En torno a la Economía de
Equivalencia (II)
Arturo Ferrín
UCR
25 de
Enero de 2010
Tras
la supresión del modo capitalista de producción, pero
conservando la producción social, seguirá predominando
la determinación del valor en el sentido de que serán
más esenciales que nunca la regulación del tiempo de
trabajo y la distribución del trabajo social entre los
distintos grupos de producción y, finalmente, la
contabilidad sobre todo esto. El Capital, libro III,
sección VII, capítulo XLIX (pág. 314).
El objeto de la Economía de Equivalencia en el
Socialismo -en oposición al propósito de lucro privado
que define a la Economía de Mercado Capitalista- es la
satisfacción de las necesidades de bienes y servicios
que requiere la Sociedad, los cuales son producidos con
dos factores de la producción; Fuerza de Trabajo y
Medios de Producción a los que Marx denominaba
respectivamente Capital Variable (“trabajo vivo”) y
Constante (“trabajo muerto”) (1). Desde William
Petty en adelante, los economistas worth speaking of
han coincidido en que el trabajo es la “sustancia”
del valor de la producción (2). Salvo la Tierra
en su estado natural, todo lo que observamos a nuestro
alrededor es producto del trabajo.
Desde que la humanidad adoptó la división del trabajo
como método eficaz para producir los bienes con los
cuales satisfacer sus necesidades, está obligada a
establecer un sistema para cuantificar la relación que
se origina en cualquier intercambio entre dichos bienes
y, consecuentemente, necesita valorarlos.
Necesidades.
Sin capitalistas, no hay necesidades capitalistas (3).
Al erradicar las clases sociales, al acabar con la
desigualdad, el Socialismo tiene que reconducir
racionalmente muchas de aquellas necesidades en provecho
de la mayoría de la sociedad; ¿tiene algún sentido
racional el marasmo de necesidades que nos ha impuesto
el Capitalismo? El Socialismo debe buscar una armonía
entre la Naturaleza y las necesidades del Hombre; entre
su tiempo de trabajo y su tiempo libre.
Producción.
El “trabajo vivo” utiliza los Medios de producción;
tecnología, métodos de organización del trabajo,
edificios, equipo e instalaciones, maquinaria, útiles y
herramientas, componentes, materias primas, etc. Esos
Medios de producción representan trabajo acumulado
porque fueron diseñados, fabricados u obtenidos mediante
trabajo con Medios que fueron producidos asimismo por
otros trabajadores.
Supongamos que, con esos Medios de producción, un
trabajador realiza en una jornada normal una unidad de
producto. Además de las 8 horas que ha empleado ese
trabajador, el producto contiene una parte alícuota del
trabajo acumulado en los Medios de producción. Estos
Medios se desgastan (deprecian) a lo largo de su vida
útil y podemos calcular la cantidad de trabajo que
incorporan a aquél producto. Ese cálculo se realiza
generalmente con el estudio de la amortización del Medio
de producción con el fin de proveer su sustitución. Si
un equipo costó 10.000 horas construirlo, las mismas se
gastarán en los productos que fabrique durante toda su
vida útil, por lo que serán necesarias otras tantas
horas para, al menos, sustituir el equipo cuando agote
su vida productiva.
El proceso de depreciación de un Medio de producción
puede verse acelerado a causa de la obsolescencia
técnica derivada de la aparición de nueva tecnología más
productiva. Determinadas Materias primas extraídas de la
Tierra (minerales, petróleo), además de la utilización
de “trabajo vivo” y “Medios de producción”, suponen el
agotamiento de recursos naturales irreemplazables.
La acción de producir exige que sus factores se
reproduzcan (4). El trabajador debe recibir
medios de subsistencia para vivir y los Medios de
producción deben ser reemplazados cuando termine su vida
útil, para no agotar las existencias necesarias en el
futuro. Supongamos que la cesta diaria básica de una
persona está compuesta por 50 artículos y que cada uno
de sus componentes exige seis minutos de trabajo; el
total supone 300 minutos, es decir 5 horas de trabajo.
Si el equipo que mencionamos anteriormente es capaz de
fabricar 20.000 unidades de producto durante su vida
útil, cada unidad debe aportar media hora a un fondo de
amortización que podrá aportar 10.000 horas para la
sustitución del equipo. Un barril de crudo petrolífero
extraído de las entrañas de la Tierra, por ejemplo, debe
dotarse con la “provisión” contable correspondiente a la
cantidad de trabajo necesaria para implementar la
solución energética alternativa.
