera, la Revolución de Octubre puso en evidencia la mentira de los socialdemócratas de que hoy es posible el tránsito pacífico al socialismo por la senda del parlamentarismo burgués.

Pero la Revolución de Octubre no se detuvo ni podía detenerse aquí. Después de destruir lo viejo, lo burgués, emprendió la edificación de lo nuevo, de lo socialista. Los diez años de la Revolución de Octubre son diez años de edificación del Partido, de los sindicatos, de los Soviets, de las cooperativas, de las organizaciones culturales del transporte, de la industria y del Ejército Rojo. Los éxitos indiscutibles, alcanzados por el socialismo en la U.R.S.S. en el frente de la edificación, han demostrado claramente que el proletariado puede gobernar con éxito el país sin burguesía y en contra de la burguesía, puede levantar con éxito la industria sin burguesía y en contra de la burguesía, puede dirigir con éxito toda la economía nacional sin burguesía y en contra de la burguesía, puede edificar con éxito el socialismo, a pesar del cerco capitalista.

La vieja "teoría" de que los explotados no pueden arreglárselas sin los explotadores, al igual que la cabeza y las otras partes del cuerpo no pueden arreglárselas sin el estómago, no es patrimonio exclusivo de Menenio Agripa, célebre senador romano en la historia antigua. Esta "teoría" es hoy la piedra angular de la "filosofía" política de la socialdemocracia, en general, y de la política socialdemócrata de coalición con la burguesía imperialista, en particular. Esta "teoría", que ha adquirido el carácter de prejuicio, es actualmente uno de los obstáculos más graves para el desarrollo revolucionario del proletariado de los países capitalistas. Uno de los resultados más importantes de la Revolución de Octubre consiste en que ha asestado el golpe de gracia a esta falsa "teoría".

¿Acaso es necesario todavía demostrar que estos resultados, y otros semejantes, de la Revolución de Octubre no han podido ni pueden dejar de ejercer gran influencia sobre el movimiento revolucionario de la clase obrera de los países capitalistas?

Hechos tan notorios para todo el mundo como los progresos del comunismo en los países capitalistas, como la creciente simpatía de los proletarios de todos los países hacia la clase obrera de la U.R.S.S. y, por último, la afluencia de delegaciones obreras al País de los Soviets, indican de un modo indiscutible que la semilla lanzada por la Revolución de Octubre empieza ya a dar sus frutos.

2. La Revolución de Octubre hizo cuartearse al imperialismo, no sólo en los centros de su dominación, no sólo en las "metrópolis". Fue también un golpe contra la retaguardia del imperialismo, contra su periferia, minando la dominación del imperialismo en las colonias y en los países dependientes.

Al derrocar a los terratenientes y a los capitalistas, la Revolución de Octubre rompió las cadenas de la opresión nacional y colonial y liberó de ellas a todos los pueblos oprimidos de un vasto Estado, sin excepción. El proletariado no puede liberarse sin liberar a los pueblos oprimidos. Rasgo característico de la Revolución de Octubre es el haber llevado a cabo, en la U.R.S.S., estas revoluciones nacionales y coloniales, no bajo la bandera de la hostilidad nacional y de los choques entre las naciones, sino bajo la bandera de la confianza mutua y de la amistad fraternal entre los obreros y los campesinos de los pueblos de la U.R.S.S., no en nombre del nacionalismo, sino en nombre del internacionalismo.

Precisamente por esto, porque en nuestro país las revoluciones nacionales y coloniales transcurrieron bajo la dirección del proletariado y bajo la bandera del internacionalismo, precisamente por esto, los pueblos parias, los pueblos esclavos, se han elevado por vez primera en la historia de la humanidad a la condición de pueblos verdaderamente libres y verdaderamente iguales, contagiando con su ejemplo a los pueblos oprimidos del mundo entero.

Esto significa que la Revolución de Octubre inició una nueva época, una época de revoluciones coloniales, que se llevan a efecto en los países oprimidos del mundo en alianza con el proletariado, bajo la dirección del proletariado.

Antes, "se admitía" que el mundo estaba dividido, desde tiempos inmemoriales, en razas inferiores y superiores, en negros y blancos, de los cuales los primeros no son aptos para la civilización y están condenados a ser objeto de explotación, mientras que los segundos son los únicos exponentes de la civilización, llamados a explotar a los primeros.

Hoy, esta leyenda hay que considerarla destruida y desechada. Uno de los resultados más importantes de la Revolución de Octubre consiste en que ha asestado el golpe de gracia a esta leyenda, demostrando en la práctica que los pueblos no europeos liberados, incorporados al cauce del desarrollo soviético, son tan capaces como los pueblos europeos de impulsar una cultura realmente avanzada y una civilización realmente avanzada.

Antes, "se admitía" que el único método para liberar a los pueblos oprimidos era el método del nacionalismo burgués, el método de separación de las naciones unas de otras, el método de desunirlas, el método de acentuar la hostilidad nacional entre las masas trabajadoras de distintas naciones.

