Pepe Gutiérrez-Álvarez
Fundación Andreu Nin
20 de Enero de
2009
"¿De donde sacó su ardiente pasión
artística, sus delicados sentimientos por la
forma y el color, su habilidad extraordinaria
con las palabras?. En verdad, el hombre era un
artista instintivo, de un orden elevado, y si la
ignorancia corrompió su arte, sólo logró que le
hecho de su maestría innata fuera más
notable…Había en él una vasta delicadeza de
percepción, sentimiento elevado, sensibilidad a
la belleza. Y habla en él también, detrás de
todas sus vociferaciones, un sentimiento intenso
del romance infinito y del misterio. de la vida
humana".
H. L. Mencken. Prejudices: First Series
Cuando hace casi un siglo que falleció Jack
London, su figura nos sigue pareciendo todavía
mítica, legendaria, que vive en su obra, que
conoce directamente lo que describe. Vida y obra
forman por lo tanto una totalidad indisociable,
aunque cada una de las partes tenga una cierta
autonomía propia.
Su corta existencia es una apretada; agenda
de acontecimientos: distribuidor de periódicos,
proletario en una fábrica de conservas, y
después en una hilandería de yute y en una
central eléctrica; saqueador de las propiedades
osteras y policial que patrulla persiguiendo a
otros saqueadores en la costa del Pacífico,
cazador de focas en las lejanas costas
siberianas; vagabundo que recorrió a pie buena
parte de los Estados Unidos y el Canadá;
escritor-obrero rechazado por las editoriales
primero, y celebridad internacional después;
corresponsal de guerra en Japón, Corea y
México, exhausto planchador de una tintorería
mientras intentaba aprender a escribir, y al
tiempo, cortejar a una bella dama de Ia pequeña
burguesía; arriesgado buscador de oro de oro en
el valle del Yucón; portero en una escuela
secundaria de Oakland, y universitario frustrado
en Berkeley; agitador y principal figura
literaria -junto con Upton Sinclair- de la
primera socialdemocracia norteamericana; beodo
empedernido que no encuentra la estabilidad ni
en la riqueza ni en la fama; amigo y en no poca
medida maestro del propio Upton (el autor de La
jungla), de Sinclair Lewis (el autor de Babitt),
y también de Raoul Walhs que recreó su espíritu
en películas como El mundo en sus manos; y mito
de la izquierda cultura norteamericana e
internacional…
La vida de Jack London representó pues
muchas cosas al mismo tiempo.
En su transcurso, fue un hombre firme pero
también muy contradictorio en sus ideales
políticos, polivalente como individuo,
poliédrico como escritor...Su intensidad
existencial se desprende fácilmente de los
siguientes datos: en los últimos 16 años de su
vida fue el autor de 19 novelas, 18 colecciones
de cuentos y artículos (157 en total), 3 dramas
y 8 libros autobiográficos y de sociología.
Después de haberse agotado como un cohete
brillante y de profunda concentración, London
tuvo su postrero gesto romántico quitándose la
vida cuando no había vivido más que cuarenta
años.
Aunque no han faltado críticos que
consideran su obra como irregular, desmañada, y
lo han tachado de novelista de vuelos, no es
menos cierto que existen muchos más que afirman
todo lo contrario. Más allá de esta disputa, el
veredicto de los lectores no ha podido ser más
elocuente. Después de mantener su celebridad a
lo largo del siglo XX, en los últimos tiempos su
obra siendo editada con el marchamo de un
"clásico", e incluso conocido una mayor
revalorización. Admirado a lo largo de los
tiempos por gente tan diversa como Anatole
France, Lenin, John Steinbeck, Trotsky.