La Rosa de Peters (5) es un esquema de los
elementos que contribuyen a formar el “valor” (en
trabajo) de los productos. Establece una primera
distinción entre “Trabajo vivo” y “Trabajo incorporado”
que representan las categorías marxistas de Capital
variable y Capital Constante.
En la imagen
siguiente, simplificamos la composición de valor de dos
productos.
Valor horas de trabajo
El primero ha consumido 8 horas de “trabajo vivo” y 4
horas de medios de producción, por lo que cuesta 12
horas, mientras que el segundo ha requerido 8 horas de
“trabajo vivo” y 2 horas de medios de producción, por lo
que cuesta 10 horas. Suponemos también que las 8 horas
de ”trabajo vivo” empleadas corresponden a una
intensidad “media” comprobable.
La productividad del trabajo mide la eficiencia del
conjunto formado por la Fuerza de Trabajo y los Medios
de producción para resolver las necesidades de la
Sociedad. Si suponemos que, en el ejemplo anterior,
ambos productos satisfacen igualmente la misma
necesidad, es decir, que tienen el mismo “valor de uso”,
entonces el segundo producto es más económico que el
primero porque ha consumido menos Medios de producción
(por ejemplo, puede deberse a que su método de
producción haya economizado materias primas ó energía).
Igualmente sucede en el caso de que el segundo producto
hubiera requerido tan sólo 5 horas de “trabajo vivo” y
en cambio 5 horas de Medios de producción; la economía
de “trabajo vivo” sería consecuencia ahora de la
utilización de maquinaria más productiva. Evidentemente,
en cualquier caso, la Sociedad tendrá interés en
satisfacer aquella necesidad mediante el segundo
procedimiento.
Podemos concluir, provisionalmente, que el Producto de
la Sociedad está compuesto por la cantidad de jornadas
trabajadas más las que corresponden a la amortización y
provisiones calculadas de los Medios de producción.
Distribución.
La Sociedad dispone de una población trabajadora y de
otra que está inactiva a causa de su edad o por motivos
de salud. El Contrato social del Socialismo
consiste en que la población trabajadora tiene que
producir los Bienes y Servicios y los Medios de
producción de toda la Sociedad.
En primer lugar, la Sociedad tiene que decidir
democráticamente el alcance de las necesidades sociales
que se van a cubrir colectivamente a través de un Fondo
social, a fin de planificar el trabajo necesario en la
infraestructura, investigación científica, vivienda,
educación, sanidad, administración, pensiones de
jubilación, bajas laborales, etc. Ese conjunto de
necesidades representa un determinado volumen de
jornadas de trabajo (hablamos de “múltiplos” de cantidad
de trabajo). Es decir, si una parte de la población
trabajadora debe dedicar tantas jornadas de trabajo en
la construcción y sostenimiento de ferrocarriles,
carreteras, viviendas, universidades, escuelas,
hospitales, administración, etc., la Sociedad está
obligada a proporcionar el equivalente de una cantidad
de jornadas para la población improductiva (pensiones de
jubilación, bajas laborales).
Por tanto, una jornada laboral de “x” horas podrá
proporcionar entonces a la población trabajadora tan
solo “x-s” horas de producto, siendo “s” la parte
proporcional que necesita el fondo de necesidades
sociales. Si suponemos que éste último exigiera un 25 %,
una jornada de 8 horas proporcionaría al trabajador 6
horas de producto. El trabajador recibe de la Sociedad
un conjunto de bienes sociales “en especie” para él
mismo y su familia (vivienda, transporte, sanidad,
educación…) y una parte del producto de su trabajo para
su gasto particular. En caso de una jornada laboral
flexible más reducida, por ejemplo de cuatro horas,
percibiría tres de producto.
Cualquier ciudadano, con el saldo que disponga de “horas
de trabajo”, puede decidir su “cesta de la compra”. Este
saldo no tiene el significado de “dinero” en el sentido
capitalista porque con él no se puede comprar trabajo
asalariado ni Medios de producción. Unas personas pueden
querer consumir menos del saldo que disponen en el
momento presente a cambio de poderlo utilizar en el
futuro, y otras, por el contrario, puede que necesiten
disponer más en el presente, por ejemplo, para amueblar
su vivienda. El Banco Nacional se encargaría de
administrar los saldos de ahorro en la forma de crédito
sin interés.
Planificación.
La Sociedad tiene que decidir el volumen de trabajo que
dedicará a reemplazar o incrementar los Medios de
producción, encaminándose hacia una “reproducción
simple”(6) o hacia una “reproducción ampliada”.