Hoy, esta leyenda hay que considerarla refutada. Uno de los resultados más importantes de la Revolución de Octubre consiste en que ha asestado el golpe de gracia a esta leyenda, demostrando en la práctica la posibilidad y la conveniencia del método proletario, internacionalista, de liberación de los pueblos oprimidos, como el único método acertado, demostrando en la práctica la posibilidad y la conveniencia de una alianza fraternal entre los obreros y campesinos de los más diversos pueblos sobre los principios de voluntariedad y de internacionalismo. La existencia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, prototipo de la futura unificación de los trabajadores de todos los países en una sola economía mundial, no puede por menos de servir de prueba inmediata de esto.

Huelga decir que estos resultados, y otros semejantes, de la Revolución de Octubre no podían ni pueden dejar de ejercer una gran influencia sobre el movimiento revolucionario de las colonias y los países dependientes. Hechos como el incremento del movimiento revolucionario de los pueblos oprimidos en China, en Indonesia, en la India, etc. y la creciente simpatía de estos pueblos hacia la U.R.S.S. lo evidencian de modo indiscutible.

Ha pasado la era en que se podía explotar y oprimir con toda tranquilidad a las colonias y a los países dependientes.

Ha comenzado la era de las revoluciones libertadoras en las colonias y en los países dependientes, la era del despertar del proletariado de estos países, la era de su hegemonía en la revolución.

3. Al arrojar la semilla de la revolución tanto en los centros del imperialismo como en su retaguardia, al debilitar la potencia del imperialismo en las "metrópolis" y al hacer vacilar su dominación en las colonias, la Revolución de Octubre ha puesto en tela de juicio la existencia misma del capitalismo mundial en su conjunto.

Si, bajo las condiciones del imperialismo, el desarrollo espontáneo del capitalismo se ha transformado -en virtud de su desigualdad, en virtud del carácter inevitable de los conflictos y de los choques armados y, por último, en virtud de la carnicería imperialista sin precedentes- en un proceso de descomposición y agonía del capitalismo, la Revolución de Octubre y, como resultado de ella, el desprendimiento de un país enorme del sistema mundial del capitalismo, no podían por menos de acelerar este proceso, socavando, paso a paso, las bases mismas del imperialismo mundial.

Más aún. La Revolución de Octubre, al hacer cuartearse el imperialismo, creó, al mismo tiempo, con la primera dictadura proletaria, una base potente y abierta para el movimiento revolucionario mundial, base que este movimiento no había tenido jamás antes y en la que ahora puede apoyarse. Creó un centro potente y abierto del movimiento revolucionario mundial, centro que no había tenido jamás antes y en torno al cual ese movimiento puede ahora adquirir cohesión, organizando el frente único revolucionario de los proletarios y de los pueblos oprimidos de todos los países contra el imperialismo.

Esto significa, en primer lugar, que la Revolución de Octubre infirió una herida de muerte al capitalismo mundial, de la que éste no se repondrá jamás. Y por eso precisamente, el capitalismo jamás recobrará el "equilibrio" y la "estabilidad" que tenía antes de Octubre.

El capitalismo podrá estabilizarse parcialmente, podrá racionalizar su producción, entregar el gobierno del país al fascismo, reprimir temporalmente a la clase obrera, pero no volverá jamás a disfrutar de la "tranquilidad" y la "seguridad", del "equilibrio" y la "estabilidad" de que hacía gala antes, pues la crisis del capitalismo mundial ha alcanzado un grado tal de desarrollo, que la hoguera de la revolución se encenderá inevitablemente, ya en los centros del imperialismo, ya en la periferia, haciendo trizas los remiendos capitalistas y aproximando, día tras día, la caída del capitalismo. Punto por punto como en la conocida fábula: "si saca el rabo, se le hunde el hocico; si saca el hocico, se le hunde el rabo".

Esto significa, en segundo lugar, que la Revolución de Octubre elevó a cierta altura la fuerza y la importancia, la valentía y la voluntad combativa de las clases oprimidas del mundo entero, obligando a las clases dominantes a tenerlas en cuenta como un factor nuevo e importante. Hoy, ya no se puede ver en las masas trabajadoras del mundo una "multitud ciega" que vaga en las tinieblas y carece de horizontes, ya que la Revolución de Octubre encendió el faro que les alumbra el camino y les brinda perspectivas. Si antes no había una tribuna universal pública, desde la que se pudieran manifestar y plasmar los anhelos y las aspiraciones de las clases oprimidas, hoy esta tribuna existe y es la primera dictadura proletaria.

¿Acaso puede dudarse de que si esta tribuna fuese destruida, sobre la vida político-social de los "países adelantados" se abatirían para largo tiempo las tinieblas de una negra y desenfrenada reacción? No puede negarse que el simple hecho de la existencia del "Estado bolchevique" pone un freno a las negras fuerzas de la reacción y facilita a las clases oprimidas la lucha por su liberación. Y esto es precisamente lo que explica ese odio bestial que los explotadores de todos los países sienten hacia los bolcheviques.

