¿Cómo se siente? Carta de Gabriel
García Márquez.
Gabriel García Márquez
18
de Enero de 2010
¿Cómo se siente ver que el horror
estalla en tu patio y no en el living del vecino?
¿Cómo se siente el
miedo apretando tu pecho, el pánico que provocan el ruido
ensordecedor, las llamas sin control, los edificios que se
derrumban, ese terrible olor que se mete hasta el fondo en los
pulmones, los ojos de los inocentes que caminan cubiertos de sangre
y polvo? ¿Cómo se vive por un día en tu propia casa la incertidumbre
de lo que va a pasar? ¿Cómo se sale del estado de shock?
En estado de shock caminaban el 6 de
agosto de 1945 los sobrevivientes de Hiroshima. Nada quedaba en pie
en la ciudad luego que el artillero norteamericano del Enola Gay
dejara caer la bomba. En pocos segundos habían muerto 80.000 hombres
mujeres y niños. Otros 250.000 morirían en los años siguientes a
causa de las radiaciones. Pero esa era una guerra lejana y ni
siquiera existía la televisión.
¿Cómo se siente hoy el horror cuando
las terribles imágenes de la televisión te dicen que lo ocurrido el
fatídico 11 de septiembre no paso en una tierra lejana sino en tu
propia patria?
Otro 11 de septiembre, pero de 28
años atrás, había muerto un presidente de nombre Salvador Allende
resistiendo un golpe de Estado que tus gobernantes habían planeado.
También fueron tiempos de horror, pero eso pasaba muy lejos de tu
frontera, en una ignota republiqueta sudamericana. Las republiquetas
estaban en tu patio trasero y nunca te preocupaste mucho cuando tus
marines salían a sangre y fuego a imponer tus puntos de vista.
¿Sabías que entre 1824 y 1994 tu país
llevó a cabo 73 invasiones a países de América Latina?
Las víctimas fueron Puerto Rico,
México, Nicaragua, Panamá, Haití, Colombia, Cuba, Honduras,
Republica Dominicana, Islas Vírgenes, El Salvador, Guatemala y
Granada. Hace casi un siglo que tus gobernantes están en guerra.
Desde el comienzo del siglo XX, casi no hubo una guerra en el mundo
en que la gente de tu Pentágono no hubiera participado. Claro, las
bombas siempre explotaron fuera de tu territorio, con excepción de
Pearl Harbor cuando la aviación japonesa bombardeo la Séptima Flota
en 1941. Pero siempre el horror estuvo lejos.
Cuando las Torres Gemelas se vinieron
abajo en medio del polvo, cuando viste las imágenes por televisión o
escuchaste los gritos porque estabas esa mañana en Manhattan,
¿pensaste por un segundo en lo que sintieron los campesinos de
Vietnam durante muchos años? En Manhattan, la gente caía desde las
alturas de los rascacielos como trágicas marionetas. En Vietnam, la
gente daba alaridos porque el napalm seguía quemando la carne por
mucho tiempo y la muerte era espantosa, tanto como las de quienes
caían en un salto desesperado al vacío. Tu aviación no dejo una
fábrica en pie ni un puente sin destruir en Yugoslavia. En Irak
fueron 500.000 los muertos. Medio millón de almas se llevo la
Operación Tormenta del Desierto.
¿Cuánta gente murió quemada,
mutilada, acribillada, aplastada, desangrada en lugares tan exóticos
y lejanos como Vietnam, Irak, Irán, Afganistán, Libia, Angola,
Somalia, Congo, Nicaragua, Dominicana, Camboya, Yugoslavia, Sudan, y
una lista interminable?
En todos esos lugares los proyectiles
habían sido fabricados en factorías de tu país, y eran apuntados por
tus muchachos, por gente pagada por tu Departamento de Estado, y
sólo para que tu pudieras seguir gozando de la forma de vida
americana.
Hace casi un siglo que tu país esta
en guerra con todo el mundo. Curiosamente, tus gobernantes lanzan
los jinetes del Apocalipsis en nombre de la libertad y de la
democracia.
Pero debes saber que para muchos
pueblos del mundo (en este planeta donde cada día mueren 24.000
pobladores por hambre o enfermedades curables), Estados Unidos no
representa la libertad, sino un enemigo lejano y terrible que solo
siembra guerra, hambre, miedo y destrucción.
Siempre han sido conflictos bélicos
lejanos para ti, pero para quienes viven allá es una dolorosa
realidad cercana una guerra donde los edificios se desploman bajo
las bombas y donde esa gente encuentra una muerte horrible. Y las
victimas han sido, en el 90 por ciento, civiles, mujeres, ancianos,
niños efectos colaterales).
¿Qué se siente cuando el horror
golpea a tu puerta aunque sea por un solo día? ¿Qué se piensa cuando
las victimas en Nueva York son secretarias, operadores de bolsa o
empleados de limpieza que pagaban puntualmente sus impuestos y nunca
mataron una mosca?
¿Cómo se siente el miedo? ¿Cómo se
siente, yanqui, saber que la larga guerra finalmente el 11 de
septiembre llego a tu casa?”
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