El análisis Input-Output ofrece el marco para presentar
a la Sociedad las diferentes alternativas (7).
En el supuesto de una reproducción simple, se utilizaría
el fondo de amortización de los Medios de producción,
aunque bien es cierto que el desarrollo de la tecnología
y de la productividad del trabajo permitiría el
crecimiento. La dinámica social será la que dirija el
esfuerzo hacia algunos sectores y los reduzca en otros,
definiendo nuevas necesidades y eliminando otras.
La planificación de las necesidades de Medios de
producción incluye las del Fondo social y las de la
actividad que podríamos llamar de consumo “particular”.
En el ámbito particular, la demanda de los diversos
productos se manifiesta en los centros de distribución
desde donde se transmite informáticamente a los centros
de producción para que planifiquen también la necesidad
de un determinado volumen de jornadas de trabajo y de
Medios de producción. Así, pues, la Sociedad manifiesta
de dos formas las necesidades que requiere satisfacer y
el “valor de uso” que otorga a su producción. Por una
parte determina el alcance de las necesidades colectivas
así como la proporción de la jornada laboral con que las
quiere satisfacer. Por otra, la que opera en el ámbito
particular, expresa su demanda de los productos que
satisfacen más económicamente sus exigencias.
Respecto a los Servicios, actividades que no se
incorporan a la producción que hemos tratado hasta aquí,
sufrirán una considerable reducción en el Socialismo;
éste eliminará el enorme despilfarro social que
significan la mayoría de los “servicios” de lujo que se
prestaban a los extinguidos burgueses. Evidentemente
seguirán siendo necesarios servicios tan dispares como
los que ofrece la hostelería y las agencias de viajes,
el que proporciona un fontanero o un peluquero. Pero un
conjunto enorme de actividades privadas, desde abogados
y asesores financieros hasta las que se dedican a la
publicidad comercial y los juegos de azar, ya no tendrán
ninguna razón de ser en una Sociedad que se dirige por
la racionalidad.
Notas:
(1)
Recuerdo aquí al lector
que he sido yo quien por primera vez ha utilizado las
categorías capital variable y capital constante.
Desde A. Smith, la economía política confunde los
conceptos en ellas contenidos con las dos modalidades
formales del capital fijo y circulante nacidas del
proceso de circulación. El Capital, libro I, sección VII,
capítulo XXII, nota 67 (pág. 66).
La fuerza de trabajo
humana no es, por naturaleza, capital, como tampoco lo
son los medios de producción. Sólo adquieren este
carácter social específico en determinadas condiciones,
históricamente desarrolladas, del mismo modo que sólo
bajo estas condiciones los metales preciosos revisten
el carácter de dinero o éste el de capital monetario.
Ibid, libro II, sección I, capítulo I (pág. 47).
Así, pues, el capital
variable no es más que una forma histórica particular de
manifestarse el fondo de medios de subsistencia, o sea,
el fondo de trabajo, que necesita el obrero para su
sustento y reproducción y que siempre tiene que producir
y reproducir en todos los sistemas de producción
social. Ibid, libro I, sección VII, capítulo XXI (pág.11).
La composición del
capital ha de entenderse en un sentido doble. Del lado
del valor se determina mediante la proporción en que se
divide en capital constante o valor de los medios de
producción y capital variable o valor de la fuerza de
trabajo, suma global de los salarios. Del lado de la
materia, de cómo funciona ésta en el proceso de
producción, cada capital se divide en medios de
producción y fuerza de trabajo viva; esta composición
viene determinada por la relación existente entre la
masa de los medios de producción empleados, de un lado,
y la cantidad de trabajo necesaria para su empleo, por
otro. Llamo a la primera la composición de valor, y a la
segunda la composición técnica del capital. Entre las
dos existe una estrecha relación recíproca. Para
expresarla, llamo a la composición técnica del capital,
en tanto está determinada por su composición técnica y
refleja las variaciones de ésta: la composición orgánica
del capital. Cuando hablemos de la composición del
capital sin más especificaciones, ha de entenderse
siempre su composición orgánica. Ibid, libro I, sección
VII, capítulo XXIII (pág. 69).
(2)
El
trabajo es la sustancia y la medida inmanente de
los valores. El Capital, libro I, sección
VI,
capítulo XVII (pág. 295).
En su Treatise on
Taxes and Contributions (1ª edición 1.662), Petty da
un análisis perfectamente claro y exacto de la magnitud
de valor de los objetos, poniendo como primer ejemplo el
valor igual de los metales preciosos y de los cereales
que exigen el mismo trabajo, y dice la primera y la
última palabra acerca del valor de los metales
preciosos. Federico Engels, El Anti-Dühring, capítulo X
(pág. 245).