La historia se repite, aunque sobre bases nuevas. Lo mismo que antiguamente, en la época de la caída del feudalismo, la palabra "jacobino" provocaba en los aristócratas de todos los países horror y repugnancia, también hoy, en la época de la caída del capitalismo, la palabra "bolchevique" provoca horror y repugnancia en la burguesía de todos los países. Y a la inversa: así como antes el asilo y la escuela de los representantes revolucionarios de la burguesía ascensional era París, hoy el refugio y la escuela de los representantes revolucionarios del proletariado ascensional es Moscú. El odio a los jacobinos no salvó al feudalismo del derrumbamiento. ¿Acaso puede dudarse de que el odio a los bolcheviques no salvará tampoco al capitalismo de su caída inevitable?

Ha pasado la era de la "estabilidad" del capitalismo, arrastrando consigo la leyenda de la inamovilidad del orden burgués.

Ha comenzado la era del hundimiento del capitalismo.

4. No se debe considerar que la Revolución de Octubre es sólo una revolución en el campo de las relaciones económicas y político-sociales. Es, al mismo tiempo, una revolución en los cerebros, una revolución en la ideología de la clase obrera. La Revolución de Octubre surgió y se consolidó bajo la bandera del marxismo, bajo la bandera de la idea de la dictadura del proletariado, bajo la bandera del leninismo, que es el marxismo de la época del imperialismo y de las revoluciones proletarias. Representa, por tanto, el triunfo del marxismo sobre el reformismo, el triunfo del leninismo sobre el socialdemocratismo, el triunfo de la III Internacional sobre la II Internacional.

La Revolución de Octubre abrió un abismo infranqueable entre el marxismo y la ideología socialdemócrata, entre la política del leninismo y la política de la socialdemocracia.

Antes, hasta el triunfo de la dictadura del proletariado, la socialdemocracia podía alardear con la bandera del marxismo, sin negar abiertamente la idea de la dictadura del proletariado, pero sin hacer tampoco nada, absolutamente nada, por acercar la realización de esta idea; se comprende que esta actitud de la socialdemocracia no suponía amenaza alguna para el capitalismo. Entonces, en aquel período, la socialdemocracia se identificaba formalmente, o casi se identificaba, con el marxismo.

Hoy, después del triunfo de la dictadura del proletariado, cuando todo el mundo ha visto con claridad meridiana a dónde conduce el marxismo y qué puede significar su triunfo, la socialdemocracia ya no puede alardear con la bandera del marxismo, ya no puede coquetear con la idea de la dictadura del proletariado, sin crear cierto peligro para el capitalismo. Después de haber roto hace ya mucho con el espíritu del marxismo, se ha visto obligada a romper también con la bandera del marxismo, enfrentándose abierta y francamente contra la obra del marxismo, contra la Revolución de Octubre, contra la primera dictadura del proletariado habida en el mundo. Ahora tenía que desentenderse y se desentendió, en efecto, del marxismo, ya que, en las condiciones actuales, no es posible llamarse marxista sin apoyar abierta y abnegadamente la primera dictadura proletaria del mundo, sin librar una lucha revolucionaria contra la propia burguesía, sin crear las condiciones para el triunfo de la dictadura del proletariado en el propio país.

Entre la socialdemocracia y el marxismo se ha abierto un abismo. Desde ahora, el único portador y baluarte del marxismo es el leninismo, el comunismo.

Pero las cosas no han parado aquí. Después de deslindar los campos entre la socialdemocracia y el marxismo, la Revolución de Octubre fue más allá, arrojando a la primera al campo de los defensores directos del capitalismo contra la primera dictadura proletaria habida en el mundo. Cuando señores como los Adler y Bauer, los Wels y Levi, los Longuet y Blum difaman al "régimen soviético", ensalzando la "democracia" parlamentaria, quieren decir con ello que luchan y seguirán luchando en pro de la restauración del orden capitalista en la U.R.S.S., en pro del mantenimiento de la esclavitud capitalista en los Estados "civilizados".

La actual ideología socialdemócrata es el puntal ideológico del capitalismo. Lenin tenía mil veces razón al decir que los actuales políticos socialdemócratas son "verdaderos agentes de la burguesía en el seno del movimiento obrero, lugartenientes obreros de la clase de los capitalistas" y que, en "la guerra civil entre el proletariado y la burguesía", se colocarán inevitablemente "al lado de los ’versalleses’ contra los ’comuneros’".[62]

No se puede acabar con el capitalismo sin acabar con el socialdemocratismo en el movimiento obrero. Por eso, la era de la agonía del capitalismo es, al mismo tiempo, la era de la agonía del socialdemocratismo en el movimiento obrero.

La gran importancia de la Revolución de Octubre reside, entre otras cosas, en que anuncia el triunfo inevitable del leninismo sobre el socialdemocratismo en el movimiento obrero mundial.

Ha terminado la era de la dominación de la II Internacional del socialdemocratismo en el movimiento obrero.

Ha comenzado la era de la dominación del leninismo y de la III Internacional.

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J. V. Stalin. Obras, t. X. En el 10º aniversario de Octubre. Publicado el 6 y el 7 de noviembre de 1927 en el num. 255 de Pravda.

 

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