La nueva especie

 

María Luisa Etchart

 

Argenpress Cultura    1 de Febrero de 2010


 

        Podríamos llamarlo “idiotisaurio”. Si no fuera letal para el planeta, hasta podríamos verlo con humor piadoso.

 

       Avanza con violencia sobre el mundo, usando equipos diferentes para cada ocasión. Con anabólicos y siliconas cambia su cuerpo, mientras su cerebro, mutilado, se reduce y repite, alienado, jergas para él creadas.
 

        Si lo suyo es el agro, secuestra las semillas y produce engendros genéticamente modificados para que el campesino se las compre, una y otra vez, mientras contamina los suelos y las aguas con pesticidas y herbicidas varios.
 

        Si eufemísticamente se dedica a la salud, invade consultorios de pastillas múltiples que algún tiempo después se sabrá eran nocivas.
 

        Si es urbanizador, mandará talar árboles y llenar superficies de cemento en los que la lluvia benigna no podrá penetrar.
 

        Si de comida hablamos, todo lo envasará, agregando químicos y preservantes y llenando el planeta de irreductibles plásticos que ya rebasan vertederos previstos con los que nadie sabe bien qué hacer.

 

       Mienten cuando les dicen a los jóvenes que su capacitación signará su futuro. No importa lo que estudien, si manejo de empresas, o recursos humanos, o química, o cómputo o derecho, tras transitar las aulas con esfuerzo, entre múltiple-choices alienantes y programas sin contenido humano llegarán sin poder cuestionar nada, listos ya a inmolarse en el mercado.
 

       Y, si a pesar de todo, conservó algún ideal, pronto la realidad dará cuenta de eso y le dirán, sin sonrojarse, con mueca por sonrisa, que debe estar dispuesto a “trabajar bajo presión”, a no tener amigos, sólo competidores, a serruchar la silla del que ocupa el cubículo vecino y que el único dogma permitido será, de hoy para siempre, maximizar ganancias y ofrecerlas a los pies de la empresa.
 

       Y si, al final del día, buscando por un rato olvidar su miseria, se sienta, derrumbado, a mirar la TV, no habrá consuelo. Sólo podrá elegir entre mujeres frotándose en un tubo, descerebrados personajes estrellando autos, políticos corruptos , traficantes, asesinos y locutores vacuos que con mirada fija , repitiendo sofismas, les mostrarán soldados bien armados mientras masacran miles de inocentes bajo el ritmo de “go, go, go” y la bandera americana al frente.

 

       Eclesiásticos bien alimentados y pastores con caras como máscaras te ofrecerán servirte de intérpretes de escrituras vetustas, y, a cambio de tus diezmos, te darán sus versiones de la biblia, prometerán un cielo para pocos, y hasta prosperidades en la tierra mientras te dicen, sin sonrojos previos, que dios habló con ellos justificando tanto hedor de muerte, tanta miseria humana, como parte de un plan al que jamás tendrás acceso.

 

      Por eso hay que aferrarse a la semilla, la mariposa, el pájaro y el árbol, contemplar la montaña en la mañana y de noche la luna y las estrellas, cuidar al niño y cultivar su alma, y aprender a escucharlo y comprenderlo, y sentir compasión, aunque nos duela, por el que sufre aunque no lo veamos, Porque adentro del alma, acurrucado, tenemos nuestro niño acongojado al que hay que rescatar para que logre lanzar sus vibraciones amorosas que en una dimensión desconocida se irán uniendo a otras para formar con fuerza un tejido de amor y de coraje.