Hemingway, Orwell o, Jack Keruac, etc; London
inspiró al "Che" Guevara el que el héroe
guerrillero creyó que sería su último
pensamiento: "La única visión que recuerdo",
escribirá hablando de un momento en el que
estando herida es cercado por las tropas de
Batista Y busca la mejor manera de morir, y se
le presenta la imagen de un personaje de London
acosarlo por la agonía, se sostiene sobre un
árbol y "se dispone a terminar su vida con
dignidad". Pensamos que no es abusivo pensar de
que a London le hubiera fascinado también un
personaje como el "Che", con el que compartió la
admiración de la juventud norteamericana de los
años sesenta.
London ha sido para muchos y lo será
todavía para otros, una auténtica sorpresa el
descubrimiento de su dimensión revolucionaria.
Como le ha ocurrido en mayor o en menor grado a
otros grandes de loa literatura como Lord Byron,
Percy B. Shelley, Coleridge, Víctor Hugo, George
Sand, Vladimir Korolenko, Mark Twain,
Espronceda, Oscar Wilde, George Orwell, Nikos
Kazantzakis… etcétera. Esta faceta de London ha
permanecido semioculta en el tiempo. Pero el
hecho es que, por más que sorprenda, el que fue
llamado el Rudiard Kiplyng del Norte", el autor
de inolvidables narraciones sobre los mares del
Sur, fue un socialista considerado como "muy
peligroso" por las autoridades de su país y
escribió numerosos libros "subversivos", en
particular una obra que figura por derecho
propio entre las clásicas de la literatura
revolucionaria; Gente del abismo
(reeditada por El Viejo topo).
En sus numerosas intervenciones como
agitador y propagandista del socialismo, London
fue consecuente con una idea que aprendió en el
Manifiesto Comunista, y según la cual los
socialistas deben de hablar sin ocultar sus
objetivos y sus puntos de vistas . Llevó
adelante esta premisa a las calles de las
grandes urbes norteamericanas y a los salones
donde los grande s burgueses le invitaron en.
honor a su prestigio como literato.
En 1905, y delante del "tout" San
Francisco, proclamó cosas como las siguientes:
"¡Nada de una parte!. Necesitamos todo lo que
poséis. No nos conformaremos con menos. Queremos
llevar las riendas del poder y el destino de
género humano. ¡Mirad nuestras manos!. Os
quitaremos vuestro gobierno, vuestros palacios y
toda vuestra dorada riqueza, y llegará el día en
que tendréis que trabajar con vuestras propias
manos para ganaros el pan como hace el campesino
en; el campo o el botones consumido en vuestra
metrópolis. Mirad nuestras manos, miradlas bien:
¡Son manos fuertes!".
El lector quizás puede imaginarse la
impresión que palabras como estas pueden causar
en un auditorio marcadamente conservador. Aunque
anteriormente se sabía que London era socialista
y que había dado fulgurantes mítines en los
barrios obreros de Oakland, la clase dirigente
ignoraba. el alcance y las fuerzas de sus
convicciones. Este discurso, junto con otros
cortados por el mismo patrón, causaron el
consiguiente estupor y escalofríos. La prensa,
incluida la más liberal y moderada, comenzó a
tocar la alarma sobre London y el socialismo,
sobre un escritor y un partido que no dudaban en
afirmar que modificarían radicalmente la
Constitución sí ello era necesario para imponer
1a: nueva sociedad que propugnaban.
London sentía que la revolución "aquí y
ahora", era la única alternativa frente a una
oligarquía despiadada que aniquilaba por igual a
las masas trabajadoras hundiéndolas en el
abismo, que a los artistas que se veían
obligados a convertirse a pesar suyo en
mercancías dentro de las leyes de la oferta y la
demanda. durante cierto tiempo compartió con su
partido la idea generalizada entre los
socialistas de su época que esta revolución
vendría progresiva y pacíficamente, pero tras la
derrota de la revolución rusa de 1905, London
tuvo una pesadilla que llamó El talón de hierro
(reeditada recientemente por Ayuso, Madrid),
sobre la que Trotsky escribió dos décadas más
tarde: "Jack London ha sabido traducir, como
verdadero creador, el impulso dado por la
primera revolución rusa, y también ha sabido
repensar en su totalidad el destino de la
sociedad capitalista a la luz de esta
revolución.. Se ha asomado más particularmente a
los problemas que el socialismo oficial de hoy
considera como definitivamente enterrados: el
crecimiento de la riqueza" y de la potencia de
uno de los polos de la sociedad, de la miseria y
de los sufrimientos, en el otro polo. La
acumulación del odio social, el ascenso
irreversible de cataclismos sangrientos, todas
estas cuestiones las ha sentido Jack London con
una intrepidez que incesantemente obliga a
preguntarnos con nos asombro: pero ¿cuándo fue
escritas estas líneas? ¿fueron acaso antes de la
guerra?".
