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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

Albert Camus, solidario y comprometido 

 

José Manuel Barreal San Martin

La Nueva España   8 de Febrero de 2010 

 

        El 29 de enero de 1966, en París, el por aquel entonces ministro de Hacienda de la República española en el exilio y último jefe del Gobierno republicano hasta su disolución en 1977, don Fernando Valera, en una conferencia sobre Albert Camus dijo: «Los españoles deberíamos hacer con los artículos que nos dedicara -Camus- un breviario de la dignidad humana? todavía la especie es capaz de engendrar de vez en cuando "hombres humanos", como Albert Camus».

       Viene a colación lo anterior, con motivo de cumplirse este año el quincuagésimo aniversario de su muerte el 4 de enero de 1960, que como se sabe fue en accidente de tráfico. Ese día, Francia perdió a un gran compatriota, el mundo a un gran escritor y España a un gran amigo, quizás uno de los mejores que ha tenido. Camus escribió mucho y bien. Novelas y relatos; obras teatrales y ensayos. En reconocimiento a toda su obra le fue concedido el premio Nobel de Literatura en el año 1957.

      ¿Y por qué la referencia de don Fernando Valera a Camus? Porque, tal vez, haya sido el intelectual de la época más comprometido y solidario con la España del exilio. Con la República derribada por el golpe de Estado militar. No sólo fue solidario con España y los españoles, sino con todos los vencidos y todas las víctimas de las dictaduras fuesen del nazismo o del estalinismo.

      No es mi intención comentar al Camus escritor; no soy ni pretendo ser crítico literario. Sí intentaré glosar la figura de Albert Camus como intelectual comprometido con la España del exilio y de la sufriente en el interior; en los años de plomo franquistas. Un Camus, por cierto, poco recordado y estudiado en esta faceta.

     Se ha escrito sobre la influencia que en la obra del premio Nobel de Literatura francés han ejercido escritores como Malraux o Sartre, pero poco se ha estudiado la influencia que sobre él tuvo España. Un país que para Camus encarnaba la grandeza y la cultura.

      Camus fue un defensor incontestable de los españoles que en aquella época sufrían al otro lado de los Pirineos. Los problemas de aquella España eran para él problemas propios. A esto respondía: «No es nada extraordinario, mi madre es española, de Baleares». En una entrevista concedida en el año 1945 al semanario «España Republicana» decía: «Los hombres de mi generación viven la vida de España. Es como una herida que no se cierra? por ello la guerra de España fue nuestra guerra, pues fue una guerra por la libertad». Continúa en la misma entrevista defendiendo apasionadamente la causa republicana; pero no sólo eso, sino que es crítico con su país, Francia. No le duelen prendas cuando dice: «? Franco mató a García Lorca, pero Francia dejó morir a Machado a la salida de un campo de concentración?».

     Para Camus, España era su segunda patria y no sólo por la sangre materna, también porque «la mitad de mi sangre sufre por el exilio que le ha sido impuesto? y aspira a recobrar la sola tierra donde me siento plenamente yo mismo?».

     Albert Camus, que militó durante un tiempo corto en el Partido Comunista y que más tarde simpatizó con las ideas anarquistas, se movía en un todo ideológico en el cual el antifascismo, el anticolonialismo y el antiimperialismo eran los tres pilares que guiaron su posición política y de compromiso. Él, que quiso combatir en el bando republicano en contra de Franco y no lo hizo dado su estado precario de salud, sí fue un «soldado» de las ideas democráticas e hizo lo imposible para ayudar al lado republicano. Así, en «Combat», en 1944, escribió: «La República española no ha dejado de existir jamás de hecho. Fue desposeída por la fuerza, pero para todo espíritu democrático su existencia legal sigue en pie». Palabras que, a mi juicio, siguen vigentes.

      Declinó, en una carta dirigida al entonces director general de la UNESCO en 1952, ser colaborador del tal organismo por haber admitido al régimen franquista en él. En febrero de 1949, el jefe del Gobierno republicano en el exilio le puso la encomienda de la Orden de la Liberación. El escritor francés dio las gracias. «Nada hice», declaró, «que justifique el galardón con que me honráis. Cumplí con mi deber y en esta conducta persistiré siempre». Así fue. Camus reivindicó la rebelión contra la injusticia. De ahí su «me rebelo luego somos».

 

 

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