Petty
distingue entre el natural price (precio
natural), el political price (precio político), y
el true price current (verdadero precio de
mercado). Por natural price entiende, en
realidad, el value (valor), que es el único que
aquí nos interesa, ya que la determinación del
surplus value (plusvalía) depende de la
determinación del valor.
En esta
obra (Treatise on Taxes...), determina en realidad el
valor de las mercancías por la cantidad comparativa de
trabajo contenida en ellas.
Primero,
se trata de saber qué es el valor de una mercancía y,
más exactamente, del trigo.
“Si un
hombre puede trasladar una onza de plata de las entrañas
de la tierra en el Perú a Londres en el mismo tiempo que
necesitaría para producir un bushel de trigo, lo uno
sería el precio natural de lo otro; y si, gracias a la
explotación de nuevas y más ricas minas, pudieran
obtenerse dos onzas de plata con el mismo esfuerzo que
antes una, resultará que el trigo, a razón de diez
chelines el bushel, es, caeteris paribus (en
igualdad de circunstancias), tan barato como antes a
razón de cinco chelines...Este es, ante todo, el
camino real, y no imaginario para calcular los precios
de las mercancías. Marx, Teorías sobre la Plusvalía,
tomo I, Apéndice 2 (pág. 328).
(3)
Sólo allí donde la
producción se halla sujeta al control preestablecido de
la sociedad, puede ésta establecer la coordinación
necesaria entre el volumen del tiempo de trabajo social
empleado en la producción de determinados artículos y el
volumen de la necesidad social que se ha de satisfacer
mediante estos artículos...El intercambio o venta de las
mercancías por su valor es lo racional, la ley natural
de su equilibrio. El Capital, libro III, sección II,
capítulo X (pág. 243).
(4)
Cualquiera que
sea la forma social del proceso de producción, éste
tiene que ser continuado o recorrer periódicamente, una
y otra vez, los mismos estadios. Igual que una sociedad
no puede dejar de consumir, tampoco puede dejar de
producir. Por tanto, considerado en un nexo continuo y
en el flujo ininterrumpido de su renovación, todo
proceso social de producción es al mismo tiempo un
proceso de reproducción. El Capital, libro I, sección
VII, capítulo XXI (pág. 9).
(5)
Referencia al científico
Arno Peters. Al respecto, el artículo “Computadores y
Democracia económica” de Paul Cockshott y Allin Cotrell,
de 14 de Julio 2.009, disponible en el siguiente link:
http://www.correntroig.org/IMG/pdf/CotrellyCockshott_ULTIMO.pdf
(6)
Reproducción
simple…no es más que una simple repetición del proceso
de producción en la misma escala. El Capital, libro I,
sección VII, capítulo XXI (pág. 10).
(7)
En el socialismo, el
análisis input-output es una herramienta necesaria para
la comprensión de la consistencia interna de los planes
económicos nacionales.
En los países
socialistas, el análisis input-output adopta la forma de
diversos “balances estadísticos” que sirven como
instrumentos de la planificación económica nacional.
Estos balances se conciben como concreciones de la idea
general subyacente a los esquemas de reproducción de
Marx... De hecho, me parece que este análisis sólo logra
una justificación completa cuando se lo utiliza como
instrumento de planificación económica. Aunque se
aplicara por primera vez a una economía capitalista, su
técnica va más allá de las limitaciones históricas del
capitalismo y sólo puede dar de sí cuanto posee en
condiciones de economía planificada.
En una economía
socialista, las tablas de transacciones proporcionan una
imagen de la asignación de trabajo social en la medida
en que los precios expresan la cantidad de trabajo
social requerido en la producción. En una economía
socialista, por tanto, un sistema adecuado de precios
que refleje las cantidades de trabajo social requeridas
para la producción constituye un instrumento necesario
para una contabilización efectiva de la asignación de la
fuerza de trabajo de la sociedad entre las diversas
ramas de la economía. Oskar Lange, Ensayos sobre
planificación económica. Algunas observaciones acerca
del Análisis Input-Output (pág. 77 y 103).
Obras
citadas.
El
Capital. Editorial Akal básica de bolsillo 2.007
El Anti-Dühring. Edicions Avant 1.987
Teorías sobre la plusvalía. Fondo de cultura económica
1.980
Ensayos sobre planificación económica. Ediciones Ariel
1.970
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