Durante los cuarenta años que duraron
su fulgurante vida, London vivió bajo el. signo
de lo “novelesco" y de la aventura. En este
sentido, su biografía es la contraigan de otro
gran novelista, Julio Verne, el capitán Nemo de
la literatura que conoció una vida, burguesa por
excelencia.. London, por el contrario, apenas sí
escribió nada que no hubiera, vivido
directamente o muy de cerca, y su fantasía es
una prolongación de una realidad inmediata o
estrechamente: relacionada con el mundo en que
le tocado vivir. En su devenir de aventurero
encontramos grandes capítulos que pueden ser
catalogados como "inolvidables" por sus lectores
cuando fue el "Príncipe" de los ladrones de
bancos de ostras, cuando viajó al Klondike en
busca de oro y encontró el primer filón de su
inspiración, cuando re corrió Estados Unidos, y
Canadá como un vagabundo, etc. Además, estas
vicisitudes llenas de riesgos, no le impidieron
ser el militante socialista más conocido de la
Norteamérica de su tiempo después de Eugene
Víctor Debs, un auténtico gigante que debía sus
dos nombres a dos novelistas populares
franceses: Eugene Sué y a Víctor Hugo.
Pero más allá de la literatura y del
socialismo, hay en London un concepto
existencial muy singular y que le hace ser en.
buena medida. lo que fue. Se trata del concepto
de que la vida tiene que ser vivida intensamente
y que hay que despreciarlas adversidades. Su
secreto es la pasión y la energía acumuladas en
un cuerpo rebosante de vitalidad creadora.
Pasión energía que empleará constantemente
contra la adversidad desde su más pronta
infancia en la que se inicia en .la lucha.
Su historial, la historia de Martín Eden,
se han establecidos como paradigmas del hombre
que desde la nada se hace a sí mismo, siendo
este otro factor añadido a las singularidades
londonnianas. Careció de medios y de escuelas
--aunque obviamente, recibió ayudas importantes,
entre ellas algunas olvidadas como las dos
mujeres, "Mammy Jenny" que le cuidó como una
madre e Inés Coolbrith, que le inició en los
"misterios" de la literatura--, y tuvo que
luchar contra la corriente y superar enormes
dificultades para lograr ser un novelista de
éxito y un articulista requerido por los
periódicos más renombrados. Este London es un
rasgo que comparte con Gorki, con Miguel
Hernández, Panait Istrati y un grupo muy
reducido de autodidactas que han conseguido un
lugar de privilegio en, la literatura universal.
Durante toda su vida tuvo que luchar contra los
prejuicios académicos y sociales" y todavía
sigue siendo uno de los novelistas más leídos y
traducidos del mundo- un astro secundario en: el
:reparto que sobre las estrellas de la
literatura norteamericana se establecen en los
manuales de historia mientras que sus ideas
políticas suelen ser ignoradas o bien descritas
con un ligero plumazo, cuando no condenadas
incluso desde la izquierda.
Pero con todas sus contradicciones y
limitaciones, Jack London es uno de los
escritores de los grandes, autor de novelas que
se leen de un tirón, y todo un símbolo de lo que
la clase obrera es capaz de lograr con la
inteligencia, el esfuerzo y la conciencia de
clase.